+++TRADICIONES Y COSTUMBRES DE MI TIERRA+++
“HUISHUIRITO”
José Santos Gamarra Soto
En
la ciudad de Marca-Recuay-Ancash, existe un perro mestizo al que se le llama “Perro Chusco” el
cual tiene cualidades que lo hacen único, original e irrepetible, estos
animalitos son el resultado del cruce de muchas razas que lo hace ser de raza
única, son extremadamente amables y muy amistosos, con una enorme capacidad de
dar afecto y rebosan cariño a raudales a
sus dueños. Si se les ha encontrado en la calle y son adoptados sus
sentimientos se multiplican por el anhelo de ser queridos y por agradecimiento.
Suelen
ser muy inteligentes y fácilmente adiestrables gracias a las mezclas de las que
provienen, disfrutan de graciosas peculiaridades que hacen de cada animal un
ejemplar único y exclusivo. Presentan una admirable resistencia física natural,
el cual se debe a la suma o mezcla de las fortalezas de todas las razas,
resistentes a las enfermedades y gozan de una gran longevidad, algunos llegan a
vivir hasta 20 años, a menudo son más tranquilos y equilibrados que sus nobles
parientes de pura raza.
Corría
el año 1959 mi vida de campo lo pasaba de maravilla en Cochacar, campiña ubicada
al sur de Marca. A mis escasos ocho años de edad tuve la suerte de tener a
“Atila”, perro chusco y lanudo de mis
padres de escasos cincuenta o sesenta centímetros de altura, de color negro y
blanco con dientes muy afilados que me hacía los mandados a la perfección, al
que me acostumbré llamarlo de cariño como “Huishuirito”, estos perros no se
sabe de qué raza son, es el resultado de distintos apareamientos de sus padres,
que al final salen como perros chuscos.
Huishuirito,
era el compañero inseparable en mis aventuras por el campo, en el hogar, en la
soledad o cuando me dirigía a Marca; el perro chusco es el mejor amigo del
hombre principalmente en el campo, es un animal de mucha utilidad en su
servicio diario, nunca expresa protesta alguna aunque reciba malos tratos,
siempre tiene una atenta y cariñosa mirada para con sus dueños, es muy
inteligente, siente y percibe el olor a distancias considerables, persiguen a
los zorrillos, pumas, zorros, y a
cuantos enemigos se te presenten hasta hacerlos correr, soportan el frio y el
calor no les afecta, son fuertes, bravos y valientes.
En
los meses de agosto y setiembre de cada año eran tiempos de cosecha de maíz en
Cochacar, cada noche jugábamos en las
“Eras” la Jara Pucklla una buena cantidad de participantes entre jóvenes, niños
y niñas. A estos juegos se sumaban Norma y Alina, señoritas muy agraciadas quienes
estudiaban la secundaria en Lima, habían regresado a Marca a las que yo cuidaba
con singular atención como si fueran mis hermanas mayores, ellas eran hijas del
socio de mi padre que al partir sembrábamos en Cochacar.
Aquella
noche, aproximadamente a las doce de la noche, cuando todos jugábamos y bailábamos,
había mucha bulla alrededor de la Era con fogata incluida, cantábamos cada
estrofa de la Jara Pucklla entre risas; cuando aparecían en la oscuridad de la
noche muy cerca de las Eras algunos mozalbetes, especialmente venidos desde la
ciudad. Arquímedes Cubillas, León Pastor Ulloa y Samuel Vírhuez, eran algunos
de los que llegaban, a los que le preguntamos:
- Que hacían por esos lugares a
esas horas de la noche?
-
Ellos contestaban al unísono
- ¡Queremos confraternizar…!
A
ello se debía el viaje desde Marca a esas horas de la noche, ¡Para
confraternizar! cosa que no era de mucho agrado para mí. Entonces le enviaba a mi “Huishuirito”, quien los correteaba a los jóvenes quienes
corrían sin dirección por las chacras aledañas en la oscuridad de la noche.
Como
los mozalbetes no conocían los caminos corrían y corrían, al subir las pircas y
escapar de Atila, se caían con las piedras de la pirca, causando estruendosos
ruidos en la oscuridad de la noche, causando gran hilaridad a los presentes,
los jóvenes venidos desde Marca a esas horas de la noche, pagaban así la osadía
de interrumpir nuestros juegos de la Jara Pukclla.
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