Miles de muertos en Ancash por el cataclismo del 31
de mayo de 1970 en Marca: 2
muertos y numerosos heridos
(Publicado por la Asociación de Escritores Ancashinos - AEA, en el libro: “LA HECATOMBE - TERREMOTO DE 1970”)
Escribe: José Santos Gamarra Soto
Hace 54 años a solicitud del director del colegio de Marca-Recuay-Ancash,
retorné el domingo 24 de mayo de 1970 a estudiar el quinto año de educación
secundaria en el Colegio San Lorenzo de Marca, el director nos instaba a
regresar a nuestro terruño por falta de alumnos, yo me encontraba estudiando;
el quinto
de secundaria en el colegio Guillermo E. Billingursth de Barranca. El jueves 28
de mayo de la misma semana se
celebraba la fiesta de Corpus Christi donde se desarrollaría el baile
costumbrista de “Los Huancos”, siendo el domingo 31 de mayo la octava
de dicha fiesta, con existencia de mayordomos, caporales y alguaciles. En años
anteriores había bailado como “Negro” con no muy buen resultado, mientras que el año de
1969 bailé como
“Chisga” (hombre vestido de mujer), haciéndolo mucho mejor, con la vestimenta
de mi tía Alicia, gustando mucho a los espectadores.
En esta oportunidad mis amigas y
compañeras del colegio Eutropia, Lilia, Betty y Nora nos prepararían la
vestimenta, alentado por mis amigas acepté bailar junto a cinco amigos más y
hacer tres parejas, tres chisgas y tres negros, el jueves 28 día de Corpus
Christi y el domingo 31 en la octava de dicha festividad costumbrista. Ellas, estaban muy entusiasmadas al saber de mi regreso a estudiar el último año y
terminar mis estudios en Marca. Inmediatamente después de mi llegada a Marca,
mis amigas se pusieron de acuerdo para bailar como chisgas el jueves y domingo
de dicha semana, Eutropia me recordaba que un año antes lo había hecho muy
bien, por ello me manifestó:
Tienes que bailar de chisga...por la
ropa no se preocupen porque nosotras les conseguiremos – Me decía.
Faltan escasos tres días para ello...
¡Imposible! - le dije
No te preocupes hemos quedado con las
chicas que les vamos a mandar hacer la ropa a la medida de cada uno - me siguió diciendo.
¿Mandar hacer ropa de mujer para mí? – le pregunté medio angustiado.
Si - me dijo - después de la fiesta lo mandamos achicar para usarlos
nosotras – me manifestó.
Bueno...que sea así entonces - le contesté.
Se habían puesto de acuerdo entre las
amigas nombradas más Gliceria, Genoveva y Herminia mandar hacer nuestras
vestimentas para tres Chisgas en la costurera del pueblo, una para el día
jueves y otra completamente distinta para la octava del día domingo, toda la
vestimenta era nueva para no ser reconocido por la población marquina en el
momento del baile que era el fin supremo de toda la parafernalia. Hay que
precisar, que el baile de Los Huancos tiene como característica que el
danzante-Negro o Chisga-no deben ser reconocidos en su identidad. En ambos
casos los danzantes bailan con la cara cubierta bien sea por máscaras ò
pañoletas, sean Negros o Chisgas.
El día jueves 28 bailamos hasta altas
horas de la noche, en casa del mayordomo y principales calles de la ciudad, en
número de treinta a cuarenta al son del pincullo y la caja. Qué maravilla, no
había cansancio para los jóvenes, el “Cortaguarango” era
repetido una y otra vez, los garrotazos se sucedían uno tras otro y así
concluyó la tarde de jueves de Corpus Christi, en casa del mayordomo en horas
de la noche. Se esperaba el domingo de octava una mayor concurrencia porque era
domingo, faltaba muy pocos días para ello, escasos tres días nos dijimos y nos
citamos los amigos para aquel día, retirándonos cansados del baile agotador.
La fiesta patronal de Marca es el 10
de agosto, además en la ciudad existen otras festividades en el calendario
marquino y una de ellas es el baile de Los Huancos de Marca, donde existen
algunas chaperonas comúnmente llamadas “Llúchash” que
acompañan a los danzantes en cada festividad, son las que se preocupan que no
les falte nada a los danzantes. Nuestras llúcashs para aquella festividad se
habían preparado como nunca para la octava del Corpus Christi del domingo 31 de
mayo de 1970, éramos seis los danzantes que haríamos tres parejas aquel día,
tendríamos que salir de la casa de Gliceria ubicado en la calle Víbora,
ataviado con nuestras indumentarias para la ocasión, esta vez vestido de
Chisgas y bailar junto a los demás danzantes que en gran número ya bailaban en
la octava de ese día, las “Chisgas” éramos “Tobín”, “Melgarejo” y
“Dolton”, mientras que nuestras parejas vestido de “Negros” eran
“Wilson”, “Eña” y “Chía”, las Chisgas éramos mucho más altos
que los Negros, las llúcashs tenían que estar muy acomedidas a nuestros menores
requerimientos, cuidar que no se nos desprenda algún aditamento de la
vestimenta, habían sido encomendadas ser
nuestras chaperonas, cada una de ellas portaba una canasta donde había desde un
pequeño alfiler hasta una pollera por si le pasaba algo, a algún
danzante.
Aquel día, estrenábamos ropa nueva de
mujer, la que me tocó era una monilla de color azul brillante, se diría
azulino, la lliclla de color rojo escarlata con cinta labrada de color negro,
la saya de color negro con abertura en la parte delantera, unido por un
cintillo del mismo color de la monilla, que hacía ver el blanco justan con
grecas anchas y bordadas luego, las tres polleras de diferentes colores y
bordados, en la cintura poseía dos pañoletas de seda fina amarrados en la parte
delantera, tenía una cabellera postiza de mujer en dos trenzas que me llegaba
hasta la altura de la cintura, el sombrero de paja con flores artificiales de
diferentes colores, el collar de diferentes tamaños y colores, de perlas chicas
y grandes, guantes blancos, zapatillas y medias blancas para dar mayor agilidad
en el baile, la cara lo teníamos cubierto con dos pañuelos de colores uno
transparente y el otro más denso en la trama y la urdimbre para no ser
reconocidos ni por el más acucioso de los espectadores.
Al promediar las tres de la tarde
salimos a la calle los seis danzantes, sería muy difícil que alguien nos
reconociera porque la vestimenta era nueva; hay que precisar que la vestimenta
de la mujer marquina es muy apreciada a nivel nacional è internacional, por su
peculiaridad, el colorido y los componentes de la vestimenta que es usado por
las mujeres con mucho donaire y exquisitez. La casa de Gliceria quedaba en la
que antiguamente se llamaba calle Víbora, donde nos habíamos preparado y
“cambiado”. Salimos cada uno con nuestros Negros, las Chisgas abrazaban al
Negro por el hombro, como una madre abraza a su hijo, el Negro abrazaba por la
cintura, no había otra forma, los Negros eran más bajospequeños
en estatura que las Chisgas. Nos dirigimos por la calle Grau hacia el norte, el
grupo de danzantes de la fiesta de Corpus Christi de la octava de aquel domingo
se encontraban bailando delante de la casa del mayordomo don Félix Támara, ex
alcalde de Marca, el baile se hacía al centro de la calle, muy cerca al barrio
San Cristóbal, entramos a la ronda de los danzantes precisamente cuando
bailaban el Cortaguarango y:
- ¡Puño arriba...! ¡Puño arriba...!
¡Puño arriba…! - gritaba el caporal al centro del
ruedo.
El reloj marcaba las 3.23 p.m., el
pincullero don Roberto “Llupico” Padilla Gómez entró en su momento más
exultante, tomó más aire para despedir con más fuerza el tono del Cortaguarango,
se encorvaba hacia adelante y hacia atrás, la caja retumbaba en medio de la
calle, los danzantes haciendo la ronda con el puño en alto, había mucha
bulla, el público gozaba con el baile de los danzantes, quienes se daban
arengas alzando el puño antes del garrote, ¡Puño arriba...! ¡Puño arriba...!
un Negro contra una Chisga era lo convenido por el Caporal y el Alguacil,
quienes imponían el orden y la disciplina, ambos al medio de la ronda. El
tambor sonaba con más fuerza, era con fiereza por el ritmo guerrero que le
imponía, todos los Negros y Chisgas que en número de cincuenta ya bailábamos
con el puño en alto como antesala del Cortaguarango, cuando en esos momentos
sentí que me agarraban de la mano y me jalaron con fuerza, era una de nuestras
Llúcash, Genoveva, diciéndome:
¡Corre José...corre! – me decía
¡¡¡Temblor!!! - dijo alguien
Corrimos hacia el Sur, hacia el
Norte, tal vez hacia el Este. ¡Fueron los 45 segundos más dramáticos, de
desesperación y terror de mi vida! era el domingo 31 de mayo de1970.
Aún con los ojos cubiertos por la
pañoleta que cubría mi rostro escuché que las enormes piedras que había al lado
Oeste de la calle Grau, de pertenencias de don Glicerio Silva padre de mis
amigos Porfirio, Manuel y Amancio se vino abajo con un ruido ensordecedor al
que esquivamos a duras penas corriendo hacia el otro lado, el suelo temblaba
con fiereza, había pánico entre la muchedumbre, gritos y llantos por doquier,
cuando la pared de la casa, que en realidad era una “Racka” por estar semiderruida por el paso del tiempo, era
la casa de don Antonio Silva a quien llamaban “Shancurero” el que se desplomó, corrimos hacia el lado
contrario para subir encima de las piedras que segundos antes se habían
desplomado, fueron los segundos más aterradores de mi vida.
La tierra no paraba de temblar, ya
nos habíamos sacado las pañoletas que cubrían nuestros rostros por la inmensa
polvareda existente, no se podía respirar, ya no importaba si caminabas por la
calle vestido de mujer, el momento era de miedo, de terror y desolación; el
ambiente comenzó a nublarse, el polvo negruzco venía de sur a norte, comenzó a
cubrir el espacio, como la peste, teníamos mucha dificultad para respirar,
comenzamos a caminar en la oscuridad hacia la plaza de armas por la calle Grau.
En la esquina de Alfonso Ugarte con Grau encontramos a don Víctor Quinto,
tenía medio cuerpo aprisionado por los adobes contra la pared de don Celestino
Virhuez. La pared de don Nilo Ortiz Virhuez se había desplomado con tan mala
suerte que sepultó medio cuerpo de Víctor Quinto quien fallecería horas más
tarde en su casa, en Jacacuchu.
Fueron cuarenta y cinco segundos de
angustia y terror, había sucedido uno de los mayores terremotos en la historia
del Perú con 7.9 grados en la escala de Richter, cuyo epicentro se había
producido en las costas de Casma y Chimbote, en el océano pacífico, afectando
casi todo el departamento de Ancash, parte de Lima, Huánuco, La Libertad y
otros departamentos. Por fin llegamos a la plaza de armas sorteando adobes,
tejas, palos y piedras, toda la población se apostó en dicho lugar, era el
lugar más apropiado nos dijeron, por la cantidad de polvo de color marrón
oscuro se veía solo a dos o tres metros de distancia, teníamos mucha dificultad
para respirar, el caos era general, niños y mujeres lloraban pidiendo
clemencia, que Dios aplaque su ira, que ya era demasiado el castigo, pensamos
que era el fin del mundo, nos encontrábamos en la plaza de armas agarrados de
la mano entre todos, cuando se repetían los temblores, la tierra seguía
temblando causando más pánico entre la población, el movimiento telúrico con
fiereza había cobrado otra víctima a la altura de Aliso, era una niña de 10
años de edad llamada Mirella Quispe Carrión venía a la ciudad a
presenciar el baile de Los Huancos junto a su madre doña Eplla Carrión, el
desprendimiento de una piedra que los marquinos llamamos “Galgada” impactó en
la cabeza de la niña matándola instantáneamente en el camino hacia la ciudad.
Ese día toda la población durmió en
la plaza de armas, y en el patio de algunas casas que quedaban en pie, se
repitieron cientos de temblores en la noche causando gran pánico, en los
siguientes días mediante la radio nos enteraríamos que el terremoto en grado
7.9 de Richter cuyo epicentro se registró en el Océano Pacífico frente a las
costas de Chimbote y Casma había cobrado la vida de más de 80,000 personas y
20,000 personas desaparecidas, uno de ellos, mi primo Félix Cueva Soto en
Huaraz, cuyos restos nunca fueron encontrados a pesar de los esfuerzos por
ubicar de su madre, mi tía doña Felicia Soto Padilla, su esposa doña Ricardina
Sarria y la Cruz Roja Internacional.
Minutos más tarde del terremoto fue
sepultada por el alud la ciudad de Yungay. Reportaron la existencia de unos 150
mil heridos y miles de damnificados solo en el departamento de Ancash lugar de
una de las hecatombes de mayor trascendencia en la historia de la humanidad. En
Chaucayán un grupo de marquinos y profesores del Colegio se salvaron, porque
minutos antes de la hora fatídica, el chofer del camión San Lorenzo don Pedro
Espinoza Soto, había parado porque se sentía indispuesto, además debían subir
pasajeros y carga con dirección a Marca, por lo que paró en dicho Anexo.
El mismo día del terremoto a las 12
m., se había inaugurado el Mundial de Fútbol México-70, empatando a cero
goles las selecciones de México y Rusia en el partido inaugural. En Yungay le
seguiría al terremoto, un aluvión que sembró la Muerte de 25,000 personas
al desprenderse una parte del nevado del Huascarán, solo se salvaron quinientas
personas que pudieron llegar a la parte alta donde se encuentra el cementerio y
cuatrocientas personas que se encontraban en el estadio municipal entre
jugadores y espectadores según informaciones de ésa época, el alud borró la
provincia de Yungay, donde nunca más se construirían casas sino convertirla en
un camposanto y buscar su reubicación, donde actualmente se yergue la siempre
bella “Yungay hermosura”.
Hoy, cincuenta y cuatro años después
recordamos este hecho tan doloroso y dramático que enlutó a miles personas en
el departamento cobrando dos víctimas en Marca, numerosos heridos y daños
materiales que hasta el día de hoy persisten y perduran al no haber podido
rehabilitar los daños causados aquella fatídica tarde donde pasamos del alegre
festejo de la fiesta del Corpus Christi con la danza de Los Huancos, al llanto
y desolación más terrible de nuestra historia. ¡Qué tragedia!, en las
siguientes horas de la tarde se sucedían temblores cada dos o tres minutos,
causando gran pánico a la población, ya nos encontrábamos en la plaza de armas,
y pasar la noche como así se hizo, el alcalde de entonces don
Pedro Virhuez Gutiérrez, y las demás autoridades poco podían hacer,
incomunicados por correo y telégrafos había colapsado, por aquellas épocas las
noticias se podían transmitir solamente a través de correos y telégrafos y
escuchar la radio de alguna emisora de la capital, que no funcionaban; toda
forma de comunicación había colapsado.
La carretera Chucchu-Marca con
derrumbes por todas partes, los caminos de herradura totalmente destruidos, por
aire, ni hablar, los siguientes días solo se escuchaba el paso de un avión a
una altura de diez mil pies. Sencillamente pensé que era el fin del mundo, en
la noche los pobladores sacaron sus mantas y frazadas de algunas casas que
quedaban, y dormir en la plaza de armas, y en el patio de algunas casas que no
se habían caído, se trataba de escuchar las radios de la capital y no había
señal. Al dormir en la intemperie aquella noche escuchaba ruidos ensordecedores
debajo de la tierra, parecía que se deslizaba la tierra de un lugar a otro,
había ruidos que daban mucho temor, crujían inmensas rocas, tal vez se
posicionaban o volvían a su lugar, pensaba que en cualquier momento la tierra
se abriría y sencillamente nos engullía, y nos tragaba la tierra, el ruido era
sencillamente aterrador.
El martes dos de junio, la selección
peruana debutaba ante Bulgaria por el mundial de fútbol Mèxico-70. En el Perú
se había creado gran expectativa por este partido ya que se regresaba a un
mundial desde el año de 1930 esta vez por mérito propio, porque a aquel primer
mundial de futbol el Perú fue invitado. Días antes del primer partido de
nuestra selección con los amigos teníamos gran expectativa para escuchar por
radio dicho partido.
En la plaza de armas alguien pudo
conseguir una radio donde ya se escuchaba los mensajes que mandaban algunos
provincianos hacia Lima y viceversa, se pasaban horas y horas informando,
mandaban saludos desde Huaraz hacia Lima donde se encontraban sus familiares,
que no les había pasado nada, sino un gran susto nada más, las radios se
pasaban las horas informando con nombres propios. Las emisoras radiales
comunicaban donde se había producido el epicentro, a la altura de Chimbote a 60
kilómetros mar adentro, informaban de los pueblos más afectados, las provincias
ò distritos más destruidos o desaparecidos por efectos del terremoto. Se decía que
había miles de muertos, que el departamento de Ancash había sido el más
afectado, ya se había localizado el epicentro. Hay que precisar que por esos
años la comunicación, así como las oficinas del Senami, los sismólogos, aún no
tenían los equipos sofisticados que ahora poseen, por lo tanto, les era muy
difícil detectar los daños, menos predecir los acontecimientos telúricos.
Esa tarde la selección peruana nos
daría una alegría inmensa a todos los sufridos peruanos que nos encontrábamos
en desgracia por lo ocurrido. Después de ir perdiendo por dos goles a cero,
remontaron el marcador para finalmente ganar por tres goles a dos, con goles de
Alberto Gallardo, Héctor Chumpitaz y Teófilo Cubillas, que alegría para los
aficionados al deporte del fútbol. Todo el Perú se resarcía en parte del dolor
y la tristeza por la desgracia ocurrida dos días antes, para celebrar el gran
triunfo peruano; gran acontecimiento que nunca más se borraría de mi mente.
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