EL AÑÁS…
*****COSTUMBRES
Y TRADICIONES DE MI TIERRA*****
Escribe: José Santos Gamarra Soto
¿Quién no ha olido la fragancia o
el “perfume” del Añás? sea en el
campo o en la ciudad, pestilente olor que invade nuestros pulmones y permanece en
ellas por varios días, dando la sensación de su permanente presencia de éste
animal rastrero, algunos lugareños lo asocian con los espíritus de algún
poblador próximo a morir, creencias que en nuestra ciudad de Marca, provincia
de Recuay, departamento de Ancash perduran y perviven a través del tiempo y
continuarán con sus matices y cambios como alimento que nutre nuestra historia
y nuestra cultura andina.
En sementeras bien cuidadas por
sus dueños durante la noche existen animales que hacen daño los sembríos como
el Añas llamado así al Zorrillo, un animal depredador de los
maizales y pobre de aquel que tiene la mala suerte de toparse con el Añás en algún
lugar, sea en las chacras o en la ciudad cuando te encuentras en la oscuridad
de la noche el Añás en señal de defensa levanta la cola y las patas traseras
para expulsar su odorífera orina después de producir un sonido estridente o
chillido. Es costumbre en Marca poner “Añaco”
como sobrenombre al poblador de baja estatura, astuto y un tanto malévolo.
El Añas puede apuntarle a la cara de su enemigo a una distancia de dos
metros o más y se da tiempo para escapar, expulsa un olor fétido que te puede
provocar una toxicosis por el “aerosol” del zorrillo que demora varios días en
desaparecer, el olor es sumamente fuerte y supera ampliamente cualquier perfume
que un ser humano pueda proveerse para asistir a una fiesta, los perfumes de
Giorgio Armani o de Gianni Versage son simples alcoholes de bajo grado frente a
la orina pestilente del Añás.
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Añas
tzocklluta mikushka – El zorrillo se ha comido el choclo.
A la mañana siguiente, el
agricultor se levanta muy temprano en el campo para continuar con la misma
tarea del día anterior; y así, día tras día, semana tras semana, mes tras mes y
año tras año. Un recuerdo que me viene a la memoria en las chacras de Cochacar,
es el chacchado de coca que acostumbraba hacer mi padre antes de dormir en
horas de la noche precisamente cuidando que este animal rastrero llamado Añas no haga daño a nuestro maizal,
para ello poseía su Runcu -bolsa o
talega con coca- y el Chacchapuru -poronguito
con cal- y el cigarro nacional sin filtro. Cuando mi padre chacchaba la coca,
me gustaba dormir olvidándome del añas, zorro, puma, comadreja o zorrillos, me
acurrucaba aún más al lado de mi padre para tener un sueño placentero.
Fuente: “Historia de Ivo” Autor: José Santos Gamarra Soto
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