WARCARUTÍ……….El corte de pelo a niños llamado
“WarcarutÏ” ó el “Quitañaqui” es
recordado por José Santos Gamarra Soto en su libro “Historia de Ivo”, costumbre
y tradición que en el pueblo de Marca no se ha perdido, el cual consiste en
cortar el pelo por mechones, hasta su total rapado, con fiesta incluida que los
padres y padrinos del infante organizan…
WARCARUTÍ
Por: José Santos Gamarra Soto
( Del libro:
Historia de Ivo )
Orquesta vernacular de Marca por los años 60 y 70, en la fotografía aparecen Lorenzo Fabián, Emilio Soto(con corbata), Edmundo Espinoza, Gregorio Ramirez-"Chipuco". Valeriano Aquino y Epímaco Soto.
Fotografía: Marina Ramirez Churano
En el Distrito de Marca existen algunas
costumbres y tradiciones que a pesar del paso de los años y generaciones perduran a través del tiempo;
algunas costumbres no se dan a conocer por falta de información o porque los
marquinos aún no hemos investigado a través de los infolios de la historia,
hechos y acontecimientos importantes de la historia de Marca. Y, ponerlos en
valor para conocimiento de las futuras generaciones que tienen la obligación y el derecho de conocer y cultivarlos a través
del tiempo. Una de las costumbres de nuestro pueblo es la fiesta del
“Quitañaqui” fiesta donde se realiza el “Warcarutí”.
En las últimas Elecciones Municipales y
Regionales realizado el 05 de Octubre de 2014, viajamos a Marca para cumplir
con nuestra obligación ciudadana, ampliando nuestra estadía en Marca hasta el miércoles
08 de Octubre para proveernos de los ricos cuayes marquinos en el horno de mi
primo Lecker Toledo Gamarra, quien año tras año como panadero favorece a la
familia con las exquisiteces que prepara en su horno ubicado en Huarupampa.
El martes 07 nos tocaba preparar los ricas
tortas de maíz y manteca de chancho que los marquinos llamamos cuayes. Cuando nos
encontrábamos en la fase del “Tacllado” de los bollos en la artesa del primo Lecker, recibimos la triste
noticia del fallecimiento de nuestra prima “Filli”en el anexo de Churap, la
prima Filiberta Cueva Soto natural de Churap era hija de Don Cesáreo Cueva y Doña
Advíncula Soto. Enterado del lamentable hecho junto a Fidel Soto enrumbamos al
Anexo de Churap, cosa que lo hicimos el mismo día.
Luego de una hora de amena caminata
llegamos a Churap, lugar de mis ancestros por parte de mi señora madre, por ser
descendiente de mi abuela Doña Tomasa Padilla Ferrer progenitora de mi madre
doña Elpidia Soto Padilla, mi abuela Tomasa era hija de Félix Padilla, quien a
su vez era hijo de Don Lorenzo Padilla nacido allá por el año de 1,780, mis
tatarabuelos dejaron en herencia a mi abuela Tomasa, extensas tierras en la
jurisdicción de Churap y Chinchipampa llegando sus dominios hasta Pampán como
consta en los documentos del año 1,918 en la Notaría Borda de la provincia de
Recuay.
Filiberta Cueva Soto había fallecido a raíz de
una penosa enfermedad que le aquejaba desde años atrás. En el velorio nos
encontramos con varios paisanos churapinos entre ellos mi primo Joaquín
Hércules Espinoza Soto, su esposa Nila y una de sus hijitas, con los que pasé
un momento agradable al recordar antaño cuando niños nuestras vivencias en el anexo de Churap, aquellos tiempos que
jugábamos en la plaza de Armas de Churap, asi como en “Kirún” antes de la
bajada al río, muy cerca a la casa de mi abuela Tomasa, quien dejó en
herencia a sus tres hijas Felicia, Filadelfia y Elpidia, casas para cada una de
ellas, dichas casas estaban ubicadas en la plaza de armas de Churap.
En la actualidad existe la carretera que une Churap con Ichoca, cuya carretera se ve hasta la subida de Paroncayán, vista desde Shinua.
Estando
en el velorio, vinieron a mi memoria anécdotas y recuerdos de mi “Warcarutí”
allá por el año de l,956 denominado en algunas regiones como el “Quitañaqui”, hacía
cincuenta y nueve años atrás que se realizó mi Warcarutí en esa misma casa cuando
yo contaba apenas con cinco años de edad. Apuntando al centro de la sala le
comentaba a los presentes y a mi primo Hércules que precisamente en aquella casa y en el
centro de la sala, se había realizado dicho acto ancestral de mi quitañaqui.
La costumbre del Warcarutí consiste en cortar
el pelo por mechones, después de finalizar cada baile las parejas se acercan
para dejar cierta cantidad voluntaria de dinero, en un recipiente preparado
especialmente para la ocasión; por supuesto, los padrinos son los primeros en
bailar e iniciar la ronda de depósitos luego los familiares y finalmente los
invitados. Los padrinos cada vez que salían a bailar era motivo de comentarios
porque murmuraban que “ellos ponen a la par con Londres”, recordemos que en
aquella época existía en circulación el billete de diez soles oro el cual era
de color rojo-llamada libra peruana-cuya cotización tenía equilibrio con la
libra esterlina de Inglaterra.
Los
padrinos de mi Warcarutí fueron Don
Cesáreo Cueva primo de mi madre, y la madrina Doña Jovina Gamarra prima de mi
padre, ellos habían acordado la fecha y lugar de tal acontecimiento. La fiesta
de mi quitañaqui se realizó en la plaza de armas de Churap, con invitados de mis
padres tanto como de mis padrinos, a mis cinco años contaba con una larga, pero
muy larga cabellera, enmarañada a lo que los lugareños llaman “Warca”, mis
padres contrataron un conjunto musical vernacular integrado por Bernabé Molina
del barrio de Jacacuchu a la que también se le denomina barrio de “Llushu”, y
dos violinistas, uno de ellos Gregorio Ramírez llamado “Chipuco” del bario de
Pircaymarca, hijo de doña Pulu, mientras que el otro violinista era Lorenzo Fabián
llamado “Wecti Lorenzo” quien vivía en convento, entrada de Marca.
Plaza de Armas del Anexo de Churap, donde se realizó el Warcarutí
Se bailó hasta el amanecer debido a lo
abundante y largo de mi cabellera. Esa noche los padrinos y los invitados
habían depositado en el plato que servía como recipiente de los aportes de los
invitados, la suma de ciento ochenta soles oro, mientras duró el baile, yo
permanecí despierto y la fiesta terminó a la mañana siguiente cuando quedé
totalmente rapado. Es costumbre que a cada uno de los padrinos se les sirva un
plato de picante de cuy entero como lo hicieron mis padres, más una botella de
ron; a los familiares é invitados les pusieron medio cuy sin descuidar el
huashcu.
Jacapicante Marquino, tradicional plato que se sirve en toda fiesta como el Warcarutí.
Esa noche en ceremonia especial mis
padrinos me obsequiaron una ternera de color blanco, era más bien jaspeada, de dos años de
edad que mis padres le pusieron de nombre “Perla”, que incrementó el ganado
vacuno que poseíamos por esos años en punku,
donde mi abuela Tomasa Padilla Ferrer poseía hatos desde tiempos inmemoriales
heredados de su padre, quien a su vez heredó de su abuelo, era común que los
hijos hereden de sus padres, estos de sus abuelos, que a su vez ellos hereden
de los bisabuelos y estos últimos de sus tatarabuelos, se dice que el abuelito
de mi abuela Tomasa Padilla Don Lorenzo Padilla era natural de Chiquian, era
dueño de casi todo Churap por esos tiempos, estos hatos consistían en una cueva
grande y algunas cuevas más pequeñas enclavadas en los cerros a la altura de
Punku, con sus respectivos corrales e inmensas tierras eriazas con mucho pasto
natural para las vacas, borregos y cabras que estaban bajo responsabilidad de
mi hermano Ciro durante las épocas de invierno.
La costumbre ancestral de la fiesta del
Quitañaqui donde se realiza el Warcarutí de los infantes sea niña ó niño,
pervive hasta la actualidad gracias a la identificación y arraigo que le han
dado los pobladores de Marca, el cual concita el interés y cariño de la
población citadina, incrementando nuestra cultura andina que perdura a través
de los tiempos.
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