La Hecatombe...Terremoto del 31 de mayo 1970
TESTIMONIO DE UN HECHO DOLOROSO
Por: José Santos Gamarra Soto
A solicitud del Director del Colegio
de Marca, provincia de Recuay, departamento de Ancash retorné el domingo 24 de
mayo 1970 a estudiar el quinto año de educación secundaria en el Colegio San
Lorenzo de Marca, el director en sentidas cartas nos instaba a regresar a todos
los alumnos del quinto de media para el retorno a nuestro terruño a culminar
nuestra secundaria por falta de alumnos; el jueves 28 de la misma semana se
celebraba la fiesta de Corpus Christi donde se desarrolla el baile costumbrista
de “Los Huancos” de Marca, siendo el domingo 31 de mayo la Octava de dicha
fiesta, con existencia de mayordomos, caporales y alguaciles. Un año antes
bailé como “Chisga” (hombre vestido de mujer), con la vestimenta de mi tía
Alicia, gustando mucho a los espectadores. En esta oportunidad mis amigas y
compañeras del colegio Eutropia, Lilia, Betty y Nora me prepararían la
vestimenta, alentado por mis amigas acepté bailar el jueves día de Corpus
Christi y el domingo 31 en la Octava de dicha festividad costumbrista, ellas
estaban muy entusiasmadas al saber de mi regreso a estudiar el último año y
terminar mis estudios en Marca.
Inmediatamente después de mi
llegada a Marca, mis amigas se pusieron de acuerdo para bailar como Chisga el
jueves y domingo de dicha semana, Eutropia me recordaba que un año antes lo
había hecho muy bien, por ello me manifestó:
-
Tienes
que bailar de chisga...por la ropa no te preocupes porque nosotras te
conseguiremos - me decía
-
Faltan
escasos tres días para ello... ¡Imposible! - le dije
-
No te
preocupes hemos quedado con las chicas que te vamos a mandar hacer la ropa a tu
medida - me siguió diciendo
-
¿Mandar
hacer ropa de mujer para mí? – le pregunté medio angustiado.
-
Si, - me
dijo - y no te preocupes por los gastos,
después que bailen lo mandamos
achicar para usarlos nosotras - me manifestó.
-
Bueno...que
sea así entonces - le contesté.
Se habían puesto de acuerdo entre
las amigas nombradas más Gliceria, Genoveva y Herminia quienes también eran
alumnas del Colegio San Lorenzo, mandar hacer nuestra vestimenta en la costurera
del pueblo, una para el día jueves y otra completamente distinta para el día
domingo, toda la vestimenta era nueva para no ser reconocido por la población
marquina en el momento del baile que era el fin supremo de toda la
parafernalia. Hay que precisar, que el baile de Los Huancos tiene como
característica que el danzante-Negro o Chisga-no deben ser reconocidos. En
ambos casos los danzantes bailan con la cara cubierta bien sea por máscaras ò
pañoletas, sean Negros o Chisgas.
El día jueves bailamos hasta
altas horas de la noche, en casa del mayordomo y principales calles de la
ciudad, en número de treinta danzantes al son del pincullo y la caja. Qué
maravilla, no había cansancio para los jóvenes, el “Cortahuarango” era repetido
una y otra vez, los garrotazos se sucedían uno tras otro y así concluyó la
tarde de jueves de Corpus Christi, en casa del mayordomo en horas de la noche.
Se esperaba el domingo de Octava una mayor concurrencia porque era domingo,
faltaba muy pocos días para ello, escasos tres días nos dijimos y nos citamos
los amigos para aquel día, retirándonos cansados del baile agotador.
En la ciudad de Marca, cada año
como en todo pueblo del ande existe su fiesta patronal, en Marca es el 10 de
agosto, además existen otras festividades en el calendario marquino y una de
ellas es el baile de Los Huancos de Marca, donde existen algunas chaperonas
comúnmente llamadas “Llúchash” quienes acompañan a los danzantes en las festividades,
son las que se preocupan que no les falte nada a los danzantes. Nuestras Llúcash
para aquella festividad se habían preparado como nunca para la Octava del
Corpus Christi del domingo 31 de mayo de 1970, éramos seis los danzantes que
haríamos tres parejas aquel día, tendríamos que salir de la casa de Gliceria
ubicado en la calle Víbora, ataviado con nuestras indumentarias para la
ocasión, esta vez vestido de Chisgas y Negros y bailar junto a los demás
danzantes que en gran número ya bailaban en la octava de ese día, las Chisgas
seríamos “Tobín”, “Melgarejo” y “Dolton”, mientras que nuestras parejas vestido
de Negros eran “Wilson”, “Eña” y “Chía”, las Chisgas éramos mucho más altos que
los Negros, las Llúcash tenían que estar muy acomedidas a nuestros menores
requerimientos, cuidar que no se nos desprenda algún aditamento de la vestimenta,
habían sido encomendadas para ser nuestras chaperonas, cada una de ellas
portaba una canasta donde había desde un pequeño alfiler hasta una pollera por
si le pasaba algo a algún danzante.
Aquel día, estrenábamos ropa
nueva de mujer, la que me tocó era una monilla de color azul brillante, se
diría azulino, la lliclla de color rojo escarlata con cinta labrada de color
negro, la saya de color negro con abertura en la parte delantera, unido por un
cintillo del mismo color de la monilla, que hacía ver el blanco justan con
grecas anchas y bordadas, luego las tres polleras de diferentes colores y
bordados, en la cintura poseía dos pañoletas de seda fina amarrados en la parte
delantera, tenía una cabellera postiza de mujer en dos trenzas que me llegaba
hasta la altura de la cintura, el sombrero de paja con flores artificiales de
diferentes colores, el collar de diferentes tamaños y colores, de perlas chicas
y grandes, guantes blancos, zapatillas y medias blancas para dar mayor agilidad
en el baile, la cara lo teníamos cubierto con dos pañuelos de colores uno
transparente y el otro más denso en la trama y la urdimbre para no ser
reconocidos ni por el mas acucioso de los espectadores.
Al promediar las tres de la tarde
salimos a la calle los seis danzantes, sería muy difícil que alguien nos reconozca
porque la vestimenta era nueva; hay que precisar que la vestimenta de la mujer
marquina es muy apreciada a nivel nacional è internacional, por su
peculiaridad, el colorido y los componentes de la vestimenta que es usado por
las mujeres con mucho donaire y exquisitez. La casa de Gliceria quedaba en la
que antiguamente se llamaba calle Víbora, donde nos habíamos preparado y
“cambiado”, salimos cada uno con nuestros Negros, precisamos para nuestros lectores
que no conocen este baile, que es una danza aparte de ser guerrera es jocosa y
satírica teniendo como participantes a los Negros y Chisgas(hombres vestidos de
mujer). Las Chisgas abrazábamos al Negro por el hombro, como una madre abraza a
su hijo, el Negro abrazaba por la cintura, no había otra forma, los Negros eran
más pequeños en estatura que las Chisgas. Nos dirigimos por la calle Grau hacia
el norte, el grupo de danzantes de la fiesta de Corpus Christi de aquel año se
encontraba bailando delante de la casa del mayordomo don Félix Támara ex
alcalde de Marca, el baile se hacía al centro de la calle, muy cerca al barrio
San Cristóbal, entramos a la ronda de los danzantes y:
-
¡Puño
arriba...! ¡Puño arriba...! - gritaba el caporal al centro del ruedo
El reloj marcaba las 3.23 p.m.,
el Pincullero, don Roberto Padilla Gómez a quien cariñosamente llamábamos “Llupico”,
entró en su momento más exultante, tomó más aire para despedir con más fuerza
el pincullo y el tono del “Cortahuarango”, se encorvaba hacia adelante y hacia
atrás, la caja retumbaba en medio de la calle, los danzantes, haciendo la ronda
con el puño en alto, había mucha bulla, el público gozaba con el baile de los danzantes,
los danzantes nos dábamos arengas alzando el puño antes del garrote, ¡Puño arriba...! ¡Puño arriba...! un
Negro contra una Chisga era lo convenido por el Caporal y el Alguacil, quienes
imponían el orden y la disciplina, ambos al medio. El tambor sonaba con más
fuerza, era con fiereza por el ritmo guerrero que le imponía, todos los Negros
y Chisgas que en número de cuarenta ya bailábamos con el puño en alto como antesala
del Cortahuarango, cuando en esos
momentos sentí que me jalaban con fuerza, era una de nuestras “Llúcash”, Genoveva,
diciéndome:
-
¡Corre
José...corre! – me decía
-
¡Temblor¡ - dijo
alguien.
Corrimos hacia el sur, hacia el
norte, tal vez hacia el este. ¡Fueron los 45 segundos más dramáticos, de desesperación
y de terror en mi vida!...era el domingo 31 de Mayo de 1970.
Aún con los ojos cubiertos por la
pañoleta que cubría mi rostro, escuché que las enormes piedras que había al
lado Oeste de la calle Grau de pertenencias de don Glicerio Silva padre de mis
amigos Porfirio, Manuel y Amancio se vino abajo con un ruido ensordecedor al
que esquivamos a duras penas corriendo hacia el otro lado, el suelo temblaba
con fiereza, había pánico entre la muchedumbre, gritos y llantos por doquier,
cuando la pared de la casa que en realidad era una “Racka” por estar
semiderruida por el paso del tiempo, la casa de don Antonio Silva a quien
llamaban “Shancurero” el que se desplomó, corrimos hacia el lado contrario para
subir encima de las piedras que segundos antes se habían desplomado, fueron los
segundos más aterradores de mi vida.
La danza de Los Huancos es una de
la más antigua caracterización festiva del distrito de Marca, aquel 31 de mayo
era la Octava de la fiesta de Corpus Christi que en fecha movible se realiza
todos los años. La tierra no paraba de temblar, ya nos habíamos sacado las
pañoletas que cubrían nuestros rostros por la inmensa polvareda existente, ya
no importaba si caminabas por la calle vestido de mujer, el momento era de
miedo, de terror y desolación; el ambiente comenzó a nublarse, el polvo
negruzco venía de sur a norte por la calle, como la peste, comenzó a cubrir el
espacio, teníamos mucha dificultad para respirar, comenzamos a caminar en la
oscuridad hacia la plaza de armas por la calle Grau. En la esquina de Alfonso
Ugarte con Grau encontramos a don Víctor Quinto, tenía medio cuerpo aprisionado
por los adobes contra la pared de don Celestino Virhuez. La pared de don Nilo
Ortiz Virhuez se había desplomado con tan mala suerte que sepultó medio cuerpo
de Víctor Quinto quien fallecería horas más tarde en su casa, en Jacacuchu.
Fueron cuarenta y cinco segundos
de angustia y terror, había sucedido uno de los mayores terremotos en la historia
del Perú con 7.9 grados en la escala de Richter, cuyo epicentro se había
producido en las costas de Casma y Chimbote, en el océano pacífico, afectando
casi todo el departamento de Ancash, parte de Lima, Huánuco, La Libertad y
otros departamentos. Por fin llegamos a la plaza de armas sorteando adobes, tejas,
palos y piedras, toda la población se apostó en dicho lugar, o la mayoría, era
el lugar más apropiado nos dijeron, por la cantidad de polvo de color marrón
oscuro se veía solo a dos o tres metros de distancia, no se podía respirar, el
caos era general, niños y mujeres lloraban pidiendo clemencia, que Dios aplaque
su ira, que ya era demasiado el castigo, pensamos que era el fin del mundo, nos
encontrábamos en la plaza de armas agarrados de la mano entre todos, cuando se
repetían los temblores, la tierra seguía temblando causando más pánico entre la
población, el movimiento telúrico con fiereza había cobrado otra víctima a la
altura de Aliso, era una niña de 10 años de edad llamada Mirella Quispe Carrión
venía a la ciudad a presenciar el baile de Los Huancos junto a su madre Eplla
Carrión, el desprendimiento de una piedra que los marquinos llamamos “Galgada”
impactó en la cabeza de la niña matándola instantáneamente en el camino hacia
la ciudad.
Ese día toda la población durmió
en la Plaza de Armas, Plazuela y Patios, se repitieron cientos de temblores en
la noche causando gran pánico, en los siguientes días mediante la radio nos
enteraríamos que el terremoto en grado 7.9 de Richter epicentro registrado en
el Océano Pacífico frente a las costas de Chimbote y Casma había cobrado la
vida de más de 80,000 personas y 20,000 personas desaparecidas, era la ¡Hecatombre!,
uno de ellos, mi primo Félix Cueva Soto en Huaraz, cuyos restos nunca fueron encontrados
a pesar de los esfuerzos por ubicar de su madre doña Felicia Soto Padilla, su
esposa doña Ricardina Sarria y la Cruz Roja Internacional.
Fue sepultada la provincia de
Yungay por el alud que ocasionó el desprendimiento de una parte del Huascarán,
reportaron la existencia de unos 150 mil heridos y miles de damnificados solo
en el departamento de Ancash lugar de una de las hecatombes de mayor trascendencia
en la historia de la humanidad. En Chaucayán un grupo de marquinos y profesores
del colegio se salvaron, porque minutos antes de la hora fatídica, el chofer del
camión San Lorenzo don Pedro Espinoza Soto, había parado porque se sentía
indispuesto por lo que paró en dicho anexo.
El mismo día del terremoto a las
12 del medio día se había inaugurado el mundial de fútbol México-70, empatando
a cero goles las selecciones de México y Rusia en el partido inaugural. En
Yungay siguió al terremoto un aluvión que sembró la muerte de 25,000 personas,
solo se salvaron quinientas personas que pudieron llegar a la parte alta donde se
encuentra el cementerio y cuatrocientas personas que se encontraban en el
estadio municipal entre jugadores y espectadores según informaciones, el alud
borró la provincia de Yungay, donde nunca más se construirían casas sino
convertirla en un camposanto y buscar su reubicación, donde actualmente se
yergue la siempre bella “Yungay hermosura”.
Cincuenta y dos años después
recordamos este hecho doloroso y dramático que enlutó a miles personas en el
departamento cobrando dos víctimas en Marca la mayoría de la población se
encontraba en el baile de los Huancos por ello las pocas bajas humanas, pero sí
numerosos heridos y daños materiales que hasta el día de hoy persisten y
perduran al no haber podido rehabilitar los daños causados aquella fatídica
tarde donde pasamos del alegre festejo de la fiesta del Corpus Christi al llanto
y desolación más terrible de nuestra historia. ¡Qué tragedia! Fue una
¡Hecatombe!
En las siguientes horas de la
tarde se sucedían temblores cada dos o tres minutos, causando gran pánico a la
población, ya nos encontrábamos en la plaza de armas, y pasar la noche como así
se hizo, el alcalde que en ese entonces era don Celestino Virhuez, él y las demás
autoridades poco podían hacer, incomunicados, por aquellas épocas las noticias
se podían transmitir solamente a través de correos y telégrafos y escuchar la
radio de alguna emisora de la capital, que no funcionaban; toda forma de
comunicación había colapsado, la carretera con derrumbes por todas partes, los
caminos de herradura totalmente destruidos, por aire, ni hablar, los siguientes
días solo se escuchaba el paso de un avión a diez mil pies de altura.
Sencillamente pensé que era el
fin del mundo, en la noche los pobladores sacaron sus mantas y frazadas de
algunas casas que quedaban en pie, y dormir en la plaza de armas, plazuelas y
patio de sus casas, se trataba de escuchar las radios de la capital y no había
señal. Al dormir en la intemperie aquella noche escuchaba ruidos ensordecedores
debajo de la tierra, parecía que se deslizaba la tierra de un lugar a otro,
había ruidos que daban mucho temor, crujían inmensas rocas, tal vez se
posicionaban o volvían a su lugar, pensaba que en cualquier momento la tierra
se abriría y sencillamente nos engullía, el ruido era sencillamente aterrador.
El martes dos de junio, la
selección peruana debutaba frente a Bulgaria por el mundial de fútbol
Mèxico-70. En el Perú se había creado gran expectativa por este partido ya que
se regresaba a un mundial después de 40 años, desde el año de 1930 esta vez por
mérito propio, porque a aquel primer mundial de futbol el Perú fue invitado.
Días antes del primer partido de nuestra selección con los amigos teníamos gran
expectativa para escuchar por radio el partido. En la plaza de armas alguien
pudo conseguir una radio donde ya se escuchaba los mensajes que mandaban
algunos provincianos hacia Lima y viceversa, se pasaban horas y horas informando,
mandaban saludos desde Huaraz hacia Lima donde se encontraban sus familiares,
que no les había pasado nada, sino un gran susto nada más, las radios se pasaban
horas y horas informando con nombres propios.
Las emisoras radiales comunicaban
donde se había producido el epicentro, a la altura de Chimbote a 60 kilómetros
mar adentro, informaban de los pueblos más afectados, las provincias ò distritos
más destruidos o desaparecidos por efectos del terremoto. Se decía que había
miles de muertos, que el departamento de Ancash había sido la más afectada, ya
se había localizado el epicentro. Hay que precisar que por aquellos años la
comunicación así como las oficinas del Senamhi, los sismólogos aún no tenían
los equipos sofisticados que ahora poseen, por lo tanto les era más difícil
detectar los daños, menos predecir los acontecimientos telúricos.
Dos días después, la tarde del
martes 02 de junio la selección peruana nos daría una alegría inmensa en el
mundial de futbol de México-70 en su debut frente a Bulgaria a todos los
sufridos peruanos que nos encontrábamos en desgracia por lo ocurrido. Después
de ir perdiendo por dos goles a cero, remontaron el marcador para finalmente
ganar por tres goles a dos, con goles de Alberto Gallardo, Héctor Chumpitaz y
Teófilo Cubillas, que alegría para los aficionados al deporte del fútbol. Todo
el Perú se resarcía en parte del dolor y la tristeza por la desgracia ocurrida
dos días antes, para celebrar el gran triunfo peruano; gran acontecimiento que
nunca más se borraría de mi mente.
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