LOS COCACHOS Y PALMETAS DE MI ESCUELA
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LOS “CUCHI WACHATZECKS”…
Por: José Santos Gamarra Soto
En el traspatio o parte posterior
de la Escuela Primaria de Varones N° 1339 de Marca por los años 50 del siglo
pasado existían varios frondosos árboles de membrillo a orillas de los huertos
escolares donde se sembraban flores, cebollas, rocotos, culantros, yerba buena
y chincho; las flores del membrillo eran una belleza observarlos en épocas de
lluvia, y en tiempos de verano los tallos se veían secos y robustos, el tallo
tierno y seco de éstos membrillos era usado por los profesores como material de
enseñanza en la pizarra que los alumnos llamábamos “puntero”, a su vez en
algunas oportunidades se convertía en un instrumento de castigo, dada su
característica. Al profesor Lucio Cubillas Tolentino, le gustaba revisar el
puntero, le daba doblez una y otra vez al tallo seco, delante de algunos
alumnos, como recordándoles que servía para castigarles a aquellos alumnos que
llegaban tarde, los que no iban a clases o los que se portaban mal dentro de
ella.
En las primeras horas de la
mañana antes del ingreso a la escuela, a partir de las siete y media se tocaba
la corneta, un alumno conocedor de estos menesteres tocaba desde la explanada del
segundo puente de Marca al que le pusieron de nombre puente Chinchay, en otras
oportunidades tocaba la corneta subido a una piedra, a orillas del río, cuyas
notas se escuchaba en todo el pueblo, su eco llegaba hasta dos o tres
kilómetros de distancia, en la cima de Chiuis era escuchada nítidamente,
después de quince minutos, tocaban la campana, como último aviso del ingreso a
la escuela, luego cerraban el inmenso portón con aldabas en alto relieve que
tenía el portón desvencijado de color verde oscuro, aquellos alumnos que no
llegaron a la hora señalada, tenían que formar una larga fila de tardones e
ingresar con la mano bien extendida para recibir, ya sea un correazo o un
fuetazo con el puntero de membrillo que
dolía más que la correa, ambos ocasionaban un dolor muy intenso y si la
tardanza se repetía tanto en la mañana como en la tarde, recibía entre cinco a
diez fuetazos según sea el caso.
Ya en clases o los recreos, niño
que se portaba mal era “saludado” con un fuerte porrazo o cocacho del profesor
Lucio Cubillas Tolentino, que tenía especial cuidado en castigar con los
nudillos de su mano derecha, parecía una porra o un mazo, cuyo dolor tenía
efecto retardado. En oportunidades usaban unas maderas como palmeta para el
alumno que no guardaba la compostura dentro del plantel o eran desaplicados.
Por aquellos tiempos nadie quería
ser analfabeto y todos los niños en edad escolar así sean mayores era
matriculado por sus padres sea varón o niña y si dejaban de asistir a la
escuela los moteaban llamándolos:
¡Faltón!, ¡Maltón! ¡Cuchiwachatseck!, ¡Check!, ¡Check!...
(Cuchiwachatseck significa “Padrillo de
las chanchas”).
Por aquellas épocas algunos
alumnos a falta de medios económicos o por la desidia de sus padres no
continuaban sus estudios en la escuela, argumentaban “a mi hijo no le gusta el
estudio”, motivo por el cual el profesor Félix Montenegro Ríos los hacía llamar a los padres de los niños para
ofrecerles la oportunidad, así sean mayores de edad. Recuerdo cuando tenía nueve años de edad
cursaba el segundo año de primaria, algunos de mis compañeros ya eran mayores,
contaban con veinte o veintiun años de
edad como Mariscot Padilla a quien llamábamos “Mallico”, Antonio Garro “Kokotillón”, Calixto
Fabián “Calicho”, Juan Silva “Pokushqa” y Saturnino Carrión “Shatucuru”, quienes eran jóvenes muy altos al
lado mío, alguno de ellos ya usaba bigotes, la sola presencia de ellos en
particular, me daba un poco de temor, puesto que tenía que ordenarles que se
porten bien en el salón de clases, mientras mi profesor salía.
El profesor Montenegro tenía
especial atención que sus alumnos estudien y concurran a la escuela todos los
días, habían algunos alumnos desaplicados y faltones a quienes se les llamaba “Cuchi
Wachatzecks”, eran los que no querían ir a estudiar a la escuela, alguno de
ellos eran mis compañeros de salón como Simeón Méndez “Zímita”, Elmer Gamarra, Próspero
Gamarra “Llody”, Porfirio Silva el popular “Wiushu” y Jaime Aquino el “Michi” ya
fallecidos éstos dos últimos en la actualidad, eran alguno de ellos, les
gustaba estar en el campo y si iban a la ciudad porque sus padres le enviaban a
la escuela se hacían “La vaca” en la ciudad, deambulaban comiendo sus
alfeñiques y panes. A quienes por encargo de mi profesor y acompañado de dos
alumnos fornidos, Kokotillón y Shatucuru hacíamos una “redada” por el perímetro
de la ciudad, al vernos que nos acercábamos hacia ellos, emprendían veloz
carrera por las calles de la ciudad, teníamos que corretearlos, “capturarlos” y
llevarlos a la escuela, para que asistan a sus clases previa reprimenda del
profesor.
Fuente: Historia de Ivo Autor:
José Santos Gamarra Soto
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