LA MADRE
Por:
Jorge Humberto Flores Ríos
A la Madre en su Día.
No existe en la tierra el amor más puro ni más casto que ennoblezca a la creación humana. Nada es comparable a la inmensidad de su ternura, hasta el celestial efluvio carece de santidad frente al aroma del sentimiento materno.
El fuego sagrado de su amor embriaga y
eterniza, el agua de su bondad alimenta el alma crisol de valores; esa mujer,
que en su seno paradisíaco durante nueve meses acunó nuestra vida; esa mujer, que
nunca pide recompensa alguna por su sacrificio inconmensurable; esa mujer, que
moldeó en sus santas rodillas a nuestros cuerpos; aquella mujer, hermanos, que
en su santo egoísmo jamás quiere que sus hijos crezcan; esa mujer, hombres del
mundo, es nuestra MADRE.
El sentimiento materno está antes que
todas las celebraciones. Por la delicadeza de sus manos llenas de caricias
santas, por la sutileza de sus palabras encendidas en el fuego ardiente de su
corazón, por el encanto de sus ojos para pedirnos algo en secreta confidencia
con su alma, por el diamante de su voz forjada en el eral de su bondad:
siempre, hijos del mundo, la MADRE, desde los inicios de la humanidad, fue
objeto de preferencias sin límites. Esa mujer que olvida las ofensas por la
inmensidad de su cariño está esculpida en el confín del tiempo y en la alborada
de su voz, los hombres, hemos aprendido amar la libertad y la justicia que
jerarquizan a nuestra condición humana. De esa mujer, hermanos de mi Patria,
hombres de todos los pueblos del Mundo, si es sencilla y humilde aprendamos la
pureza de sus virtudes y la grandeza de su espíritu; si es ignorante o sabia,
captemos las esencias del alma y las cadencias de la vida.
Esa mujer, la más perfecta de las
creaciones que se eterniza en los hombres con la maternidad, su arrullo es
incomparable; ni la pureza de las manos de los ángeles, tienen el encanto de la
madre, ni el candor inocente del canto de las avecillas silvestres, tienen la
emanación de su sonrisa.
Ella es, materia radiante porque inmortaliza
al hombre y es espíritu subjetivo, caudal de ternura; pero también es, espíritu
objetivo por su obra creadora: su hijo. En su alma cabe toda la mansedumbre de
la armonía celestial, aquella que sincroniza la perfecta gravitación de los
cuerpos celestes del universo. Ella es, esencia de todo lo creado, porque ni
las turbulencias del fuego interno de las montañas tienen el santo calor de la
ternura de la madre.
Hombres del Mundo acompañadme en mi
grito: ¡FELIZ DÍA DE LA MADRE¡
No hay comentarios:
Publicar un comentario