EL NOBLE “CASHANO”…
@@@@@ HISTORIAS Y TRADICIONES DE MI TIERRA @@@@@
Por: José
Santos Gamarra Soto
En
los pueblos de nuestro Perú profundo existen historias, cuentos y leyendas que
al recordarlos expresamos en algunos casos nuestra alegría, en otros nostalgia
o hasta pena; en Marca en cada generación, existieron y existen hombres y
mujeres que han hecho historia por sus cualidades o por algún acto que haya
sobresalido en su época. Por la década del 50’ del siglo pasado vivía un campesino
por el barrio de Pircaymarca llamado Casiano Camones Cubillas, él, vivía cerca
de la casa de mi abuela paterna doña Juana Cubillas Falero, a Casiano en el pueblo
le llamaban de cariño: “Cashano”.
Cuando
Cashano llegaba a la casa de mi abuelita la llamaba “Mama Juana” con
cierto aire familiar, Cashano era hermano de Amadora Camones y vivían en
el barrio de Pircaymarca, era un buen hombre, de corazón muy noble, analfabeto.
En las fiestas de Corpus Cristhie le gustaba bailar de “Alguacil”, a éste
personaje de alguacil muchos años antes por los años de 1920 lo llamaban
“Autor”, quedando como Alguacil hasta la fecha. Este autor o alguacil baila con
un pequeño poncho multicolor y un sayal, sombrero de paja adornado con plumas
de pavo real, máscara de alambre con rasgos de mujer. Yo, miraba con inmensa
devoción dicha festividad porque me gustaba mucho esta estampa, el cual se
realiza entre los meses de Mayo y Junio de cada año.
Cashano, preparaba los garrotes y el broquel para
el baile de los Huancos desde meses antes y con los Caporales que junto al Alguacil
eran los que ponía orden en el baile, tenían mucho trabajo durante todo el año,
los Caporales de esos tiempos representados por Gamaniel Gamarra del barrio de Paracmarca, Norberto Cueva del barrio de Pircaymarca, y Camilo Cubillas de
Chaupismarca eran los más representativos para éste baile; la contratación de
don Roberto Padilla Gómez a quien cariñosamente llamaban “Llupico” con mucha anticipación como pincullero de
dicha festividad era la seguridad de buena fiesta de Corpus Cristhie.
Cashano, llegaba a la casa de mi abuela Juana y le comentaba como se
desarrollaría la fiesta del Corpus Cristhie en el presente año, como a mi
abuela le había dado la enfermedad de glaucoma, le quitó la visión a los dos
ojos, por ello mi abuela Juana no veía absolutamente nada, pero si escuchaba a
la perfección, entonces cuando Cashano le comentaba los preparativos de la fiesta lo escuchaba con mucha
atención y le daba recomendaciones y consejos, indicando que debería hacer tal
o cual cosa. Yo, escuchaba atentamente lo que pasaba, sin intervenir, por la
edad que tenía. Cashano, no había tenido la suerte de ir a la
escuela, pero era un hombre muy noble, a tal punto que a veces, actuaba como un
niño. Le daba las quejas a la abuelita Juana de las cosas que le pasaba, a veces con
voz afligida, entrecortada y llorosa, luego de los consejos, se retiraba más
reconfortado, tenía un poco más de treinta años, según creo.
Una
tarde le comenta a la abuela Juana que desea tener mujer, que ya ha conversado
con la susodicha, y que está de acuerdo:
- Mama Juana, mama Juana…warmy
tan muná…pokushka
Nam ká…
Abuelita
Juana, abuelita Juana…necesito tener mi mujer, Ya soy mayor.
- Pihuantac…..táreta munanki? ¿Con quién te quieres casar? - Le
Preguntaba mi abuelita.
- Claudinam jutin…Huayllapampa
warmim….
Se llama Claudina…es de Huayllapampa.
Unos
meses más tarde se casaron a la usanza del lugar con la bella Claudina. Cashano andaba en un
pie muy feliz y se establecieron en Chinchipe, anexo de Huayllapampa, de Marca
caminaba cerca de quince kilómetros de distancia, en el día trabajaba en Marca
y en las tardes se iba a Chinchipe donde dormía con su mujer y sus hijos,
vivían muy felices.
Como se ha dicho en alguno de nuestros artículos, en Marca y otras ciudades de
nuestra serranía, algunos agricultores antes de ir a la chacra o de regreso de
ella, toman su washku en la ciudad, licor casero que hasta el día de hoy
perdura. Una tarde estando él con muchas ganas de ver a su mujer, se había
tardado tomando su washcu con algunos agricultores en la tienda de “Capitán
Frotacho” le decían así a Frotacio Enriquez, en el barrio de mitana quien tenía una taberna al costado de la
Iglesia, donde actualmente Nicanor Enriquez, su hijo, tiene su taberna, al
frente del local de la Comunidad Campesina San Lorenzo de Marca.
Antes
de salir con destino a Chinchipe Cashano se había demorado más de la cuenta en
dicha taberna con sus amigos; ya medio oscuro, se fue a toda prisa silbando su
huayno, pasando por Mitana, kakahuas, Agua Bendita, Mayapi, Marawayi, Curco,
Shinua, Ninarumi, Chinchehuas, Pacar, cruzó el río Trompón, luego subió hasta
Chinchipe, era una caminata de casi dos horas diarias. Pero ese día se retrasó
un poco más de la cuenta, salió a las siete de la noche rumbo a su casa, estaba
medio borrachito, vivía muy enamorado de su mujer, tenía en mente sentir las
caricias esa noche de ella, por eso el apuro de ese día, se fue silbando y
cantando a su casa.
Cuando
al llegar a su casa grande fue su sorpresa, encontrar a un fulano que salía a
toda prisa, por el corral posterior, Cashano con la furia que llevaba ingresó a la
habitación, sus hijos dormían inocentes en la cama contigua a la suya, como
siempre, y al revisar la cama matrimonial encontró a su mujer en paños menores,
muerto de rabia salió en busca del intruso buscando por las chacras vecinas,
sin resultado positivo, había fugado con una rapidez felina por las pircas y
chacras vecinas, protegido por la oscuridad de la noche.
Cashano regresó a su casa furioso por lo ocurrido, todavía le quedaba
los efectos del washku, y se sentía traicionado por su mujer, pensó castigarla
por tamaña afrenta a su honor de hombre. Su mujer, permanecía desvestida, se le
veía las nalgas rechonchas lozanas, estaba indeciso y se preguntó:
-
Imanekotac ke warmita…¿makeqotsun o koqurqotsun…?
¿Qué hago con ésta mujer, le
pego o me la tiro?
Era tal su incertidumbre, que
al rato se decidió:
- ¡Mejor koqurqushac…! ¡Mejor
me la tiro!.
Dicho
esto, se metió a la cama; y según él, la “castigó” a la mujer haciéndole el
amor, esa noche una y otra vez, para no ser saca vueltera. Esta historia Cashano
en su ingenuidad contaba a toda persona en la ciudad y lo repetía sin el mínimo
escrúpulo.
Fuente:
Historia
de Ivo de José Santos
Gamarra Soto