EL AMOR EN TIEMPOS DE
PANDEMIA
(Feliz día de los Enamorados)
Escribe: José Santos Gamarra Soto
*********** Gabriel García Márquez nos
encandiló con el trazo de una historia de amor en su novela “El Amor en tiempos
del Cólera”, en el día de San Valentín les hago llegar-salvando las distancias por
supuesto- esta historia adaptada a nuestra amada Marca en tiempos de Pandemia
como la actual, ésta historia podría parecer un melodrama de dos adolescentes
que al final toman rumbos distintos; les recomiendo leer hasta el final********
Hablar de la experiencia de nuestro primer amor es algo que mueve las
entrañas mismas de nuestro ser y poder decirlo con franqueza es liberarse un
poco de la vida tormentosa o desconsuelo que podrías tener a raíz de ella,
dicen que el “Primer amor nunca se
olvida”, no importa como haya sido esa experiencia, pero queda en nuestros
recuerdos así pase el tiempo, porque nos deja una marca indeleble en el alma y
el corazón. Sin duda la infancia y adolescencia son etapas muy bellas en la
vida de un ser humano, más si es en nuestra querida tierra de Marca, porque
quedan hermosos recuerdos que a medida que pasa el tiempo se hacen más
imperecederos y de gran recordación.
En mi niñez, mi vida lo compartía entre Marca
y Cochacar donde era “Machicoc Wambra” en los maizales que mis padres sembraban
bien sea en chacras propias o al partir como socio de algún vecino. Como hijo
menor, tenía la responsabilidad del cuidado de los animales menores de mis
padres como los chanchos, burros, yeguas, ovejas y cabras, también me
encargaban el cuidado de los animales domésticos como las gallinas, patos,
cuyes y otros animales menores tanto en Marca como en Cochacar dada la cercanía
de éstos lugares.
Es por ello que cuando me encontraba en Marca a la
edad de siete u ocho años pastaba mis chanchos por las inmediaciones de Pian,
Chollku, Anrán, Kachtcaz y otros lugares cercanos, pertenecientes a la
jurisdicción de Chaupismarca, en dicho barrio, mis padres construyeron una casa
en la calle Amargura, inaugurándose el 08 de diciembre de 1960 con fiesta
incluida, don Pedro Rodríguez Lázaro como guitarrista, quien era compadre de
mis padres por haber bautizado a Cosme, actuando como padrinos de la casa don
Aquilino Flores Silva y doña Marcelina Lázaro Fabián, con quienes también mis
padres eran compadres por haber bautizado a la “Gringa” Hermenegilda, con la
que hasta el día de hoy nos tratamos como hermanos.
Pastaba mis chanchos por los lugares indicados junto
a algunos niños y niñas quienes pastaban sus puercos por encargo de sus padres.
Había una niña que por razones obvias no mencionaré su nombre, con quien nos
encontrábamos casi a diario por las inmediaciones de Anrán, jugábamos mucho a
papá y mamá mientras nuestros chanchos hoceaban y pastaban en los abundantes
pastizales que existían por esos parajes, ella, era una niña muy bonita de
cabello castaño, un año mayor que yo, con quien me gustaba jugar a papá y mamá
cosa que a ella no le desagradaba. Después de algunos años de nuestros juegos
por dichos parajes nos separamos por cosas del destino, ella terminó la
primaria y sus padres la enviaron a estudiar la secundaria a Lima.
Después de largos nueve años que habían transcurrido
y estando en el año de 1968 nos encontramos en la fiesta patronal de Marca, yo
había regresado a estudiar el tercero de secundaria a Marca luego de estudiar
el primero en Huaraz y el segundo en Barranca ésta vez, me encontraba
estudiando el tercer año de secundaria nada menos que el Colegio Nacional Mixto
San Lorenzo de Marca. En ésta oportunidad contaba con dieciséis años de edad.
Para la fiesta patronal, como todos los años, llegó mucha gente de la capital
así como de provincias, la fiesta patronal de Marca es una de las mejores de la
zona. Después de muchos años me encontré con esa niña con la que jugábamos
pastando nuestros chanchos, era, casi diez años que no nos veíamos, estaba
hecha una señorita, muy bonita.
Nos encontramos en la plaza de armas en la noche del
nueve de agosto, víspera de la fiesta en honor al patrón San Lorenzo de Marca,
ella, se había convertido en una señorita muy agraciada y de muy buenos
modales, de sonrisa angelical y estudiaba en un colegio de la capital, había
llegado a gozar de la fiesta patronal, conversamos mucho de nuestra niñez y de
los lugares donde pastábamos nuestros puercos en las inmediaciones de Anrán,
Pián, Chollku, Kachtcaz y alrededores, al día siguiente lo mismo, volvimos a
encontrarnos y caminamos por toda la ciudad como dos buenos amigos, ya en la
noche le propuse que sea mi enamorada, cosa que ella aceptó. Era mi primera
enamorada oficial, mejor dicho mi primera enamorada formal, al día siguiente
seguimos saliendo y gozando de la fiesta patronal. Al tercer día ella tuvo que
partir a Lima, a seguir con sus estudios, yo quedaba en Marca, hasta diciembre
nos citamos, hasta las vacaciones, ella terminaba la secundaria ese año en
Lima. Regresaría a Marca después de la clausura y la finalización de sus
estudios secundarios, con ese compromiso partió a Lima.
Por aquellos años en el mes de diciembre era costumbre el baile de las
“Marchanas” y los “Negritos” en las fiestas navideñas a éstos últimos se les
llama también como los “Caporales”. Era una fiesta obligada en el calendario
marquino, fiesta costumbrista de mucho arraigo. Recuerdo cuatro año antes a
aquella fecha, a mi regreso de Huaraz después de haber estudiado el primer año
de secundaria en el mes de diciembre de 1964 mi hermano Ciro bailó como
Negrito, a mucha insistencia de mi madre-eso me decía mi hermano en su carta
enviada a Huaraz-dicho año bailó junto a Baciliano Cueva Quispe, Juan Cueva
Soto y Mario Gamarra Cubillas.
El escenario ahora era cuatro años más tarde, es decir, diciembre del
año de 1968, mi enamorada al finalizar el año regresó a Marca, como habíamos
convenido en el mes de agosto, llegando a Marca el 24 de diciembre en horas de
la tarde, sin embargo aquella tarde por cosas del destino, no pude saludarla.
Al llegar a la casa de mi enamorada, la vi bailando con uno de los caporales,
ese año sus padres organizaban dicha fiesta, ella bailaba con el colibrí en la
mano al son de la orquesta vernacular, que era el marco musical de la estampa
costumbrista. Al verla bailar con uno de los danzantes me quedé parado, sin
acercarme a ella y ni siquiera saludarla, me retiré, no fui a saludarla sino
hasta el día siguiente, quien había retornado desde Lima, por el pedido y
acuerdo que tuvimos en el mes de agosto con motivo de la fiesta patronal, un
comportamiento muy desafortunado, que lo lamentaría posteriormente.
Dos días después de culminada las fiestas navideñas, junto a mi padre
partimos a Huaraz por mis vacaciones; me fui a Huaraz sin despedirme de ella,
recuerdo, que caminaba por el centro de la calle principal de Marca, por
Chopicalle con mi maletín al hombro, salía de la ciudad junto a mi padre rumbo
a Huaraz, mientras ella se encontraba mirándome en la puerta de su casa en la
misma calle, a tres cuadras de distancia, sin poder decirle nada, quería
retroceder e ir a disculparme lo que estaba haciendo, por dejarla en la puerta
de su casa, pero la fatalidad, el cruel designio de mi destino, me empujaba
ciegamente hacia adelante y prosiga mi camino, algún genio maléfico entorpecía
acaso, la dicha de éstos dos adolescentes que se querían, pero que el destino
nos separaba, equivocadamente, pensaba que le estaba haciendo pagar la afrenta
de haber bailado con el “negro” antes de encontrarse conmigo, y había bailado
con el negro sin mi permiso, tal era el motivo de mi comportamiento.
Al llegar a Huaraz mi padre, me buscó un trabajo en la oficina del
abogado Robles, éste abogado era el letrado defensor de mi padre en los juicios
que tenía en Recuay, hice trabajos de amanuense en dicho estudio jurídico mis
tres meses de vacaciones, desde enero hasta los primeros días del mes de abril.
Durante mi permanencia en el estudio del abogado, llegué a redactar hasta tres
cartas a mi enamorada para enviarlos a Marca dando las explicaciones de mi abrupta
salida de Marca, ninguna de las cartas pude enviar, que dicho sea de paso por
esos tiempos solo se podía enviar vía correos y telégrafos, no había otro medio
de comunicación, eran cartas muy cariñosas, contándole las peripecias de mi
viaje de Marca a Huaraz, le contaba las terribles nostalgias que pasaba en ese
lugar, la pena y soledad así como el ardor creciente de mi amor hacia ella.
Algunos años después cuando le conté de tal hecho a uno de mis mejores
amigos, éste, me dijo, que como la carta estaba escrito a máquina de escribir y
no a puño y letra, nunca llegó a su destino, “Las cartas de amor se escriben a mano”-me decía mi amigo, dichas
cartas los tenía en el cajón de mi escritorio, y cuando terminó mi pasantía en
el mes de abril me los llevé conmigo, y lo tuve por varios años más, sin saber
qué hacer con ellas. Por cosas del destino nunca los llevé a la oficina de
correos y telégrafos, y no los envié a Marca, en esas cartas también le
explicaba, que me había excedido en mi comportamiento, y estaba arrepentido de
mis actos y que cuando regrese a Marca los primeros días del mes de abril,
sabría explicarle mejor las cosas, pero nunca pude enviar las cartas
redactadas, bien dice el dicho-lo que no
está por suceder-así le pongas todo el empeño, no sucede.
Pasaron rápidamente los tres meses de vacaciones y el trabajo para mí,
esos tres meses en Huaraz los pasé en casa de mi primo Félix Cueva Soto, quien
era ebanista, hacía trabajos muy bonitos, Félix, era uno de mis mejores primos
que recuerde, siempre atento y muy preocupado, era muy cariñoso con la familia,
anteriormente, cuatro años antes, cuando murió mi madre me acompañó en mi regreso
a Huaraz y justificó como apoderado mi inasistencia de cuatro semanas al
colegio por duelo y pérdida de mi madre. Esta vez era al revés, las vaciones
los hacía en Huaraz y los estudios en Marca, paradojas de la vida, me decía.
Llegado el mes de abril de ese año y en mi retorno a Marca desde
Huaraz, me fui hasta Barranca a visitar a mi padre y mi hermano Ciro, ellos
vivían en Barranca, en ese lugar compraría mis útiles escolares, era la primera
semana de abril, al día siguiente partí a Marca desde Barranca para continuar
con mis estudios que muy pronto se reiniciaría, como efectivamente lo hice,
luego de comprar mis útiles escolares, esta vez entraba al cuarto de
secundaria, año de 1969. Llegué a Marca el primer domingo del mes de abril, era
semana santa, tarde del Domingo de Ramos, dejé en casa de mis padres el maletín
que llevaba mis pertenencias y fui a buscar a mi enamorada, me encontraba un
tanto asustado, angustiado diría, tenía algo de temor, de remordimiento, porque
me había marchado a Huaraz sin decirle nada y ahora regresaba después de más de
tres meses como si no hubiera pasado nada. Me di ánimo y fui en su busca, a su
casa, ella me recibió muy amable, como si no hubiera pasado nada, yo me
preguntaba ¿Qué estará pasando? ¿Acaso no me va a decir nada por mi ausencia de
tres meses? ¿Se habrá olvidado que era su enamorado? ¿Acaso ya no le importo?
Me hacía una serie de cuestionamientos, hablamos mucho, por cerca de dos horas,
de música principalmente, por esos años las canciones de los Beatles eran lo último
de la moda.
Un año antes, en el año de 1967, los Beatles habían creado su álbum
“Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” lo que los rockeros lo llamaban
comúnmente como “Sargento Pepers” o “sargento Pimienta” considerado por muchos
como una obra maestra de la música. Ésta banda reconocida como la más exitosa
que cambió acaso la sociedad mundial y aclamada en la historia de la música
popular desde el año de 1960 junto a los Rollings Stones otra banda que
apareció en el año 1962 con Mick Jagger como líder de la banda, eran las
mejores bandas por aquellos tiempos. En la actualidad la música de los Beatles
desde aquella época siguen siendo muy populares, seis décadas después, ganadora
de muchos premios, en ésa época sus nuevas canciones eran motivo de apasionadas
discusiones y conversaciones por los jóvenes como la que sosteníamos ese día
con mi enamorada.
Hablamos de todo, menos de mi mal comportamiento, en esos tres meses
ni un saludo, ni una carta, ella había regresado a Marca desde Lima a mi
exigencia en el mes de agosto para su retorno en diciembre de ese año y yo me
mandaría a mudar a Huaraz y regresaba orondo, como si no hubiera pasado nada,
esta vez ella me tenía preparado una bonita sorpresa que jamás olvidaría. Nos
encontrábamos conversando por varias horas en la puerta de su casa muy
animadamente, entre risas, gastándonos algunas bromas, cuando vi acercarse a
uno de mis amigos con el que jugaba fútbol en las tardes en la cancha que
quedaba junto al colegio, iba de sur a norte por la vereda, por Chopicalle, mi
enamorada vivía en el barrio de Pircaymarca, el amigo vestía uniforme de
guardia civil, se iba acercando más y estando más cerca lo reconocí
nítidamente, pensé que pasaría por allí, además estaba uniformado, y por lo
tanto estaba trabajando, pensé.
Grande fue mi sorpresa cuando se paró a media cuadra donde nos
encontrábamos conversando, era la esquina de don Silvinio Gamarra, la llamó a
mi enamorada con una seña, ella me pidió permiso cortésmente, con la siguiente
frase:
-
Disculpa que te deje parado, me está llamando mi
enamorado – me dijo
-
¿Qué? ¿Cómo? ¿Mi enamorado? – le pregunté angustiado.
-
Sí, mi enamorado, perdona que no te dé más
explicaciones – me repitió y se alejó.
Se fue al encuentro con el enamorado, con quien se saludaron muy efusivamente,
se tomaron de la mano y se fueron caminando por la calle Leoncio Prado rumbo al
barrio San Cristóbal, era el primer revés que sufría,-¿tamaña cosa me puede
suceder a mí? – me preguntaba una y otra vez, pero ya era tarde. La vida me
pasaba la factura a mi comportamiento no adecuado después del retorno de Lima
de mi enamorada por el acuerdo que teníamos; mi proceder no fue lo más
apropiado y me fui a Huaraz sin decirle nada, sin despedirme, sin darle
explicaciones y regresaba después de más de tres meses de ausencia, entonces el
resultado de ese mal comportamiento me demostraba la cruda realidad de los
hechos, es para no creerlo, me repetía.
Los siguientes días los veía por algunos lugares, la felicidad de la
pareja se expresaba en sus actos, se paseaban por las calles de Marca incluido
los caminos y carreteras, por las chacras, agarrados de la mano, enamorados,
nunca más sabría nada de ella, solamente algunas noticias en años posteriores
de mis familiares más cercanos quienes me decían que era muy feliz con su
esposo, llegando a procrear varios hijos. En algún momento alcancé a decir
“Bien por ella” ante algún familiar o amigo. Así terminaba la historia de mi
primer amor, que años más tarde recordaría con algún remordimiento y
culpabilidad, pero al mismo tiempo de felicidad y satisfacción, porque ella era
feliz con su familia.
¡¡ Feliz día del Amor !!
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