EL OSO ENAMORADOR…
El Primer Oso que llegó a
Marca fue por Churap.
Escribe: José Santos Gamarra Soto
Pasada la estación de invierno del
año de 1954, en el lugar denominado “Chupa”
jurisdicción del anexo de Churap, distrito de Marca; don Erasmo Padilla Sánchez
y esposa doña Clara Ríos junto a sus ocho hijos entre ellos Susano, Adán, Eva, Elsa,
Bonifacio, Nila, Rosalinda y Maura, decidieron quedarse a vivir un tiempo más
en aquel lugar por el abundante pastizal que se había generado ese año debido a
las lluvias. Por aquellos años no se tenía ni noticias del calentamiento global
o efecto invernadero como en la actualidad, los pastos naturales duraban por
Chinchipampa hasta los meses de mayo o junio, lo que motivaba quedarse a
algunos ganaderos unos meses más por aquellos lugares porque el pasto natural
había hasta de sobra. La familia Padilla-Ríos vivía en Chupa donde tenían su Hato, hacia el sur de Chinchipampa.
Una tarde del mes de mayo la familia
de don Erasmo ve con incredulidad la figura de un Oso de color negro que en
esos momentos se encontraba comiendo pitajayas; estaba “Shishando Wuaqas”-Sacándole
las espinas a la Pitajaya-asombrados al ver a éste animal corpulento y de gran
tamaño, no conocido por los pobladores de esa zona, nunca se había visto un Oso
por esos parajes; dejaron despavoridos todas sus pertenencias de la vivienda
como quesos, requesones y charquis, y junto
a sus hijos huyeron con dirección a Churap, y dar cuenta de lo ocurrido a las
autoridades, quienes dos días después marcharon con escopetas y armas en mano
para dar muerte al animal. Por aquellos años vivían en Churap algunos
reservistas que habían servido al ejército peruano y portaban escopetas y otras
armas entre ellos se encontraba don Florentín Padilla Aguirre, Víctor Padilla
Aguirre, Erasmo Padilla Sánchez, Cesáreo Cueva Padilla, Antolín Padilla Aguirre,
y Laurencio Padilla Silva, más el acompañamiento de don Brindis Gamarra
Cubillas, Teodoro Espinoza Cubillas, Plácido Gamarra Méndez, Lauro Padilla
Gamarra y Pompeyo Padilla Aguirre, marcharon con dirección a Chupa en busca del
animal y darle muerte. La historia que se había tejido
en torno a este animal era de lo más variado y pintoresco, algunas historias
eran inverosímiles; se decía que el Oso cargaba solo a mujeres solteras y las
enamoraba, se lo llevaba a lugares de difícil acceso entre los abismos y
lugares inaccesibles, las dejaba allí para luego regresar en las tardes con
comida para su rehén; en otras oportunidades llevaba frutas para la
secuestrada. Algunos manifestaban que a futuro serían los nuevos habitantes de
Churap, y que dicho Oso estaba en plan de reconocimiento del lugar donde deberían
vivir los futuros habitantes, se hacían muchas conjeturas, al parecer era un
Oso de Anteojos, llamado “Oso Andino”,
éstos Osos pueden llegar a medir hasta 1.90 m de alto y pesar más de 150 Kg.,
son de hábitat diurnos, solitarios, omnívoros, terrestres, de alimentación
vegetariana, como los cactus, por ello le gustarían las pitajayas. Estos Osos
existen en toda la región andina de Sud América y en la Cordillera de los
Andes, posiblemente habría bajado de su hábitat, teniendo en cuenta que
Chinchipampa está a menos de 2,500 msnm., temporalmente cuando escasea el
alimento migran a otros territorios o simplemente se perdió tal vez desde las
alturas de Huayllacayán, Yamor ó Mallao.
Por la superstición de los
campesinos se cree que su grasa son medicinales, sus pieles un valioso producto
de comercialización como pellejos o alfombras de piso para el tendido de las
camas. Al marchar los pobladores desde Churap en busca del Oso, lo encontraron
hacia el norte de Chupa, en el lugar denominado “Tzackra”, a la altura de “Chihua
Cuta”, comiendo “Upa” conocido
en otras regiones del Perú como “Chupaya”, que consiste en una especie de
Cactus con abundante líquido.
Rodearon al oso sigilosamente, lo
cercaron entre todos, los que portaban armas iban adelante, estando muy cerca
se apostaron frente al Oso para descargar las mortíferas balas que impactaron
en el cuerpo del pobre animal, varias balas habían alcanzado el cuerpo del Oso,
muerto el animal lo llevaron al pueblo en “Kirma”,
especie de camilla que sirve para trasladar enfermos o muertos, donde los
familiares esperaban angustiados el desenlace del encuentro con el oso.
Chicharrones de Oso fue el potaje que se comió ese día, dejando gran parte de
la carne para los “Charquis” correspondientes
que semanas más tarde comerían los pobladores con agrado. El pellejo fue
guardado como trofeo de guerra por alguno de los pobladores y las grasas para
ser utilizados como ungüento para algún mal muscular o contra las picaduras.
Fuente: “Historia de Ivo”, Autor: José Santos Gamarra Soto
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