jueves, 30 de mayo de 2024

 

 LA HECATOMBE…HACE 54 AÑOS

Miles de muertos en Ancash por el cataclismo del 31 de mayo de 1970 en Marca: 2 muertos y numerosos heridos        

            (Publicado por la Asociación de Escritores Ancashinos - AEA, en el libro: “LA HECATOMBE - TERREMOTO DE 1970”) 

Escribe: José Santos Gamarra Soto

Hace 54 años a solicitud del director del colegio de Marca-Recuay-Ancash, retorné el domingo 24 de mayo de 1970 a estudiar el quinto año de educación secundaria en el Colegio San Lorenzo de Marca, el director nos instaba a regresar a nuestro terruño por falta de alumnos, yo me encontraba estudiando; el quinto de secundaria en el colegio Guillermo E. Billingursth de Barranca. El jueves 28 de mayo de la misma semana se celebraba la fiesta de Corpus Christi donde se desarrollaría el baile costumbrista de “Los Huancos”, siendo el domingo 31 de mayo la octava de dicha fiesta, con existencia de mayordomos, caporales y alguaciles. En años anteriores había bailado como “Negro” con no muy buen resultado, mientras que el año de 1969 bailé como “Chisga” (hombre vestido de mujer), haciéndolo mucho mejor, con la vestimenta de mi tía Alicia, gustando mucho a los espectadores.

En esta oportunidad mis amigas y compañeras del colegio Eutropia, Lilia, Betty y Nora nos prepararían la vestimenta, alentado por mis amigas acepté bailar junto a cinco amigos más y hacer tres parejas, tres chisgas y tres negros, el jueves 28 día de Corpus Christi y el domingo 31 en la octava de dicha festividad costumbrista. Ellas, estaban muy entusiasmadas al saber de mi regreso a estudiar el último año y terminar mis estudios en Marca. Inmediatamente después de mi llegada a Marca, mis amigas se pusieron de acuerdo para bailar como chisgas el jueves y domingo de dicha semana, Eutropia me recordaba que un año antes lo había hecho muy bien, por ello me manifestó:

Tienes que bailar de chisga...por la ropa no se preocupen porque nosotras les conseguiremos – Me decía.

Faltan escasos tres días para ello... ¡Imposible! - le dije

No te preocupes hemos quedado con las chicas que les vamos a mandar hacer la ropa a la medida de cada uno - me siguió diciendo.

¿Mandar hacer ropa de mujer para mí? – le pregunté medio angustiado.

Si - me dijo - después de la fiesta lo mandamos achicar para usarlos nosotras – me manifestó.

Bueno...que sea así entonces - le contesté.

Se habían puesto de acuerdo entre las amigas nombradas más Gliceria, Genoveva y Herminia mandar hacer nuestras vestimentas para tres Chisgas en la costurera del pueblo, una para el día jueves y otra completamente distinta para la octava del día domingo, toda la vestimenta era nueva para no ser reconocido por la población marquina en el momento del baile que era el fin supremo de toda la parafernalia. Hay que precisar, que el baile de Los Huancos tiene como característica que el danzante-Negro o Chisga-no deben ser reconocidos en su identidad. En ambos casos los danzantes bailan con la cara cubierta bien sea por máscaras ò pañoletas, sean Negros o Chisgas.

El día jueves 28 bailamos hasta altas horas de la noche, en casa del mayordomo y principales calles de la ciudad, en número de treinta a cuarenta al son del pincullo y la caja. Qué maravilla, no había cansancio para los jóvenes, el “Cortaguarango” era repetido una y otra vez, los garrotazos se sucedían uno tras otro y así concluyó la tarde de jueves de Corpus Christi, en casa del mayordomo en horas de la noche. Se esperaba el domingo de octava una mayor concurrencia porque era domingo, faltaba muy pocos días para ello, escasos tres días nos dijimos y nos citamos los amigos para aquel día, retirándonos cansados del baile agotador.

La fiesta patronal de Marca es el 10 de agosto, además en la ciudad existen otras festividades en el calendario marquino y una de ellas es el baile de Los Huancos de Marca, donde existen algunas chaperonas comúnmente llamadas “Llúchash” que acompañan a los danzantes en cada festividad, son las que se preocupan que no les falte nada a los danzantes. Nuestras llúcashs para aquella festividad se habían preparado como nunca para la octava del Corpus Christi del domingo 31 de mayo de 1970, éramos seis los danzantes que haríamos tres parejas aquel día, tendríamos que salir de la casa de Gliceria ubicado en la calle Víbora, ataviado con nuestras indumentarias para la ocasión, esta vez vestido de Chisgas y bailar junto a los demás danzantes que en gran número ya bailaban en la octava de ese día, las “Chisgas” éramos “Tobín”, “Melgarejo” y “Dolton”, mientras que nuestras parejas vestido de “Negros” eran “Wilson”, “Eña” y “Chía”, las Chisgas éramos mucho más altos que los Negros, las llúcashs tenían que estar muy acomedidas a nuestros menores requerimientos, cuidar que no se nos desprenda algún aditamento de la vestimenta,  habían sido encomendadas ser nuestras chaperonas, cada una de ellas portaba una canasta donde había desde un pequeño alfiler hasta una pollera por si le pasaba algo, a algún danzante.

Aquel día, estrenábamos ropa nueva de mujer, la que me tocó era una monilla de color azul brillante, se diría azulino, la lliclla de color rojo escarlata con cinta labrada de color negro, la saya de color negro con abertura en la parte delantera, unido por un cintillo del mismo color de la monilla, que hacía ver el blanco justan con grecas anchas y bordadas luego, las tres polleras de diferentes colores y bordados, en la cintura poseía dos pañoletas de seda fina amarrados en la parte delantera, tenía una cabellera postiza de mujer en dos trenzas que me llegaba hasta la altura de la cintura, el sombrero de paja con flores artificiales de diferentes colores, el collar de diferentes tamaños y colores, de perlas chicas y grandes, guantes blancos, zapatillas y medias blancas para dar mayor agilidad en el baile, la cara lo teníamos cubierto con dos pañuelos de colores uno transparente y el otro más denso en la trama y la urdimbre para no ser reconocidos ni por el más acucioso de los espectadores.

Al promediar las tres de la tarde salimos a la calle los seis danzantes, sería muy difícil que alguien nos reconociera porque la vestimenta era nueva; hay que precisar que la vestimenta de la mujer marquina es muy apreciada a nivel nacional è internacional, por su peculiaridad, el colorido y los componentes de la vestimenta que es usado por las mujeres con mucho donaire y exquisitez. La casa de Gliceria quedaba en la que antiguamente se llamaba calle Víbora, donde nos habíamos preparado y “cambiado”. Salimos cada uno con nuestros Negros, las Chisgas abrazaban al Negro por el hombro, como una madre abraza a su hijo, el Negro abrazaba por la cintura, no había otra forma, los Negros eran más bajospequeños en estatura que las Chisgas. Nos dirigimos por la calle Grau hacia el norte, el grupo de danzantes de la fiesta de Corpus Christi de la octava de aquel domingo se encontraban bailando delante de la casa del mayordomo don Félix Támara, ex alcalde de Marca, el baile se hacía al centro de la calle, muy cerca al barrio San Cristóbal, entramos a la ronda de los danzantes precisamente cuando bailaban el Cortaguarango y:

- ¡Puño arriba...! ¡Puño arriba...! ¡Puño arriba…! - gritaba el caporal al centro del ruedo.

El reloj marcaba las 3.23 p.m., el pincullero don Roberto “Llupico” Padilla Gómez entró en su momento más exultante, tomó más aire para despedir con más fuerza el tono del Cortaguarango, se encorvaba hacia adelante y hacia atrás, la caja retumbaba en medio de la calle, los danzantes haciendo la ronda con el puño en alto, había mucha bulla, el público gozaba con el baile de los danzantes, quienes se daban arengas alzando el puño antes del garrote, ¡Puño arriba...! ¡Puño arriba...! un Negro contra una Chisga era lo convenido por el Caporal y el Alguacil, quienes imponían el orden y la disciplina, ambos al medio de la ronda. El tambor sonaba con más fuerza, era con fiereza por el ritmo guerrero que le imponía, todos los Negros y Chisgas que en número de cincuenta ya bailábamos con el puño en alto como antesala del Cortaguarango, cuando en esos momentos sentí que me agarraban de la mano y me jalaron con fuerza, era una de nuestras Llúcash, Genoveva, diciéndome:

¡Corre José...corre! – me decía

¡¡¡Temblor!!! - dijo alguien

Corrimos hacia el Sur, hacia el Norte, tal vez hacia el Este. ¡Fueron los 45 segundos más dramáticos, de desesperación y terror de mi vida! era el domingo 31 de mayo de1970.

Aún con los ojos cubiertos por la pañoleta que cubría mi rostro escuché que las enormes piedras que había al lado Oeste de la calle Grau, de pertenencias de don Glicerio Silva padre de mis amigos Porfirio, Manuel y Amancio se vino abajo con un ruido ensordecedor al que esquivamos a duras penas corriendo hacia el otro lado, el suelo temblaba con fiereza, había pánico entre la muchedumbre, gritos y llantos por doquier, cuando la pared de la casa, que en realidad era una “Racka” por estar semiderruida por el paso del tiempo, era la casa de don Antonio Silva a quien llamaban “Shancurero” el que se desplomó, corrimos hacia el lado contrario para subir encima de las piedras que segundos antes se habían desplomado, fueron los segundos más aterradores de mi vida.

La tierra no paraba de temblar, ya nos habíamos sacado las pañoletas que cubrían nuestros rostros por la inmensa polvareda existente, no se podía respirar, ya no importaba si caminabas por la calle vestido de mujer, el momento era de miedo, de terror y desolación; el ambiente comenzó a nublarse, el polvo negruzco venía de sur a norte, comenzó a cubrir el espacio, como la peste, teníamos mucha dificultad para respirar, comenzamos a caminar en la oscuridad hacia la plaza de armas por la calle Grau. En la esquina de Alfonso Ugarte con Grau encontramos a don Víctor Quinto, tenía medio cuerpo aprisionado por los adobes contra la pared de don Celestino Virhuez. La pared de don Nilo Ortiz Virhuez se había desplomado con tan mala suerte que sepultó medio cuerpo de Víctor Quinto quien fallecería horas más tarde en su casa, en Jacacuchu.

Fueron cuarenta y cinco segundos de angustia y terror, había sucedido uno de los mayores terremotos en la historia del Perú con 7.9 grados en la escala de Richter, cuyo epicentro se había producido en las costas de Casma y Chimbote, en el océano pacífico, afectando casi todo el departamento de Ancash, parte de Lima, Huánuco, La Libertad y otros departamentos. Por fin llegamos a la plaza de armas sorteando adobes, tejas, palos y piedras, toda la población se apostó en dicho lugar, era el lugar más apropiado nos dijeron, por la cantidad de polvo de color marrón oscuro se veía solo a dos o tres metros de distancia, teníamos mucha dificultad para respirar, el caos era general, niños y mujeres lloraban pidiendo clemencia, que Dios aplaque su ira, que ya era demasiado el castigo, pensamos que era el fin del mundo, nos encontrábamos en la plaza de armas agarrados de la mano entre todos, cuando se repetían los temblores, la tierra seguía temblando causando más pánico entre la población, el movimiento telúrico con fiereza había cobrado otra víctima a la altura de Aliso, era una niña de 10 años de edad llamada Mirella Quispe Carrión venía a la ciudad a presenciar el baile de Los Huancos junto a su madre doña Eplla Carrión, el desprendimiento de una piedra que los marquinos llamamos “Galgada” impactó en la cabeza de la niña matándola instantáneamente en el camino hacia la ciudad.

Ese día toda la población durmió en la plaza de armas, y en el patio de algunas casas que quedaban en pie, se repitieron cientos de temblores en la noche causando gran pánico, en los siguientes días mediante la radio nos enteraríamos que el terremoto en grado 7.9 de Richter cuyo epicentro se registró en el Océano Pacífico frente a las costas de Chimbote y Casma había cobrado la vida de más de 80,000 personas y 20,000 personas desaparecidas, uno de ellos, mi primo Félix Cueva Soto en Huaraz, cuyos restos nunca fueron encontrados a pesar de los esfuerzos por ubicar de su madre, mi tía doña Felicia Soto Padilla, su esposa doña Ricardina Sarria y la Cruz Roja Internacional.

Minutos más tarde del terremoto fue sepultada por el alud la ciudad de Yungay. Reportaron la existencia de unos 150 mil heridos y miles de damnificados solo en el departamento de Ancash lugar de una de las hecatombes de mayor trascendencia en la historia de la humanidad. En Chaucayán un grupo de marquinos y profesores del Colegio se salvaron, porque minutos antes de la hora fatídica, el chofer del camión San Lorenzo don Pedro Espinoza Soto, había parado porque se sentía indispuesto, además debían subir pasajeros y carga con dirección a Marca, por lo que paró en dicho Anexo.

El mismo día del terremoto a las 12 m., se había inaugurado el Mundial de Fútbol México-70, empatando a cero goles las selecciones de México y Rusia en el partido inaugural. En Yungay le seguiría al terremoto, un aluvión que sembró la Muerte de 25,000 personas al desprenderse una parte del nevado del Huascarán, solo se salvaron quinientas personas que pudieron llegar a la parte alta donde se encuentra el cementerio y cuatrocientas personas que se encontraban en el estadio municipal entre jugadores y espectadores según informaciones de ésa época, el alud borró la provincia de Yungay, donde nunca más se construirían casas sino convertirla en un camposanto y buscar su reubicación, donde actualmente se yergue la siempre bella “Yungay hermosura”.

Hoy, cincuenta y cuatro años después recordamos este hecho tan doloroso y dramático que enlutó a miles personas en el departamento cobrando dos víctimas en Marca, numerosos heridos y daños materiales que hasta el día de hoy persisten y perduran al no haber podido rehabilitar los daños causados aquella fatídica tarde donde pasamos del alegre festejo de la fiesta del Corpus Christi con la danza de Los Huancos, al llanto y desolación más terrible de nuestra historia. ¡Qué tragedia!, en las siguientes horas de la tarde se sucedían temblores cada dos o tres minutos, causando gran pánico a la población, ya nos encontrábamos en la plaza de armas, y pasar la noche como así se hizo, el alcalde de entonces don Pedro Virhuez Gutiérrez, y las demás autoridades poco podían hacer, incomunicados por correo y telégrafos había colapsado, por aquellas épocas las noticias se podían transmitir solamente a través de correos y telégrafos y escuchar la radio de alguna emisora de la capital, que no funcionaban; toda forma de comunicación había colapsado.

La carretera Chucchu-Marca con derrumbes por todas partes, los caminos de herradura totalmente destruidos, por aire, ni hablar, los siguientes días solo se escuchaba el paso de un avión a una altura de diez mil pies. Sencillamente pensé que era el fin del mundo, en la noche los pobladores sacaron sus mantas y frazadas de algunas casas que quedaban, y dormir en la plaza de armas, y en el patio de algunas casas que no se habían caído, se trataba de escuchar las radios de la capital y no había señal. Al dormir en la intemperie aquella noche escuchaba ruidos ensordecedores debajo de la tierra, parecía que se deslizaba la tierra de un lugar a otro, había ruidos que daban mucho temor, crujían inmensas rocas, tal vez se posicionaban o volvían a su lugar, pensaba que en cualquier momento la tierra se abriría y sencillamente nos engullía, y nos tragaba la tierra, el ruido era sencillamente aterrador.

El martes dos de junio, la selección peruana debutaba ante Bulgaria por el mundial de fútbol Mèxico-70. En el Perú se había creado gran expectativa por este partido ya que se regresaba a un mundial desde el año de 1930 esta vez por mérito propio, porque a aquel primer mundial de futbol el Perú fue invitado. Días antes del primer partido de nuestra selección con los amigos teníamos gran expectativa para escuchar por radio dicho partido.

En la plaza de armas alguien pudo conseguir una radio donde ya se escuchaba los mensajes que mandaban algunos provincianos hacia Lima y viceversa, se pasaban horas y horas informando, mandaban saludos desde Huaraz hacia Lima donde se encontraban sus familiares, que no les había pasado nada, sino un gran susto nada más, las radios se pasaban las horas informando con nombres propios. Las emisoras radiales comunicaban donde se había producido el epicentro, a la altura de Chimbote a 60 kilómetros mar adentro, informaban de los pueblos más afectados, las provincias ò distritos más destruidos o desaparecidos por efectos del terremoto. Se decía que había miles de muertos, que el departamento de Ancash había sido el más afectado, ya se había localizado el epicentro. Hay que precisar que por esos años la comunicación, así como las oficinas del Senami, los sismólogos, aún no tenían los equipos sofisticados que ahora poseen, por lo tanto, les era muy difícil detectar los daños, menos predecir los acontecimientos telúricos.

Esa tarde la selección peruana nos daría una alegría inmensa a todos los sufridos peruanos que nos encontrábamos en desgracia por lo ocurrido. Después de ir perdiendo por dos goles a cero, remontaron el marcador para finalmente ganar por tres goles a dos, con goles de Alberto Gallardo, Héctor Chumpitaz y Teófilo Cubillas, que alegría para los aficionados al deporte del fútbol. Todo el Perú se resarcía en parte del dolor y la tristeza por la desgracia ocurrida dos días antes, para celebrar el gran triunfo peruano; gran acontecimiento que nunca más se borraría de mi mente.



 

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