viernes, 25 de febrero de 2022

 


EL “MANOLETE  MARQUINO”

 

Por: José Santos Gamarra Soto

 


Marco Tulio Virhuez Gutiérrez fue un marquino muy identificado con su pueblo, hombre de probada identidad con su terruño, siempre ponderaba lo mejor para Marca, llegó a ser presidente del Consejo de Administración de la Cooperativa de Ahorro y Crédito San Lorenzo de Marca que funcionaba en la Urbanización Sol de Oro del actual distrito de los Olivos. La Cooperativa de Ahorro y Crédito San Lorenzo de Marca se creó en el año de 1969 en el distrito de San Martin de Porres, por iniciativa de los hijos marquinos amantes de su pueblo, con el Sr.  Pedro Mugruza Méndez a la cabeza quien trabajaba en el Banco Popular por aquellos tiempos. Las Cooperativas de Ahorro y Crédito son asociaciones que velan y procuran el desarrollo y bienestar económico de sus socios mediante los préstamos que otorga, que es el fin supremo de las Cooperativas, los socios en su mayoría eran marquinos.

En Marca, en la década del cincuenta del siglo pasado los partidos de fútbol y las corridas de toros se desarrollaban en la Plaza de Armas, en el que intervenían toreros aficionados como Jorge “Yuca” Gamarra, Marco Tulio “Manolete” Virhuez Gutiérrez por citar solo a dos personajes de aquellos tiempos. Toreros con traje de luces, con banderillas, capas y monteras como en la actualidad no habían, los toreros aficionados que se lanzaban al ruedo solo premunidos con alguna manta, camisa o pañuelo con los que sacaban alguna verónica que era el deleite del público, eso valía más por la valentía, el arrojo y decisión del torero. El público gozaba con las grandes tardes taurinas que se realizaban en la plaza de armas con los toros bravos que bajaban desde las punas de Marca, porque los toros eran realmente bravos muy parecidos a los toros de lidia y las vaquillonas a la que se le llamaba “Cerreras” le sacaban alguna capea y el público se daba por satisfecho de aquella tarde taurina. En la plaza de armas igualmente se realizaban partidos de fútbol con grandes encuentros donde intervenía el Club Sport San Lorenzo de Marca y el Club Flecha.

Recuerdo dichos eventos porque ya cursaba mis primeros años de aprendizaje en el Centro Escolar de Varones N° 1339, el director de la escuela de ese entonces era el profesor Alberto Camino, de grata recordación para la sociedad marquina, se trasladó a Huaraz en el año de 1960; reemplazándolo en la dirección de la escuela el profesor Félix Montenegro Ríos quien ocupó dicho cargo previo concurso en la capital de la provincia de Recuay.


Una tarde de corrida de toros en la plaza de armas con ocasión de la fiesta  patronal de ese año, presencié una interesante y jocosa corrida con Marco Tulio Vírhuez Gutierrez “El Manolete Marquino” y algunos otros aficionados al toreo, años antes en 1947 el torero español “Manolete” de gran recordación en el mundo de la tauromaquia había sufrido una cornada en Linares-España, de un toro llamado “Islero” que lo mandó al cielo, y los aficionados a la fiesta brava del toreo lo recordaban con nitidez y mucha simpatía por ser reciente dicho acontecimiento; por ello lo llamaban a Marco Tulio el “Manolete Marquino” quien capa en mano-de donde se habría conseguido la capa, no lo sabemos-quería torear en la plaza y Marco Tulio tenía cierto parecido con el gran torero español, tenía una figura desgarbada, era flaco y alto, enjuto de carne y huesos, usaba botas y pantalones muy apretados, ya había estado en la capital estudiando la secundaria, regresaba de joven al pueblo cada año por la fiesta patronal, para lanzarse al ruedo como torero, en cada presentación el Manolete marquino hacía de las suyas para  deleite del respetable.

Una tarde taurina le tocó un toro negro como “Poncho Negro” de recia figura, gran peso y de corte bravía, Marco Tulio por el miedo corría delante del toro a grandes zancadas en la polvorienta plaza, cruzaba la plaza de armas de norte a sur buscando guarida entre los espectadores, corría y corría a trancas y barrancas con su patilarga y bien cuidada vestimenta y cuando estaba frente a la baranda se lanzaba ante la muchedumbre, no se sabía si caía de espaldas o de bruces ante la multitud, causando gran hilaridad y júbilo; el público gozaba con las hazañas del “Manolete Marquino”.

Fuente: Historia de Ivo, Autor José Santos Gamarra Soto


jueves, 24 de febrero de 2022

 


NUESTROS MUCHACHOS, VAN A LA CANCHA…

Por: José Santos Gamarra Soto


Corría el año de 1962 cuando llegaron a Marca en visita de excursión los alumnos de la Escuela Primaria de Varones de  Malvas, perteneciente a la provincia de Aija por esos tiempos, lo que motivó que en la Escuela Primaria de Varones N° 1339 de Marca nos preparáramos para su recepción y proveerles una feliz estadía en nuestra ciudad, para ello los alumnos más pequeños de la escuela, fuimos preparados para la barra en los encuentros deportivos, una semana antes del encuentro de fútbol en el campo deportivo de “El Convento”, con cantos y hurras, teníamos que hacer sentir la presencia de ser locales al equipo visitante, el profesor Félix Montenegro Ríos para esa ocasión había  compuesto una canción muy acorde ante las circunstancias que se avecinaba, cuyas letras decía:

                           Nuestros muchachos, van a la cancha

                                     dispuestos a ganar,

                           Son los mejores, de nuestra escuela

                                     que de ellos es triunfar.  

 

                            Alegres compañeros,

                                     jugad sin vacilar

                             Si todos somos unidos

                             La victoria nuestra será.

 

                             Muchachos, quien ganará,

                             Muchachos, quien perderá,

                             Ganará Marca o perderá Marca

                                    Perdiendo, ganará.

 

                              Ay, ay, ay, ay

                              Quién ganará.

                              Ay, ay, ay, ay

                              Quién perderá.

 

Era tal la algarabía por la llegada de los excursionistas, que una hora antes que ingresen los jugadores al campo deportivo de El Convento, junto a mis amigos, juntamos once palitos amarrados como signo fatal para que no puedan correr los jugadores del equipo visitante, esos once palitos eran enterrados en el arco contrario. También se cazaba once grillos cuyas piernas desprendidas fueron enterrados debajo del vertical del arco contrario o entrábamos corriendo por el arco contrario en señal de anotar un gol. Estas manifestaciones inocentes los habíamos escuchado a nuestros padres y algunas personas mayores para que el equipo contrario no pueda desarrollar sus facultades deportivas para alzarse con el triunfo, ¡había que hacer sentir la localía! decíamos, ése era el propósito de nuestra participación antes del encuentro de fútbol.

Finalizada la justa deportiva todos nos dirigimos a la Plaza de Armas, donde el profesor Montenegro silbato en mano y guantes blancos frente a los alumnos, desarrollaba atletismo para los visitantes; short azul, polo blanco, medias y zapatillas blancas era el atuendo de los atletas; como olvidar aquellas piras humanas que se formaban de tres o cuatro cuerpos a veces hasta más; los alumnos más fornidos eran la base del monumento humano, luego los más ligeros, subían a la cúspide de la pirámide, donde un niño levantaba en la mano derecha la bandera peruana, este niño generalmente era Joaquín Gamarra, uno de los mejores atletas que tenía la escuela por esos tiempos, caminaba en forma vertical con las dos manos al piso, boca abajo, se contorneaba en los ejercicios y hacia piruetas en el aire en forma vertical y horizontal, demostrando sus dotes de buen atleta.

Recuerdo ésta canción como si fuera ayer, porque ensayamos mucho antes de la llegada de los excursionistas de Malvas, además porque mi hermano Ciro quien culminaba ese año sus estudios primarios participó en el encuentro de fútbol llevado a cabo en el campo deportivo de El Convento, cuyo resultado arrojó un score final de un triunfo de 2 goles a 1 a favor de la Escuela Primaria de Varones N° 1339 de Marca.

Fuente: Historia de Ivo, Autor: José Santos Gamarra Soto  

 


viernes, 18 de febrero de 2022

 

CAMINATA DIARIA A LA ESCUELA DESDE ICHOCA, CHAUCAYÁN Y PACAR(WASHAHUACTA) – SEGUNDA PARTE

Por: José Santos Gamarra Soto

 



Continúa…....CAMINATA DIARIA A LA ESCUELA…En la década del 50 y 60 del siglo pasado las escuelas de Marca tanto de varones como de mujeres tenían gran cantidad de alumnos, concurrían desde distintos puntos y anexos a estudiar su educación primaria, desde Ichoca, caminaban un gran número de estudiantes entre hombres y mujeres, los días lunes partiendo a las cinco de la mañana rumbo a Marca regresaban a Ichoca los sábados; los ocho kilómetros de distancia que separa Marca de Ichoca, lo recorrían Pedro Silva a quien llamaban “El Ruso” junto a ellos iban los hermanos Eloy, Sergio, Rómulo, Juan e Irene Silva Diego, otro grupo de estudiantes lo integraban Edgardo y Tadea Diego Padilla, Alejandro Diego, Raúl Diego, Raymundo Villanueva, y los hermanos Ezequiel, Valerio y Alejandro Florián Montoya, así mismo caminaban Crisóstomo y Loyola Cueva, entre los más destacados. Desde Chaucayán llegaban a Marca los días lunes muy temprano hasta el sábado Adiberto Santiago, Asenciano Santiago, Moisés Soto, Julio Jesús Riquelme, René Augusto Ruiz, Javier Ramírez Gómez, Demetria Padilla y Edith Padilla Virhuez, Manuel Fabián, Eduviges Fabián, Anselmo Fabián, los otros hermanos eran Juan Fabián y Felipa Fabián Quispe, Marino Padilla Soto, Los hermanos Cosme Padilla caminaban desde Mogote quienes años más tarde formaron una orquesta vernacular.

 

Desde el anexo de Packar y la parte oeste de Marca lugares que comúnmente se le denomina “Wuashahuacta”, llegaban alumnos entre hombres y mujeres desde Ullunto, Huamancayán, Llapta desde donde nuestros compañeros de salón Aguinaldo Fabián y Mélem nos traían Lúcumas, Rancar y Sokotoro. Igual caminaban los alumnos desde Corre Corre, Kochu, Cachín, Mal Paso, Ucrutup, Karatzucu, Shinua, Curcu, Marahuayi, Llahuac, Mayapi, Lucma, Ninarumi, Chinchehuas, Kemish Jircan, Ninahuas, Jancush y Pukcahuayi de esos lugares caminaban alrededor de treinta a cuarenta alumnos entre hombres y mujeres. En total desde los cuatro puntos cardinales más los anexos de Ichoca, Churap y Chaucayán caminaban los días lunes o diariamente entre ciento ochenta a doscientos alumnos entre hombres y mujeres, siendo el cincuenta por ciento de la población total estudiantil de la Escuela Primaria de Varones Nº 1339 y Escuela Primaria de Mujeres Nº 1350; animaban ansias de superación y sana efervescencia para el estudio.

 

Había una leal competencia entre las dos escuelas en cantos y poesías. La Escuela Primaria de Mujeres, estaba situada en la Plaza de Armas, bajo la orientación de la directora Sra. Ana Trinidad de Porcel, profesora a quien la recuerdo con especial cariño, porque ponderaba alimentándome el espíritu y la mente, afirmando que yo era un niño muy inteligente y que llegaría muy lejos porque me había ganado la confianza del profesor Félix Montenegro Ríos, quien me enseñó las primeras letras desde transición a quinto de primaria. Fui el mensajero de los dos directores que habían establecido los sábados culturales por los primeros años del 60, el papel protocolar era mi responsabilidad al invitar a la Directora, las profesoras y alumnas de la Escuela Primaria de Mujeres N° 1350.

 

Esos sábados culturales, me formó intelectualmente por el alto nivel educativo de sus programas, con asistencia inclusive de autoridades y padres de familia, que a la fecha se ha perdido el nivel cultural. La Directora de la escuela era una señora muy fina y elegante, me gustaba visitarla, por especial encargo de mi profesor y director, cual embajador plenipotenciario y extraordinario, con educación y seguro de mí mismo, en posición de firmes, me presentaba frente a la Directora para manifestarle, con voz firme y varonil:

 

          - ¡Señorita Directora, los alumnos de la Escuela Primaria de Varones Nº 1339, se encuentran formados, esperando a las niñas de la Escuela Primaria de Mujeres Nº 1350 listos para comenzar con la actuación central! Ella, muy atenta me respondía:

          - “¡Comunica al señor Director, que en cinco minutos estamos partiendo!”.

 

Luego del saludo protocolar y la invitación correspondiente regresaba raudo a mi escuela, para comunicarle a mi Director, que las niñas estaban en camino para la actuación. Las ceremonias eran todos los sábados en el auditorio de la escuela de varones que quedaba en el jirón Alfonso Ugarte, junto al río, local que no contaba la escuela de mujeres, ellas formaban en la plaza de armas y no había mucho espacio para ésta clase de eventos sabatinos. En cambio en la escuela de varones había mucho espacio y se había construido un inmenso salón de actos que era donde siempre se desarrollaba los eventos culturales. Estas actividades habían generado tal competencia con cantos y poesías expresamente preparados para cada sábado que los asistentes se retiraban muy gustosos. Ambas escuelas celebraban la fechas cívicas del calendario escolar, en especial, el Día de la Madre, en cuya ceremonia fungía como maestro de ceremonia, así como en las demás actividades y declamaba poesías como número central de la actuación.

 

Mamá Ellpicha asistía ataviada con su mejor vestimenta para la ocasión: saya negra, monilla rosada, lliclla roja, con sus trenzas largas y sombrero adornado de flores silvestres, se sentaba en primera fila, como mi invitada de honor, un recuerdo que me viene a la memoria, cuando estudiaba el cuarto año de primaria abrí la ceremonia exclamando:

 

            - ¡Señoras y señores, muy buenos días, vamos a celebrar el Día de la Madre, y, como primer número entonaremos las sagradas notas de nuestro Himno Nacional!

            - Y daba la orden: A mi voz: ¡1, 2, 3!

 

El Himno Nacional era entonado a viva voz, al finalizar el canto con timbre de orgullo decía: ¡Viva el Perú! grito que se escuchaba en toda la apacible ciudad de Marca, hasta los lugares de Tirijirca y Chihuis  ¡Qué tiempos aquellos!. A esa hora, en la ciudad había calma y solemnidad. Luego, se entonaba el Himno de la Escuela, compuesto por el profesor Lucio Cubillas Tolentino, un maestro que muchas veces había hecho caminar de rodillas en el patio de la escuela a los alumnos desaplicados o a los que llegaban tarde, cuyos cocachos y palmetas recuerdan muchos alumnos; era músico y director de las banda de música de la Escuela, caminaba por las aulas, por las calles, por las chacras, por los caminos, siempre cantando y tarareando alguna nueva canción que le venía a la mente; el himno de la escuela se cantaba obligatoriamente todas las mañanas después del Himno Nacional, cuyas letras guardo en el cofre de mis recuerdos:

                        Nuestra Escuela 339

                 forja en sus aulas, lo mejor de la Nación;

                 dándole temple a sus corazones

                 de su selecta y noble juventud.

 

                 Tú me enseñas, amar a mi Patria

                 tierra de los Incas, el magnífico sol

                 viva esa lumbre, con que iluminas

                 la mente de la muchachada de hoy.



 

Me gustaba recitar poesías en cuantas actuaciones que se realizaban, cada año ocupaba el primer puesto en aprovechamiento, mi adorada madre siempre me acompañaba muy complacida por lo que hacía su hijo y era la que recibía de mis manos el diploma que me entregaban por ocupar el primer puesto, sintiéndose orgullosa por las declamaciones que le brindaba, recuerdo cuando estaba en transición a la edad de seis años, recité mi primera poesía y antes de que subiera al estrado, mi profesor Félix Montenegro, en actitud paternal me arregló el pantalón que lo traía muy raído y sin correa, recordándome que en el salón de actos estaba mi mamá y que recitara con voz muy fuerte y clara, de cuya poesía recuerdo solamente el primer verso:

                - Mi Mamá chiquita.........mi Papá grande.....

 

Pero lo que más me impactó fue la canción:

 

                Madre querida, al ofrendarte,

                          este tributo

                Con el fervor de mi alocada

                          Inspiración

                 Quiero que sepas, madre mía,

                          con certeza,

                  La honda pena que taladra

                           el corazón.

 

                  Cuántos recuerdos ya lejanos,

                           madre mía

                  De aquel pasado que jamás

                           ha de volver.

                  Cuán inquieta, vigilabas

                          noche y día,

                 Con tu cariño, maternal

                          a mi niñez.

Con los años me fui convirtiendo en un elemento de apoyo de mi profesor, quien me fue encomendando más responsabilidades y ganando el respeto de mis compañeros de estudios. “Dictaba” muchas veces las clases, cuando salía mi profesor, específicamente desde el segundo hasta el quinto de primaria, año en  que me otorgaron la Beca, ocupando el primer puesto en el Orden de Méritos, hecho que me sirvió para ir a estudiar al Colegio La Libertad de Huaraz. Desde mis nueve hasta los doce años que terminé la primaria fui consolidando mi personalidad, para ello mucho tuvo que ver mi profesor “Monticho”, gran artífice de muchas generaciones, al que le guardo especial cariño y gratitud por haberme formado desde mi niñez.

Ruego me disculpen por omitir más nombres de Caminantes a las Escuelas.

Fuente: Historia de Ivo, Autor: José Santos Gamarra Soto



 

jueves, 17 de febrero de 2022

 


CAMINATA DIARIA A LA ESCUELA PRIMARIA N° 1339 Y 1350 - PRIMERA PARTE


Por: José Santos Gamarra Soto

 



Cochacar(Marca-Ancash), tiene singular privilegio en mi vida porque allí los recuerdos más gratos endulzaron los días y años de mi infancia, niñez y parte de mi vida juvenil. En sus linderos sumé muchas esperanzas y avizoré sueños que cinceló mi carácter emprendedor, con el paso de los años iba forjando y modelando mi personalidad; cuánto le agradezco a la vida el haber crecido lleno de felicidad porque en el hogar nunca nos faltó un pan que comer, por la laboriosidad de mis padres que ahora enorgullecen mi existencia. Mis padres trabajaban con alegría junto a sus hijos, para mí, Cochacar es memoria inacabada, anhelo de volver a ser niño porque todo se ha hecho distancia; recuerdo que diariamente caminaba de Cochacar a Marca junto a mi hermano Ciro por el sendero llamado “Llanu”, que era un camino muy angosto, apenas podía pasar un burro con su carga por dicho camino, recuerdo que en cada cosecha que había en Cochacar, y cuando tenía que llevarse  hacia la ciudad, mi padre preparaba varios asnos y caballos con carga que mi hermano Ciro y yo teníamos que llevar hasta la ciudad.

De Llanu continúa la chacra de doña “Tilli”, llamaban así a la Sra. Teresa Espinoza, para cortar camino había que subir por su chacra que es la que separa el camino de Llanu con la carretera. Diariamente teníamos que subir por dichas chacras hacia la carretera para asistir a la escuela, en el trayecto está Rosas Pampa de cuyo fundo era dueño don Cornelio Virhuez, luego está Rárapi, que colinda con Convento, donde existía filtración de agua, en cuyas aguas los caminantes nos lavábamos la cara y las manos para evitar los castigos de los profesores, y finalmente está Convento.

Una tarde de regreso, después de las clases en la ciudad, era costumbre jugar a las “bolitas” en Rosas Pampa, allí la carretera tiene una parte más ancha y plana, escenario de desafíos y apuestas. Allí protagonizaron un lance especial Lucio Padilla Silva y Teodoro Espinoza Gómez; alumnos de cuarto y quinto respectivamente, cuando Lucio se hizo acreedor de una bonita bola nueva que llamaban “lecherita” Teodoro le increpó a Lucio que no merece ser el ganador, argumentando que la bolita ha tenido un simple “rose” o una “soplada” y no el sonido característico de:

           ¡Cheeeeeeeck!.

El reclamo de Teodoro era que no se había escuchado el sonido tradicional, sino un simple rozamiento de bolas, que generó una gresca de proporciones, Lucio tenía dos hermanos que le acompañaban Herminio y Sergio a quien llamábamos “Checo” a ellos por la cercanía de sus domicilios se sumaban los “Pecherreques”, quienes eran también tres hermanos Anfilogio, Mario y Hermógenes; los defensores de Teodoro eran Reynaldo, Apolonio y Benigno que vivían en Wacraqaqa y Anka Alta, distante a cinco kilómetros de la ciudad y finalmente, la pelea se generalizó todos contra todos, incidente que duró varias horas por una bolita, la más apreciada por todos.

Con mi hermano Ciro quedábamos sin saber a quién apoyar, pues todos eran nuestros amigos. Al día siguiente, para ir a la Escuela volvimos a encontrarnos sin odios ni rencores, el valor de la amistad se imponía antes que la mediocridad y la venganza; en las caminatas diarias al grupo se iban integrando todas las mañanas alrededor de veinte o treinta estudiantes, los varones, caminaban separado de las mujeres. De la parte Sur, desde Cochacar subían Patricia Ferrer, Nora Gamarra, entre los varones mi hermano Ciro y yo, más los hermanos Anfilogio, Mario y Hermógenes Gamarra Cubillas, de Muña Jircan se integraban los hermanos: Herminio, Lucio y Sergio Padilla Silva, de Wuacraqaqa; entraban en el grupo Teodoro y Reynaldo Espinoza Gómez y el sobrino de ellos Apolonio Vírhuez, Victorino Espinoza “Vitullo”  o “Diablo” y su hermana Leandra Espinoza; mientras que de Anka Alta, se integraba mi amigo Benigno “Anka nuna”, con sus hermanos mayores Ubaldo, Guillermina y Etelvina Padilla Silva, cuyo domicilio estaba en Anka Alta y desde Cashapampa, iban a la escuela Arsenio, Teodoro y Rosa Méndez, y desde Pandejabón iniciaban la caminata los hermanos Leonarda, Pascual Soto Enríquez, Eusebio, Epímaco y Alejandro Soto Alvarado, éstos dos últimos eran mellizos.

De la parte Este de Marca, desde los lugares denominado Hueylla, Canchahuás, Cuchimaché y Soccopuquio caminaban los Hermanos Ortiz Virhuez llamados Nilo, Fulgencio, Eduardo y Constantino, Otros hermanos eran los hijos de Magno Virhuez, Samuel y Zunner Virhuez Gómez de la parte más alta de Canchahuás las hermanas Esperanza y María Cubillas Ramírez, Lister y Vicente Cueva Ramírez, de Soccopuquio los hermanos Garro, Cayo Cueva, así como Juan, Flavia y Lorenzo Cueva Soto, otros hermanos que iban al colegio de esos lugares eran los hermanos José y Odelio Colcas, y los hermanos Rina y Rafael Carrión Quispe.

Desde la parte norte de la ciudad de los lugares, Putaca, Aliso, Yuracqaqa y Cashajato caminaban otro gran contingente de estudiantes, los hermanos Vargas que eran como seis entre hermanos y primos quienes se decía que venían desde la laguna de Mantzarán y Uchpacancha, Los hermanos Violeta y Armengol Cubillas Valenzuela, de Cashajato los hermanos Soto Cubillas integrado por Antonio, Isaac, Vidal y Fidel, hijos de Alfredo Soto y Celestina Cubillas, otros estudiantes que bajaban de esos parajes para asistir a la escuela eran Copérnico Carrión, Víctor Espinoza, Hugo “Ámucu” Díaz y hermanos, así como los hermanos Fredys y Roy Anderson Ortiz Carrión.

Por el camino de herradura desde Mogote a Marca, de sur a norte, en fila entre cantos, silbidos y risas el grupo de estudiantes de ambos sexos caminaban desde Cardón los hermanos Víctor, Isabel, Hildebrando e Irma Soto Gilio; de Huacacuito a la comitiva diaria se unían los hijos de don Camilo Cubillas y Victoria Ramírez que en la ciudad eran nuestros vecinos, éstos hermanos eran Artidoro a quien lo llamaban “Allticho” su hermana Primitiva llamada “Chacha”, Alvear, Coler Paramón, Oliver y Floresmila Cubillas Ramírez, a quien la llamaban cariñosamente “Hueta”, de ese mismo lugar también iban a la escuela los hermanos Apolinario, Guillermina y “Chushu” Mauro Ramírez, y desde el lugar denominado Huacuy caminaban los hermanos Amador, Evaristo, Hilario, Luzmila, Gudelia Sarria, desde mal paso caminaban Cirilo y Leucadia Méndez, más al sur frente a Anka queda Quillacuta y desde allí iban los hermanos Cira y Eduardo Gamarra, así como Hortencia, Mauro y Soledad Cubillas Gamarra, y todavía más al sur frente a Pandejabón a ocho kilómetros de Marca desde aquel lugar caminaban a la escuela los hermanos Artidoro e Isaías Méndez, del lugar denominado Rurec, un lugar frutícola, donde abundaba la palta y los guayabos.


Desde el anexo de Churap, por aquellos años caminaban a la escuela primaria de varones Nº 1339 y escuela primaria de mujeres Nº 1350 los hermanos Joaquín, Mateo, Clotilde, Cecilia y Augusto Natividad “Naticho” Padilla Gamarra, Asimismo iban a la escuela los hermanos Juan Ramírez Padilla, Ítalo y Delicia Aquino Padilla, mientras que los hijos de Antolín Padilla eran los hermanos Lelis, Rosa, Lorenzo, Juan, Hilario, Juvenal y Nora Padilla Gómez, también desde ése anexo caminaban los hermanos Adán, Bonifacio, Eva, Elsa, Nila y Maura Padilla Ríos quienes eran hermanos muy unidos hijos de Erasmo Padilla y Clara Ríos. Formaban otro grupo las hermanas Gumercinda, Antonia, Lilia, Filiberta y Javier Cueva Soto, los hermanos Máximo Fabián, Fidel Quinto, Miguel Fabìan y Norma Fabian era otro grupo, así como los hermanos Over Fabian; Marcial Fabián, Liduvina Fabián, Urbano Fabián y Flaviano Fabián. Otro contingente o grupo que se formaba por esos años eran los hijos de Florentín Padilla Aguirre y Zulema Gamarra Padilla, eran los hermanos Lucio, Alejandro ”Alicho”, Indalecia, Enrique y Obdulia Padilla Gamarra, y los hijos de Víctor Padilla y Susana Carrión, llamados Enedina, Esteliste Mariscot quien era de mi promoción y Rogelio Padilla Carrión, otro tanto eran los hermanos Yolanda, Geremias y Mericia Padilla Gamarra hijos de Lauro Padilla y Octavia Gamarra, los hijos de Pompeo Padilla Aguirre que iban a la escuela primaria eran Jorge, Lorenzo, Lucio, Mario y Félix Padilla, mientras que los hijos de Simplicio Padilla también iban a la escuela todas las mañanas Enrique, Rosa, Edgard Padilla Maguiña, otros caminantes eran Eduviges, Félix y Manuel Fabián Quispe, quienes eran hijos de Crispín Fabián, Los Hijos de doña Asunciona Gamarra caminaban desde Ichic churap eran Godofredo, Armando, Line y Lucio Soto Gamarra entre otros. Todas las mañanas se dirigían a la Escuela de varones y mujeres; al grupo de alumnos de Churap, se integraban alumnos de los lugares denominados Wancahuasi y Cuyhuán, es decir, de la parte sur de Marca, el grueso de estudiantes ya por carretera o por el camino de herradura caminaban entre cincuenta a sesenta alumnos entre hombres y mujeres, de la parte Este y Norte alrededor de treinta a cuarenta alumnos, haciendo un total de 120 a 140 alumnos caminantes hasta la ciudad, más el alumnado que vivía en la ciudad hacía que la escuela primaria de varones Nº 1339 y escuela primaria de mujeres N° 1350 sean una de las mejores y más pobladas escuelas de educación primaria de la parte occidental del Departamento de Ancash, reconocido por propios y extraños……….Continuará con Caminatas desde Ichoca, Chaucayán y Washhuacta(Packar) – Segunda Parte.

Fuente: Historia de Ivo Autor: José Santos Gamarra Soto



miércoles, 16 de febrero de 2022

 


DICTADOR, Lanudo, chusco y cabezón…
Por: José Santos Gamarra Soto.



En los albores de nuestra vida, muchos hemos tenido experiencias y anécdotas muy hermosas que quisiéramos expresarlos y ponerlos en valor, uno que les cuento a continuación es uno de ellos, estoy seguro que más de uno sonreirá con esta experiencia que me tocó vivir allá por el año de 1958 en la ciudad de Marca, provincia de Recuay departamento de Ancash.
Una mañana en Cochacar, faltó la sal para condimentar el aderezo de la sopa de trigo llamado en nuestra zona como “chahuatrigo” con tocino y papa que tanto le gustaba a mi padre, entonces mi madre, doña Ellpicha, me dice:
- Ivo, cachita rantirami don Ambrosio peck, ¡cutirami mana tockene seckanyak!
- (Ivo, anda a la ciudad y compra la sal de la tienda de don Ambrosio y regresa antes que seque mi saliva en el piso).
La orden y la señal estaban dadas y tenía que cumplirse de lo contrario me esperaba el castigo. Yo contaba entre seis y siete años de edad. Subí desde Cochacar hacia la cumbre a toda velocidad y tomé la carretera, no corría, volaba, porque temía al castigo con la soga que amarraban a “Planta” vaca preferida de la familia. En el trayecto, en el lugar denominado Rosas Pampa, tuve mi primer escollo. “Dictador”, era un perro muy grande del tamaño de un león diría, de color habano, cabezón, lanudo y chusco, paraba durmiendo en el zaguán del fundo de don Cornelio Virhuez, y comenzó a ladrar muy fuerte; a Dictador cuando ladraba los pelos se le erizaban como del león, pasar el lugar era cosa de valientes, allí no valía las piedras ni los palos para defenderse, entonces, recurrí a mi astucia infantil, me subí a la piedra más grande que había al costado de la carretera y grité:
- ¡Tìaaaa¡ ¡Tiaaaaaaaá¡
- ¡Dictador no me deja pasar, Tiaaaaaaaaà!
El eco de la voz desesperada del niño penetró hasta el corredor donde las personas mayores desgranaban mazorcas de choclos para las humitas y en esas circunstancias Amelia aparecía por el portón gritando:
- ¡ Zafa so Dictadoy ¡ ¡ Zafa so Dictadoy ¡
Amelita, era una niña angelical muy linda, mi contemporáneo, no pronunciaba bien las palabras por el frenillo que tenía; al verla, el animal se tranquilizó y dando vueltas se enroscó al lado de su ama, mientras yo bajaba de la piedra y emprendía veloz carrera hacia la ciudad.
De Cochacar a Marca dista casi tres kilómetros, antes de llegar a la ciudad se pasa por Rárapí, Convento y Mitana; en Rárapi abundan eucaliptos y el camino se hace más angosto, lleno de agua y barro, producto de las filtraciones que emana de la parte alta del cerro llamado Kakawás; en mi recorrido tuve que sortear otro gran obstáculo; el agricultor Ernesto Falero, montado en su caballo bien enjaezado y con sombrero negro de ala muy ancha, arreaba sus vacas y caballos en buena cantidad con dirección a Coshrúm, donde tenía sus tierras con abundante pastizal. Sortear tamaño obstáculo se presentaba difícil para mí, dada mi edad, ¡mama mía!, el tropel de vacunos y equinos eran de temer, por entonces ya había aprendido la poesía del “Cantor de América” José Santos Chocano, “Los caballos eran fuertes”, “Los caballos eran ágiles” La escena se actualizaba cuando subía al escenario a recitar dicha poesía.
Esta manada de vacas y caballos parecía un ejército de rinocerontes que hacía temblar la tierra; yo parado a la vera del camino cerraba los ojos contando los minutos para el paso de los animales, con el riesgo de rodarme al precipicio por cualquier movimiento brusco de algún animal que pasaba, una vez sorteado el escollo continué con mi carrera a la ciudad de Marca con dirección a la tienda de don “Carabina”-Ambrosio, él poseía una tienda de abarrotes en Chopicalle frente a la casa de mi abuelita Tomasa Padilla, Ambrosio no tenía hijos ni mujer, nunca se supo sobre su soltería, él, era hermano de “Barca” Isabela quien a su vez era mujer de Godofredo León. Ambrosio Dionisio, era hombre bonachón y bromista que cuando me encontraba en la ciudad siempre nos hacía cantar y bailar huaynitos junto a mi amiguita Teobalda hija de Zósimo y Margarita, cuyo premio era un caramelo para cada uno.
Esta vez al llegar a su puerta, me acordé que unos meses antes, cuando estuve en el pueblo con mis padres, con mi amiguita Teobalda asistimos a la tienda de Carabina-Ambrosio para cantar y bailar una nueva canción que habíamos aprendido para luego pedirle que nos regale caramelos, don Carabina, muy gentil nos obsequió, pero antes nos dijo:
- Haber muchachos, ustedes siempre me piden caramelos nomás.
- Esta vez, les invito una gaseosa que acaba de llegarme de la costa y está en aquel rincón – con la seriedad que le caracterizaba nos señaló una lata grande.
- Tomen ahora, pero poco, porque dicha gaseosa es muy fina y cara.
Nos servimos en sendos vasos, felizmente muy poquito, ante la inocencia de los niños don Carabina lanzó una carcajada, no pasaron ni dos minutos cuando comenzamos a sentir fuertes dolores en la garganta y el estómago, porque dicho líquido era kerosene. Al día siguiente enterada mamá Ellpicha, llena de ira tomó un pedazo de leña, intento vengarse buscando al culpable, pero primó su prudencia y con la fuerza que levantó el madero hizo silbar en el aire, pero se detuvo lleno de ira y centellar en sus ojos la ira cuando temblaron sus manos santas de dolor por el hijo de sus entrañas.
Luego de sortear serios obstáculos compré la sal a veinte centavos la libra, yo llevaba treinta centavos, y con el vuelto pedí dos caramelos “perita” de color rojo y amarillo intenso, que costaba medio cada uno, la compra de los dos caramelos era el premio por el mandado, y cuando llegué a la casa descubrí que la saliva no había secado.
Fuente: Historia de Ivo, Autor: José Santos Gamarra Soto



 


LOS TRIUNFADORES DE LA PAMPA DE AMANCAES 1957



Amigos del Grupo Cultural Marca en las Vertientes, es grato rememorar, que mediante la Resolución Viceministerial Nº 044-2014-VMPCIC-MC, del Ministerio de Cultura, publicada el 22 de mayo de 2014, se declaró PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN A LA DANZA “EL INCA Y SUS PALLAS”, del distrito de Marca, provincia de Recuay, región Áncash, por constituir "una tradición con gran contenido simbólico, artístico y ser un referente de la identidad local", destacándose que esta danza recrea sucesos históricos con una mirada afectiva e ideológica de los elementos, tanto de origen andino como europeo.

RESEÑA HISTÓRICA
Los antecedentes de las PALLAS DE MARCA se remontan al año 1957 y se plasman en esta foto histórica que compartimos con ustedes y que data del 24 de junio de aquel año, cuando las PALLAS DE MARCA triunfaron en el famoso concurso que se desarrollaba, a nivel nacional, en la Pampa de Amancaes, en el distrito del Rimac-Lima.
Aparecen como el INCA: Alejandro Rodriguez.
Como el RUMIÑAHUI: Nicanor Falero,
Como las PALLAS: Mercedes y Magda Cubillas Gómez, Luisa Sarria, Vigilia Méndez, Gudelia Ramos, Julia Támara, Eugenia Carrión y Julia Zamudio,
Como AUQUISH: César Soto.
En el marco musical: ARPA: Bernabé Molina, VIOLIN: Sisinio Soto, Lorenzo Fabían y Hernacio Cueva, GUITARRA: Pedro Rodriguez, MANDOLINA: Abraham Soto, MAYORDOMOS: Apoleón Ferrer y Aurelia Carrión
Al centro aparece don Lucio Cubillas Rodriguez, Alcalde marquino de entonces quien declaró a los ganadores "HIJOS PREDILECTOS DE MARCA".

TRADICIÓN VIVA
La danza El Inca y sus Pallas se baila en el distrito de Marca del 8 al 13 de agosto de cada año, durante la fiesta patronal de San Lorenzo, El Inca representa al líder político, militar y religioso del Tawantinsuyo, las Pallas son mujeres jóvenes, entre 15 y 18 años, que representan a cada ayllu o barrio del distrito, en la comparsa participan entre 4 y 8 Pallas. Estas Pallas bailan y cantan los llamados traslados o versos cantados mientras van batiendo sus pañoletas multicolores, siendo sus cantos también conocidos como qaya y se interpretan con tono ceremonial y sacro, a capela, intercalándose con la música de la orquesta.