MIS VIAJES DE CHUCCHU-HUARAZ
Experiencias vividas por un estudiante hace 60 años, en sus viajes desde
la Repartición de Marca, carretera Pativilca-Huaraz…
Por: José Santos Gamarra Soto
En la primera semana del mes de marzo de 1964 tuve la suerte de viajar
en un camión por primera vez junto a mi padre a la ciudad de Huaraz. Contaba
con trece años de edad, era una tarde del Domingo de Ramos que salimos a pie
desde Marca hasta el lugar denominado Mogote donde tendríamos que tomar nuestro
camión rumbo a Huaraz. Al culminar mis estudios en la Escuela Primaria de
Varones N° 1339 de Marca obtuve la beca por mi aprovechamiento en mis estudios,
por ello tuve el privilegio de ingresar al centenario Colegio La Libertad de
Huaraz creado en el año de 1828. Gran emoción para mí, que salía por vez
primera en un viaje tan largo, porque en anteriores oportunidades solo había
“gorreado” el automóvil de Don Próspero Cueva Gamarra o al camión San Lorenzo,
por trechos cortos, ese era el estado de mi motivación y alegría de dicho
viaje.
En mis posteriores viajes, ya como estudiante del Colegio la Libertad de
Huaraz me fui dando cuenta que no solo había camiones de carga y pasajeros con
destino al Callejón de Huaylas y al Callejón de Conchucos, sino también buses
de pasajeros, uno de ellos era la Empresa de Transportes “Perú Andino”, donde
en la parte lateral del ómnibus se veía grabada las rutas de: Huari, Huaytuna,
Chingas, Aczo, Llamellín, San Luis y otros, mientras que había otra empresa de
transportes de buses denominado Empresa de Transportes “Cribillero” que hacía
la ruta de Recuay, Huaraz, Carhuaz, Yungay, Caraz y pueblos aledaños.
Hago ésta remembranza en virtud de que el viernes 31 de mayo del año
2019 junto a mis amigos de una Orden iniciática con quienes nos dirigíamos al
Santuario de Pumallucay, tuve un encuentro muy grato en la plaza de armas de
San Luis con un ómnibus de la Empresa de Transportes “Perú Andino”. Después
de 55 años me encuentro con un bus de dicha empresa estacionado en la plaza de
armas, ahora con el nombre de “Expreso Turismo Andino” según me manifestó el
conductor del mismo que los propietarios actuales son de la misma familia de
antaño. El ómnibus conserva los colores que lo identificaban de los años 60, no
pude resistirme para unas tomas fotográficas con la emoción y nostalgia de
aquel niño que quería subirse a uno de esos buses, pero no podía hacerlo porque
no estaba presupuestado por la familia para viajar en esos buses de los años de
mi niñez, es que subir a éstos ómnibus era un lujo por lo caro que costaban los
pasajes teniendo que conformarme con mis viajes en camión.
Me causó mucha alegría y nostalgia a la vez el encontrar el bus hechizo
de Perú Andino después de muchos años en la Plaza de Armas de San Luis y
recordar los años maravillosos que pasaba con mis viajes de Chucchu-Huaraz.
Hago un alto en esta parte de la historia, para hacer notar y llamar la
atención a las autoridades de nuestra región, que mejoren estas vías de comunicación
que se encuentran en muy mal estado, específicamente la carretera que une San
Luis-Santuario de Pumallucay y la carretera de San Luis-Huari que se encuentran
en estado calamitoso ¿cómo incentivamos así el turismo receptivo y vivencial en
nuestra zona?. Después de tantísimos años los transportistas continúan
trabajando con sus buses destartalados, no hay otra salida, porque no saben
hacer otra cosa, han nacido y crecido con ese trabajo desde varias
generaciones, son los mismos caminos, las mismas carencias, las mismas trochas,
las mismas carreteras en mal estado, es una de las razones para que el
empresario no renueve sus buses y utilice los “Hechizos” como de la fotografía
que acompaña esta nota. Sabemos que en la actualidad se utilizan modernos buses
por todo el Perú profundo, pero para los lugares que hemos señalado, nada.
Consultado con algunos pobladores de la zona nos decían que la carretera
hacia el norte de San Luis, es decir hacia Pomabamba, Piscobamba, Sihuas,
Corongo y Pallasca está en igual o peor estado, que hacen un viaje según sea el
caso de 20 a 24 horas a estos lugares desde Lima, cuando en pistas asfaltadas
lo pueden hacer en la tercera o cuarta parte de esas horas perdidas, no
olvidemos que Ancash tiene el privilegio de ser la mejor zona turística natural
del Perú y tiene ingente cantidad de ingresos por la explotación de la minería
en su territorio. Urge un trabajo serio en las carreteras de esta zona, porque
los pobres pasajeros siguen viajando a estos lugares cuando en pistas asfaltadas
pueden hacerlo en menor tiempo. El gobierno regional, los alcaldes provinciales
y alcaldes distritales tienen la palabra y tomar cartas en el asunto, éstas
autoridades y los anteriores solo se han dedicado a hacer actos de corrupción;
la población con justa razón reclama por sus derechos tantos años conculcados
llegando incluso hasta las huelgas y/o paralizaciones.
Regresando a aquellos años maravillosos de los 60s, mi primer viaje
desde Mogote a Huaraz duró alrededor de nueve horas en camión, nos subimos al
camión a las nueve de la noche, recuerdo como si fuera ayer la conversación de
mi padre cuando paró el camión a indicación suya en la oscuridad de la noche,
el diálogo con el chofer del camión antes de subir a la tolva, decía:
- ¿Cuánto hasta Huaraz? – Le dijo mi padre cuando paró el camión.
- 5 soles - contestó el chofer desde su cabina
- ¿y mi hijo? – volvió a preguntar mi padre
- ¿Él? 2 soles, suban – dijo el chofer
Y subimos inmediatamente,
Llegamos a las siete de la mañana del día siguiente, aquella noche del
viaje no dormí por la emoción, imagínense la subida de las catorce curvas
pasando por Inca Wuakanka, y llegar hasta la altura de Conococha a más de 4,000
m.s.n.m., con el frío reinante del invierno de temporada y la precipitación de
lluvias cuando el camión no contaba con carpas, hacer esos viajes era cosa de
valientes, pero había una emoción muy grande por el viaje que experimentábamos,
principalmente los niños, eso sucedió en mi primer viaje, entonces me
acurrucaba junto a mi padre, y no perdía la felicidad de aquel viaje memorable,
era el niño más feliz de la tierra, que hacía ese viaje para estudiar la
secundaria en uno de los colegios más históricos de nuestro país.
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