En el día de los Enamorados...
MI PRIMER AMOR
Historia de Amor en el
día de San Valentín
Por: José Santos Gamarra Soto
El Amor, dulce palabra de sentimientos infinitos, si es desde niños, mejor
Hablar del Primer Amor, es algo que nos mueve las
entrañas mismas de nuestro ser y poder decirlo con franqueza es liberarse un
poco de la vida tormentosa que podrías llevar a raíz de ella, dicen que “El
primer amor nunca se olvida”, no importa como haya sido esa experiencia, pero
queda en nuestros recuerdos, así pase el tiempo, porque nos deja una marca
indeleble en el alma y el corazón. Sin duda la infancia y adolescencia son
etapas muy bellas en la vida de un ser humano, más si es en nuestra querida
tierra de Marca, porque quedan hermosos recuerdos que a medida que pasa el
tiempo se hacen más imperecederos y de gran recordación.
Corría la década del 50' del siglo pasado,
cuando mi vida lo compartía entre Marca y Cochacar; era Machicoc Wambra en los
maizales de Cochacar que mis padres sembraban bien sea en chacras propias o al
partir como socio de algún vecino. Como hijo menor, tenía la responsabilidad del
cuidado de los animales menores de mis padres como las yeguas, burros, ovejas, cabras y chanchos, también me encargaban del cuidado de los animales
domésticos como las gallinas, patos, cuyes y otros animales para proveerles de alimentos y demás, tanto en Marca
como en Cochacar dada la cercanía de estos lugares.
Cuando me encontraba en Marca
a la edad de siete u ocho años pastaba
mis chanchos por las inmediaciones de Pián, Chollku, Kachtcaz, Anràn y otros
lugares cercanos o aledaños, pertenecientes a la jurisdicción de Chaupìsmarca; en dicho
barrio, mis padres construyeron una casa en la calle Amargura, inaugurado el 08
de diciembre de 1,960, con fiesta incluida, Don Pedro Rodríguez Lázaro como
guitarrista, quien era compadre de mis padres por haber bautizado a Cosme.
Actuando como padrinos de la casa el Sr. Aquilino Flores Silva y doña Marcelina
Lázaro Fabián, con quienes también mis padres eran compadres por haber
bautizado a Hermenegilda, con la que hasta el día de hoy nos tratamos como
hermanos.
Pastaba mis chanchos por
los lugares indicados junto a algunos niños y niñas quienes también pastaban sus
puercos por encargo de sus padres. Había una niña que por razones obvias no mencionaré
su nombre, con quien nos encontrábamos casi a diario por las inmediaciones de
Anrán, jugábamos mucho a papá y mamá, mientras nuestros chanchos hoceaban y pastaban
en los abundantes pastizales que existían por esos parajes, ella, era una niña muy
bonita de cabello castaño, un año mayor que yo, con quien me gustaba jugar a papá
y mamá cosa que a ella no le desagradaba. Después de algunos años de nuestros juegos
por dichos lugares nos separamos por cosas del destino, ella terminó la
primaria y sus padres la mandaron a estudiar
la secundaria a Lima.
Después de largos ocho años
que habían transcurrido y estando en el
año de 1,968 nos encontramos en la fiesta patronal de Marca, yo había regresado
a estudiar el tercero de media a Marca luego de estudiar el primero en Huaraz y
el segundo en Barranca ésta vez, me encontraba estudiando el tercer año de
secundaria nada menos que en Colegio Nacional Mixto San Lorenzo de Marca. Ese
año contaba con dieciséis años de edad.
Para la fiesta patronal, como todos los años,
llegó mucha gente de la capital así como de otras provincias, la fiesta
patronal de Marca es una de las mejores de la zona, porque tiene un sitial
ganado a través de muchos años, diremos
de muchas generaciones. Después
de muchos años me encontré con esa niña
con la que jugábamos pastando chanchos, era, casi nueve años que no nos veíamos,
estaba hecha una señorita, muy agraciada y hermosa jovencita.
Nos
encontramos en la plaza de armas en la noche del nueve de agosto, víspera de la
fiesta en honor al patrón san Lorenzo de Marca, ella, se había convertido en
una señorita muy agraciada y de muy buenos modales, de sonrisa angelical, y
estudiaba en un colegio de la capital, había llegado a gozar de la fiesta
patronal, conversamos mucho de nuestra niñez y de los lugares de Anrán, Pián,
Chollcku, Kachtcaz y alrededores, al día siguiente lo mismo, volvimos a
encontrarnos y caminamos por toda la ciudad como dos buenos amigos, y en la
noche le propuse que sea mi enamorada, cosa que
ella aceptó.
El primer amor llega como un vendaval, luego pasa al rincón del olvido.
Era mi primera enamorada oficial,
mejor dicho, mi primera enamorada formal; al día siguiente seguimos saliendo y
gozando de la fiesta patronal. Al tercer día ella tuvo que partir a Lima, a
seguir con sus estudios, yo quedaba en Marca, hasta diciembre nos citamos,
hasta las vacaciones, ella terminaba la secundaria ese año en Lima. Regresaría
a Marca después de la clausura y la finalización de sus estudios secundarios,
con ése compromiso partió a Lima.
Por aquellos años en el mes de diciembre
era costumbre el baile de las “Marchanas” y los “Negritos” en las fiestas
navideñas llamado también como “Los Caporales”. Era una fiesta obligada en el
calendario marquino, fiesta costumbrista de mucho arraigo. Recuerdo cuatro años
antes a aquella fecha, a mi regreso de Huarás después de haber estudiado el
primer año de secundaria en el mes de diciembre de l,964 mi hermano Ciro bailó
como Negrito, a mucha insistencia de mi madre-eso me decía mi hermano en su
carta enviada a Huaraz-dicho año bailó junto a Baciliano Cueva, Juan
Cueva y Mario Gamarra.
El escenario ahora era cuatro
años más tarde, es decir, el año de 1,968, mi enamorada al finalizar el año
regresó a Marca, como habíamos convenido en el mes de agosto, llegando a Marca
el 24 de diciembre en horas de la tarde, sin embargo aquella tarde por cosas
del destino, no pude saludarla. Al llegar a la casa de mi enamorada, la vi bailando
con uno de los caporales, ese año sus padres organizaban dicha fiesta en su casa, ella bailaba
con el colibrí en la mano al son de la orquesta vernacular, que era el marco
musical de la estampa costumbrista de los Negritos.
Al verla bailar con uno de
los danzantes me quedé parado, sin acercarme a ella y ni siquiera saludarla. Como
un adolescente caprichoso no pude reprimir mi enojo y no saludé a mi enamorada, me retiré, no fui a saludarla
sino hasta el día siguiente, quien había retornado desde Lima, por el pedido y
acuerdo que tuvimos en el mes de agosto con motivo de la fiesta patronal. Un comportamiento
muy desafortunado de mi parte, que lo lamentaría
posteriormente.
Dos días después de culminada
las fiestas navideñas, junto a mi padre viajamos a Huaraz a pedido expreso de mi padre, él, me dijo que era por mis vacaciones;
me fui a Huaraz sin despedirme de ella. Recuerdo,
que caminaba por el centro de chopicalle con mi maletín al hombro, salía de la
ciudad junto a mi padre rumbo a Huaraz, mientras ella se encontraba mirándome
en la puerta de su casa en la misma calle a tres cuadras de distancia, sin
poder decirle nada, quería retroceder e ir a disculparme lo que estaba
haciendo, por dejarla en la puerta de su casa, pero la fatalidad, el cruel
designio de mi destino, me empujaba ciegamente hacia adelante y prosiga mi
camino, algún genio maléfico entorpecía acaso, la dicha de éstos adolescentes
que se querían, pero que el destino nos separaba, equivocadamente, pensaba que
le estaba haciendo pagar la afrenta de haber bailado con el “negro”, antes de
encontrarse conmigo, y había bailado con el negro sin mi permiso, tal era el
motivo de mi comportamiento.
Llegué a Huaraz, mi padre me
buscó un trabajo en la oficina del abogado Robles, éste abogado era el letrado defensor
de mi padre en los juicios que tenía en Recuay y Huarás, hice trabajos de amanuense en
dicho estudio jurídico, los tres meses de vacaciones, desde Enero hasta los
primeros días de abril.
Durante mi permanencia en el
estudio del abogado, llegué a redactar hasta tres cartas a mi enamorada para enviarlos a Marca
dando las explicaciones de mi salida abrupta de Marca, ninguno de los cuales
pude enviar también por cosas del destino, que dicho sea de paso por
esos tiempos alguna comunicación solo se podía enviar vía correos y telégrafos, no había otro medio
de comunicación, eran cartas muy cariñosas, contándole las peripecias de mi
viaje de Marca a Huarás, le contaba las terribles nostalgias que pasaba en ese
lugar, la pena y soledad, así como el ardor creciente de mi amor hacia ella.
Algunos años después cuando le conté
de tal hecho a uno de mis mejores amigos en Barranca, éste, me dijo que como la carta
estaba escrito a máquina de escribir y no a puño y letra, nunca llegó a su
destino, ”Las cartas de amor se escriben a mano she...” me decía mi amigo, dichas cartas los tenía en el cajón de mi
escritorio, y cuando terminó mi pasantía en el mes de abril me los llevé
conmigo, y lo tuve por varios años más, sin saber qué hacer con ellas.
Por cosas del destino nunca los
llevé en Huaraz a la oficina de correos y telégrafos, y no los envié a Marca, en esas cartas
también le explicaba, que me había excedido en mi comportamiento, y estaba
arrepentido de mis actos y que cuando regrese a Marca los primeros días de
abril, sabría explicarle mejor las cosas, pero nunca pude enviar las cartas
redactadas. Bien dice el dicho: Lo que no está por suceder "así le pongas todo el
empeño, no sucede"
Pasaron
rápidamente los tres meses de vacaciones y el trabajo para mí, esos tres meses en
Huarás los pasé en casa de mi primo Félix Cueva Soto, quien era ebanista, hacia
trabajos muy bonitos, Félix, era uno de mis mejores primos que recuerde,
siempre atento y muy preocupado era muy cariñoso con toda la familia,
anteriormente, cuatro años antes, cuando murió mi madre me acompañó en mi
regreso a Huarás y justificó como apoderado mi inasistencia de tres semanas al
colegio por duelo y pérdida de mi madre. Esta vez era al revés, las vacaciones los hacía en
Huaraz y los estudios en Marca, paradojas de la vida, me decía.
Llegado el mes de abril de ese año y al regresar a Marca, desde Huarás, me fui hasta Barranca a visitar a mi padre y mi hermano Ciro y a comprar mis
útiles escolares, ellos vivían en
Barranca, era la primera semana del mes de abril, de allí me iría a Marca al día siguiente para seguir
mis estudios que muy pronto se reiniciaría, como efectivamente lo hice, luego
de comprar mis útiles escolares, esta vez entraba al cuarto de media, año de
1969.
Llegué
a Marca el primer domingo del mes de abril, era Semana Santa, en la tarde del
Domingo de Ramos, era todavía invierno, dejé en casa de mis padres el maletín
que llevaba mis pertenencias y fui a buscar a mi enamorada, me encontraba un
tanto asustado, o angustiado diría, tenía algo de temor, de remordimiento, porque
me había marchado a Huaraz sin decirle nada y ahora regresaba después de más de
tres meses como si no hubiera pasada nada.
Me di ánimo y fui en su busca,
a su casa, ella me recibió muy amable, como si no hubiera pasado nada, yo me
preguntaba ¿qué estará pasando?, ¿acaso no me va a decir nada por mi ausencia
de tres meses?, ¿se habría olvidado que era su enamorado?, ¿no le importaba?,
hablamos mucho esa tarde, de música principalmente, por esos años las canciones de los
Beatles y los Rollings Stones eran lo último de la moda.
Dos año
antes, en el año de 1967 los Beatles habían creado su álbum “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”, llamado en el Perú como "Sargento Pepper's" o "Sargento Pimienta", considerado por muchos como una obra maestra del arte de la música.
Ésta banda reconocida como la más exitosa que cambió acaso la sociedad mundial
y aclamada en la historia de la música popular desde el año de 1,960 así como los
Rollings Stones desde el año de 1,962 con Mick Jagger como líder de la
banda, eran los iconos de aquella aquella época. A partir de 1968 ya aparecía también la música de Led Zeppelin y Pink Floyd, Hoy, después de seis décadas la música de los Beatles continúa siendo popular, ganadora de muchos premios por todo el mundo; sus nuevas canciones
eran motivo de apasionadas conversaciones
por los jóvenes como la que sosteníamos ese día con mi enamorada.
Hablamos de todo, menos de mi mal
comportamiento, en esos tres meses ni un saludo, ni una carta, ella había
regresado a Marca desde Lima a mi exigencia, en el mes de diciembre y yo me mandaría a mudar a Huarás y
regresaba, orondo, como si no hubiera pasado nada; esta vez ella me tenía
preparado una bonita sorpresa que jamás olvidaría.
Nos encontrábamos conversando
un buen rato en la puerta de su casa, casi dos horas de amena charla, muy animadamente, entre risas, gastándonos algunas bromas, pensaba en mi ingenuidad que ella me había perdonado de mi mal comportamiento, cuando vi acercarse
a uno de mis amigos con el que jugaba fútbol en las tardes en la cancha que
quedaba junto al colegio, iba de sur a norte por la vereda, por Chopicalle. Mi
enamorada vivía por Pircay Marca, el amigo vestía uniforme de guardia civil, se
iba acercando más y lo reconocí nítidamente, pensé que pasaría por allí, además
estaba uniformado, y por lo tanto estaba
trabajando, pensé.
Pero grande fue mi sorpresa
cuando se paró a media cuadra de donde estábamos
conversando con ella, en la esquina de don Silvinio Gamarra, actual Lenin Valenzuela, la llamó a mí
enamorada con una seña, ella me pidió permiso cortésmente, con la siguiente
frase:
- Disculpa que te deje aquí parado, me
está llamando
Mi enamorado- me dijo
- ¿Qué?, ¿Cómo? ¿Mi enamorado? –le pregunté
angustiado
- Si, mi enamorado, perdona que no te dé
más explicaciones
- me repitió y se
alejó.
Se fue al encuentro del
enamorado, con quien se saludaron muy efusivamente; agarrados de la mano se fueron caminando por la calle Leoncio Prado rumbo al barrio de San Cristóbal, era el primer revés que sufría,
-¿tamaña cosa me puede suceder a mí?- me preguntaba una y otra vez, lo que
había pasado era que al no haberle
hecho caso en el mes de diciembre a mi enamorada a su retorno de Lima, por el
acuerdo que teníamos, me había portado de una manera no apropiada y me fui a
Huaraz sin decirle nada, sin despedirme, sin darle explicaciones, y regresaba
después de más de tres meses de ausencia, entonces la vida me pasaba la factura,
es para no creerlo, me repetía.
Los siguientes días los veía
por algunos lugares, la felicidad de la pareja se expresaba en sus actos, se
paseaban por todo Marca, incluido los caminos, las chacras, agarrados de la
mano, enamorados, nunca más sabría nada de ella, solamente algunas noticias en años posteriores, que me decían que era
muy feliz con su esposo, llegando a procrear varios hijos. En algún momento alcancé
a decir-bien por ella-ante algún
familiar y amigos más cercanos.
Así terminaba la historia de mi primer amor,
que años más tarde recordaría con algún remordimiento y culpabilidad, pero al
mismo tiempo de felicidad y satisfacción, porque ella era feliz con su familia.
no era muy inteligente, el sueldo de guardia siempre fue escaso.
ResponderEliminarmi primer amor fue una que vivia en la plaza y salia a la puerta de su casa cuando venia alguna pariente de lima, con sus bultos, al atardecer. seguramente pan de la costa, arroz, leche, fideos, que compraban mas barato que en las bodegas del pueblo
ResponderEliminarUna que vivía en la plaza Mmmmmmm, me parece que se quien es...bueno, todos hemos tenido nuestro primer amor, algo muy hermoso por cierto, de frescura y delicadeza inigualables, porque todo era con verdadero amor y no fingido...¡que tiempos aquellos!.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarotra que me gustaba era una que corria de su casa a la otra banda, pero era timida, y ni me miraba.Luego se caso con un policia, asi es la vidu, muy rapido se comprometen en vez de estudiar.
ResponderEliminarJajaja ya se quien es...cierto, era muy tímida, seguro cuando te le acercabas te decía: "pekequitami rumihuan ramaramushack..."(Te voy romper tu cabeza con piedra)...
EliminarMI AMORE NO SE LAVABA CON JABON DELIMA
ResponderEliminarNo pues, en esos tiempos era el: "POKUSHKA ISHPÉ"(Orina fermentada) con la que se lavaba la cabeza, antes cuando más niñas, con yerba santa que era mejor que el jabón de tocador...
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