LA MUERTE DE DON NUÑO
ALVEAR, UNA LEYENDA TEMPLARIA DE TOLEDO
La leyenda de los Caballeros Templarios
El Rey Alfonso VIII entregó el castillo de San Servando a los caballeros
templarios para que se encargaran de la vigilancia y defensa del puente de
Alcántara y del acceso a la ciudad. Hoy en día el castillo está reconstruido y
facilita alojamiento a numerosos turistas que pasan sus noches entre los recios
muros en el albergue que allí mantiene la administración regional. Lo que no
saben, mientras duermen, es que oscuras leyendas transcurren bajo sus almenas…
La fría noche de noviembre y el duro viento de la tormenta que se
avecina sobre Toledo hace que Nuño Alvear, uno de los caballeros templarios que
vigila sobre los muros del castillo, busque resguardo donde escasamente lo hay.
Diez campanadas resuenan en varias torres de la ciudad y, tras los oficios, los
caballeros duermen a la espera de un nuevo día.
En los ratos que don Nuño accede al castillo en busca de un poco de
calor junto a la chimenea, siente que algo no va bien esa noche… Oscuros presagios
que acompañados del ruido del viento entre las piedras tiñen de negro, aún más,
la noche toledana.
En uno de esos momentos, junto al fuego, en soledad, cree oír una
siniestra voz que lo hace estremecer:
¡Oh cansado peregrino
que contemplas con enojos los erizados abrojos
que tapizan tu camino.
Resígnate a tu destino, resignación es piedad, y, pues no
hubo caridad
en tu paso por la vida, detén la marcha emprendida,
que soy la eterna verdad!
que contemplas con enojos los erizados abrojos
que tapizan tu camino.
Resígnate a tu destino, resignación es piedad, y, pues no
hubo caridad
en tu paso por la vida, detén la marcha emprendida,
que soy la eterna verdad!
Al mismo tiempo que finaliza la voz, el aviso de la guardia atrae su
atención, alguien se aproximaba a las puertas del castillo, y dos fuertes
aldabonazos hicieron despertar a don Nuño del letargo causado por el calor del
hogar.
– Alguien busca cobijo en esta noche maldita- piensa el caballero
dirigiéndose hacia la entrada, pero antes de llegar, otro guardia había dejado
pasar al interior a una misteriosa peregrina. Algo había en ella que infundía
terror… Era muy vieja, sus huesudas manos apenas tenían la fuerza necesaria
para sostener el bastón en que se apoyaba, sus pies desnudos apenas tenían
carne…
– Don Nuño, mal templario, he venido a buscaros, soy vuestra perdición,
soy la eterna peregrina a quien nadie abre las puertas gustosamente. Afirmó
repentinamente la anciana. Su voz tenía un extraño acento.
Ruta Templarios en Toledo por “Rutas
de Toledo“
– ¿Cómo conocéis mi nombre? ¿Qué queréis de mi? -Interrogó
temeroso el templario.
– Soy quien esperábais sin saberlo y también sé que no soy bien
recibida, más ¿qué vamos a hacer?, siempre ha sido así -Respondió
la infausta peregrina.
– ¿De dónde procedéis, qué buscáis aquí?
– De dónde vengo es un enigma, pero allí he de regresar de nuevo -Contestó
con un hilo de voz la anciana.
– ¡Acabad ya con vuestra charlatanería y decid qué queréis, o me veré
obligado a echaros del castillo!
– A por vos vengo Nuño Alvear, bien lo sabéis; ha llegado vuestra
hora. ¡Soy vuestra muerte!
El caballero en este momento intentó acercarse a la anciana,
intentó gritar pidiendo ayuda a sus compañeros, pero todo fue inútil, el aire
no salía de sus pulmones. Desesperado acertó a exclamar en un susurro:
– Dios mío, ayúdame…
– Es en vano vuestra súplica, Dios os llama a su juicio, y tendréis que
responder por lo que vais a ver…
Y haciendo un gesto con su mano, señaló al templario las llamas de la
chimenea cercana, donde, como por arte de magia, se pudo ver claramente a
Mohamed, aquél árabe a quien una noche por venganza ordenó crucificar, a su
lado apareció Gibelina, la débil doncella que mandó arrojar al río tras abusar
de ella. También estaban el sin fin de inocentes degollados en sus años
sangrientos, los peregrinos a quienes se negó a dar cobijo y en no pocas
ocasiones robó… Estaban todos, nadie faltó a esa cita.
Don Nuño sintió que el aire se agotaba, que las fuerzas le abandonaban y
sus ojos se cerraban. Todo era oscuridad.
Al alba, cuando uno de los templarios accedió a la sala de guardia
buscando al ausente don Nuño de su puesto obligado, se encontró con el cuerpo
sin vida del templario, con una terrible mueca de espanto, el pelo tornado en
blanco y abundante sangre manando de su nariz y ojos.
De la misteriosa anciana nadie supo nada.
Castillo de San Servando, Toledo
El castillo en 1857, fotografiado por Charles Clifford (Fuente: Toledo
Olvidado
Fuentes:
“La fantasma del castillo de San Servando” en “La vuelta a Toledo en 80
leyendas” (2007), Javier Mateo y Álvarez de Toledo y Luis Rodríguez Bausá.
Revista Toledo, 1917. Leopoldo Aguilar de Mesa.
Nota: esta leyenda se
representa habitualmente en la ruta nocturna por Toledo dedicada a los
“Templarios” organizada por “Rutas de Toledo”.
Ruta Templarios en Toledo
No hay comentarios:
Publicar un comentario