LA JARA
PUCKLLA - PARTE I
(Del Libro: Historia de Ivo)
Por: José Santos Gamarra Soto
(Dolton)
Año 1959, en el lugar denominado ACATANA, en "Washawacta" (Mario Carrrión Sánchez)
La Jara Pucklla es una expresión cultural del
distrito de Marca, Provincia de Recuay, Departamento de Ancash que es
interpretada en forma tradicional desde muchas generaciones, practicado por los
pobladores en agradecimiento al agua y a los cultivos que han producido
cosecha; es un culto al agua y a los cultivos de maíz, trigo, cebada y demás
cereales así como los tubérculos; este juego cuando niño practicábamos en cochacar junto a mis padres, donde se agradece a los “Apus” o a los “Wackas”,
que se dice conversan en noches de luna llena en las cumbres andinas al distribuir
ya sea el bien o el mal, y tienen su origen desde tiempos muy remotos.
Estos juegos a la cosecha son cantadas desde tiempos
muy antiguos, a tal punto que nuestros abuelos y bisabuelos nos contaban las
bondades sobre estos juegos, son canciones interpretadas en quechua y algunos
dialectos que forman parte de la cultura marquina y que se han cultivado hasta
nuestros días.
Parte norte de la Campiña de Cochacar, de memoria infinita y nostálgica recordación.
En los meses de agosto y setiembre, cuando las
mazorcas de maíz y las espigas doradas del trigal están para la cosecha, es
cuando un grupo de personas entre jóvenes y adultos de ambos sexos se reúnen
alrededor de las “eras” haciendo derroche de energía, demostrando sana alegría
en lugares estratégicos forman un circulo tomados de la mano, en uno los
hombres, mientras que las mujeres forman otro circulo también tomados de la
mano en noches de luna llena.
En éstos meses del año se llevan a cabo las
celebraciones de las cosechas de maíz en la campiña de Cochacar, Coshrum,
Rosaspampa, Rárapy, Joctapi, Pati, Kosma, Muña Jircan, Tacar, Wacraqaqa, Anca
Alta, Anca Baja, Cashapampa, Qillakuta, Colca, Antapi, Jacahuas, Kuyhuan,
Wancawasi, Waqakuito, Cardón, Wakuy, Ichikchurap, Churap y en las partes altas
como Curcu, Mayapy, chinchewas, Lúcuma, Jancush, Pucahuay, Maraway y otros
lugares aledaños.
El mes de julio, el maizal ya ha abandonado su verde
manto de marzo y abril para vestirse de gris amarillento, y aparece el olor de
la humita, saladas y dulces, las eras se preparan para recibir las cosechas de
maíz y trigo los cuales son preparados con tierra y agua, formando un barro
especial para embadurnarlos una pampa especialmente preparado para la cosecha
luego son “secados” con el incesante sol de temporada del verano equinoccial del
hemisferio sur del continente. Los rastrojos existen en abundancia en la
cabecera de las chacras que apacienta a
las lecheras, caballos y asnos; en éstos meses los tallos del maíz así como la
del trigo se entregan al aire fresco y seco meciéndose en todo el valle.
Los ricos
choclos de los meses de mayo y junio que se han graneado en hileras en las
doradas mazorcas de maíz empiezan a amarillar. En el campo todo es paz y
alegría. Mis padres tenían en Cochacar sembrados chacras propias y al partir en
sociedad con otros dueños, al cincuenta por ciento para cada uno; las chacras
de casi todo el valle de cochacar era sembrada por mi familia. Me gustaba caminar
con “ondilla” en mano por los senderos y cabecera de las chacras a mi temprana
edad tratando de silbar alguna melodía que había escuchado en la fiesta
patronal de Marca.
El aire que se
siente en el mes de agosto era intenso y bueno para intentar sacar alguna
melodía a pesar de la dificultad que tenía, dada mi edad; en el campo era
hermoso escuchar el ruido de las hojas secas, junto a los eucaliptos y alisos
denominados “ramrash” que hay en las cabeceras de los maizales, los tallos
juguetean al unísono con el viento, balanceándose de un lado a otro, cual
vaivén de hojas de papel que forman un cuadro quimérico que embelesan a los
ojos.
En ésta temporada, es frecuente encontrar en los
tallos secos del maizal enredados a los panamitos y a los pushpush con las
vainas llenas de cereales. Están también las ramas y tallos de las calabazas
con sus frutos maduros de color verde, otras son de color blanco en su
totalidad, así como los hay de verde y blanco, para éstas fechas existen también algunos inmensos zapallos serranos
llamados “bujano” esperando la cosecha.
En estos meses, las bandadas de loros y chivillos
que tanto trabajo me dieron como “Machicoc Wambra” en los meses de mayo y junio;
desaparecen, ya son los meses de julio y agosto los loros y chivillos han
desaparecido como por arte de magia, ahora, vuelven las palomas, las torcazas, los
qeeshros, las pichichancas, las tortolitas, los cullcush, los corregidores y
los huanchacos de pecho colorado que saben de la abundancia de granos de maíz y
trigo, éstos, anidan en los tallos y las ramas secas del maizal. Es frecuente
encontrar por estos tiempos nidos y pichones de pichichancas, qarwuayocs y
rocoteros. Los winchucos y los tiutis ya no tienen cabida en los maizales que
buscaban sumos en las flores y pelos de
choclo llamados “acktzas”, ahora éstos,
invaden las huertas para alimentarse del sumo de los rosales y los
geranios.
En la era, los costales preparados de jergas
multicolores esperan en fila a los asnos, las yeguas, mulos y caballos para
llevar la cosecha a la ciudad, para ser
almacenados en el tercer piso de la casa de mis padres. Hay abundancia de pasto, los animales ya no
tienen necesidad de ir lejos, como cuando se escapaban hasta los alfalfares de
jacahuas en las noches, ahora duermen en nuestras chacras unos parados y otros echados.
En las noches, contemplar el brillo de los astros y
la velocidad de las estrellas fugases es todo una maravilla y la presencia de
la luna que le da un espectáculo indescriptible, la constelación del sur se ve
en todo su esplendor; en las noches me echaba en las eras y miraba embelesado
la cruz del sur, el llamado Cuchi Pishtag se aprecia a plenitud, las estrellas
y todo el firmamento se veía como una tela celeste y estrellas en un techo
bajo, era indescriptible…CONTINUARÁ...
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