******HECHOS HISTÓRICOS DE MI TIERRA******
PUTURRUNCU Vs. MANCALLUSHPI
José
Santos Gamarra Soto
En
el año de 1959, a la edad de ocho años presencié una de las peleas más
comentadas, espectaculares y de larga duración jamás vista en Marca denominada
“La Pelea del Siglo”, era el mes de marzo y tarde de invierno que aún se
manifiesta la existencia de neblinas y lloviznas. Un grupo de niños jugábamos
en la plazuela, al costado del obelisco, junto a mi primo Máximo Sayán Salinas
a quien lo llaman “El Chino” por ser hijo del “Chino” Rolando Sayán y mi tía
Alicia Salinas Cubillas, hermana de mi padre, habían otros amigos de mi edad muy
cerca al Obelisco que perennizaba el Centenario de la creación política de
Marca (1857 – 1957), aniversario que se celebró en el año de 1959.
Por
aquellos años existía un puquio en la esquina noreste de dicha plazuela, al
lado de la casa de doña Artemia Padilla Rondón a quien la llamaban
cariñosamente “Cuntulina”; desde ese puquio, se sacaba agua en baldes para la
cocina, los pobladores que vivían en el perímetro de la plazuela así como las
primeras cuadras del Jr. Bolognesi llamado chopicalle, como era mi caso al
vivir mi abuela Tomasa Padilla Ferrer en la primera cuadra de esa arteria; las
filtraciones de los puquiales eran cristalinas y limpias, por esos tiempos no
había agua potable en Marca, para el consumo humano se recurría a los puquiales
existentes.
Otro
puquio muy importante para la vida de los marquinos en esos tiempos era el de
San Cristóbal muy cerca de la casa de don Eulalio Espinoza a éste, lo llamaban
“Diablo”, un tercer puquio que existía estaba ubicado en la esquina nor-este de
la Plaza de Armas al costado de la casa de don Trasfil Gamarra; por el barrio
de Mitana existía otro puquio frente de la casa de don Silverio Soto, y por
llushu cerca de la capilla San Lorenzo había otro puquial, éstos puquios eran
los que abastecían de líquido elemento a la población de Marca para la cocina,
sin contar “Wiscor Puquio” que quedaba cerca del huerto del profesor Jorge
Victorino Tolentino Gamarra.
Esa
tarde del mes de marzo del año de un mil novecientos cincuenta y nueve, contaba
con ocho años de edad, dicho día lo apacible de la ciudad característico por la
época invernal se convirtió en una tarde de mucho ajetreo y jaleo al armarse un
lío de proporciones precisamente en el puquio de doña Artemia Padilla Rondón.
“Puturruncu”, cuyo verdadero nombre era
Alejandro Cosme Fabián se acercó al puquial con la finalidad de tomar agua, era
joven tendría unos veinticuatro años de edad, estaba ebrio, se tiró de bruces
al suelo para tomar el líquido elemento, cuando fue levantado en vilo por
“Mancallushpi”, llamaban así a Manuel Gamarra Padilla, hijo de Doña Artemia Padilla Rondón
y Don Hormigides Gamarra Márquez, quien a su vez era hermano de mi abuelo paterno Don Braulio Gamarra Márquez; Mancallushpi había llegado de la capital, también se
encontraba ebrio.
Éste,
en una actitud prepotente le prohibió que tome agua del puquio que quedaba
delante de la casa de su madre diciendo que ellos eran los dueños del puquial,
por tanto no debía tomar agua sin su permiso. Al sufrir el atropello-porque el
agua que se bebía en esos tiempos eran de los puquiales y nadie prohibía el
agua por ser de todos-Puturruncu, se levantó y respondió a Mancallushpi con
palabras soeces, armándose así una discusión para luego llegar a los golpes.
Mancallushpi, era medio acriollado y hablaba muy fuerte, usaba botas
puntiagudas que era la moda del momento, éste le dio un puntapié a Puturruncu,
el mismo que respondió sin inmutarse; ambos tendrían casi la misma edad, habían servicio al ejército peruano, después
de las patadas pasaron a los puñetes y se trenzaron en una pelea de nunca
acabar.
Mancallushpi
llevaba cierta ventaja por estar con las botas puestas, sin embargo Puturruncu
jamás claudicó en su intento de golpear al rival. Todos los muchachos veíamos
el accionar de ambos contrincantes por vez primera veíamos los “Rectos de
izquierda y derecha”, los “Jabs” y los “Ganchos”, era la “Pelea del siglo” ponían
en práctica esas técnicas del boxeo, novedoso para los lugareños que
presenciábamos con cierto temor pero con mucha expectativa, en plena pelea
pasaron por los terrenos que sería el futuro mercado de Marca, terreno que se
encontraba en la plazuela a medio construir; llegaron hasta el puente de calicanto.
La
tarde estaba lloviznando y había mucha neblina, ya había buena cantidad de
curiosos que “espectaban” la pelea, así nomás no se suscitaban éstos
acontecimientos tan peculiares, ambos contrincantes cruzaron el puente de
calicanto en plena pelea, nadie entraba a separarlos, se dirigían hacia la
plaza de armas. Esta pelea era tan peculiar, que años más tarde en el año de
1975 cuando en el Cine Teatro América de Barranca vi las películas de Charles
Bronson los clásicos “El Luchador” y/o
“El Peleador Callejero” me recordaba la pelea que años antes había presenciado
al lado de mis amigos aquella tarde de invierno en Marca.
En
la ciudad había un solo Guardia Civil, que estaba en comisión de servicio fuera
de la ciudad; por ello no acudía al lugar de los hechos, ambos boxeadores se
insultaban fuertemente por lo borracho que estaban, las patadas y puñetes,
menudeaban uno tras otro, así llegaron hasta la esquina de la plaza de armas,
esquina de doña Hildaura Flores Maguiña, ambos peleadores callejeros se
revolcaban trenzados por el suelo, en un descuido, Mancallushpi le da una
patada en la sien izquierda a Puturruncu, emanándole un hilo de sangre del
parietal izquierdo, cuando Puturruncu, se da cuenta de la sangre, le dice a
Mancallushpi:
-
¡Espérate carajo!……..que yo también tengo mis
botas y voy a ponérmelas - Le dijo apuntándolo con el dedo.
-
Anda
póntelos…..que aquí te espero so huevón - le contesto Mancallushpi.
-
No te
me corras………que regreso inmediatamente - le indicó Puturruncu.
Se
fue a toda prisa a la casa de su madre que quedaba muy cerca, en el barrio de
Mitana, donde tenía guardado sus famosas botas rojas, con aplicaciones a los
costados, eran bordados con hilos amarillos o tal vez serían cremas, eran unas
botas tipo vaquero, con tacos altos, los tacos eran de color negro, mientras
que la punta de las botas era acerado como la proa de un barco, las botas llegaba
casi hasta la altura de la rodilla, dos minutos después bajaba por la calle
Salaverry, al costado de la iglesia, gritando:
- ¡Ahora si carajo!...........¡te quiero ver…!
- Le decía enseñando sus botas rojas
Que se los había puesto.
Nuevamente
se agarraron a golpes, en la esquina sur de la Plaza de Armas, esta vez en
igualdad de condiciones, la lucha era pareja y sin cuartel, no se daban tregua,
se revolcaban en el barro que se había formado por la lluvia, era el mes de
marzo, la gente miraba, nadie se metía a separar a los contrincantes.
Hacía
más de dos horas que la pelea se había iniciado, la pelea era muy pareja, ambos
jóvenes habían servido en el ejército hasta un año antes, eran reservistas,
eran fornidos y las patadas y puñetes que ambos se propinaban no les hacía
mucha mella en el cuerpo. La única persona que intentaba separar a los
peleadores callejeros era doña “Pulu” madre de Puturruncu que ya había llegado
al lugar de los hechos, en su intento de sepáralos, recibía manotazos casuales
de uno de los contrincantes que la hacía volar por los aires.
Cuando
finalmente llegó del campo el único policía, apellidado Ángeles, le decían
“Cuchi Senka Ángeles”-se había ido a Jacahuás a traer alfalfa para su
caballo-El policía se los llevó al puesto de la Guardia Civil que quedaba en el
segundo piso de la municipalidad, en la plaza de armas de Marca, decían que los
había encerrado en el calabozo, les hizo sacar a ambos las botas que poseían,
las correas y algún objeto punzo cortante que tuvieran y los encerró a ambos en
el mismo calabozo, para que continúen peleándose.
Al
día siguiente, ambos salieron del calabozo, tranquilos, cabizbajos y
avergonzados ya les había pasado los efectos del licor, estaban arrepentidos de
lo ocurrido el día anterior, concitando la atención de la población que así
nomás no se veía esta clase de peleas. Puturruncu y Mancallushpi años más tarde
serían muy buenos amigos.
Fuente:
Historia de Ivo
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