domingo, 31 de mayo de 2020



********UN DIA COMO HOY DOMINGO 31 DE MAYO DE 1970 A LAS 3.23 PM SUCEDIÓ LA HECATOMBE MAS GRANDE EN LA HISTORIA DE ANCASH********
                              ¡¡ 80,000 MUERTOS !!

                                                      El Sismo que enlutó a toda la Nación

                                                                           
                                        José Santos Gamarra Soto


                       A solicitud del director del colegio de Marca, provincia de Recuay, departamento de Ancash retorné el domingo 24 de mayo de 1970 a estudiar el quinto año de educación secundaria en el Colegio San Lorenzo de Marca, quien nos instaba a regresar a nuestro terruño por falta de alumnos; el jueves 28 de la misma semana se celebraba la fiesta de Corpus Christie donde se desarrolla el baile costumbrista de “Los Huancos” de Marca, siendo el domingo la Octava de dicha festividad, con existencia de mayordomos, caporales y alguaciles. En años anteriores había bailado como “Negro” con no muy buen resultado, mientras que el siguiente año bailé como “Chisga”(hombre vestido de mujer), haciéndolo mucho mejor, con la vestimenta de mi tía Alicia, gustando mucho a los espectadores. En ésta oportunidad mis amigas y compañeras del colegio Eutropia, Lilia y Betty me prepararían la vestimenta, alentado por mis amigas acepté bailar el jueves día de Corpus Christie y el domingo 31 en la Octava de dicha festividad costumbrista, ellas estaban muy entusiasmadas al saber de mi regreso a estudiar el último año y terminar mis estudios en Marca.

                       Inmediatamente después de mi llegada a Marca, mis amigas se pusieron de acuerdo para bailar como chisga el jueves y domingo de dicha semana, Eutropia me recordaba que un año antes lo había hecho muy bien, por ello me manifestó:
-        Tienes que bailar de chisga…por la ropa no te preocupes porque nosotras te conseguiremos - me decía
-        Faltan escasos tres días para ello… ¡Imposible! - le dije
-        No te preocupes hemos quedado con la chicas que te vamos a mandar hacer la ropa a tu medida - me siguió diciendo
-        ¿Mandar hacer ropa de mujer para mí? – le pregunté medio angustiado.
-        Si, - me dijo - y no te preocupes por los gastos - después que bailes - lo mando achicar para usarlos yo - me manifestó.
-        Bueno…que sea así entonces - le contesté.

                     Se habían puesto de acuerdo entre las amigas nombradas mas Gliceria, Genoveva y Herminia mandar confeccionar nuestra vestimenta de chisgas en la costurera del pueblo, una para el día  jueves y otra completamente distinta para el día domingo, toda la vestimenta era nueva para no ser reconocido por la población marquina en el momento del baile que era el fin supremo de toda la parafernalia. Hay que precisar, que el baile de Los Huancos tiene como característica que el danzante-Negro o Chisga-no deben ser reconocidos. En ambos casos los danzantes bailan con la cara cubierta bien sea por máscaras ò pañoletas, sean negros o chisgas.

                       El día jueves bailamos hasta altas horas de la noche, en casa del mayordomo y principales calles de la ciudad, en número de treinta a cuarenta al son del pincullo y la caja. Qué maravilla, no había cansancio para los jóvenes, el “Cortahuarango” era repetido una y otra vez, los garrotazos se sucedían uno tras otro y así concluyó la tarde de jueves de Corpus Cristhie , en casa del mayordomo en horas de la noche. Se esperaba el domingo de Octava una mayor concurrencia porque era domingo, faltaba muy pocos días para ello, escasos tres días nos dijimos y nos citamos los amigos para aquel día, retirándonos cansados del baile agotador.

                         En la ciudad de Marca cada año como en todo pueblo del ande, existe su fiesta patronal que es el 10 de agosto, además existen otras festividades en el calendario marquino y una de ellas es el baile de Los Huancos de Marca, donde existen algunas chaperonas comúnmente llamadas “Llúchash” que acompañan a los danzantes en dicha festividad, son las que se preocupan que no les falte nada a los danzantes. Nuestras llúcash para aquella festividad se habían preparado como nunca para la Octava del Corpus Christie del domingo 31 de mayo de 1970, éramos seis los danzantes que haríamos tres parejas aquel día, tendríamos que salir de la casa de Gliceria ubicado en la calle Víbora ataviado con nuestras indumentarias para la ocasión, esta vez vestido de chisgas y bailar junto a los demás danzantes que en gran número ya bailaban en la octava de ese día, las chisgas seríamos “Tobín”, “Melgarejo” y “Dolton”, mientras que nuestras parejas vestido de “Negros” eran “Wilson”, “Eña” y “Chía”, las chisgas éramos mucho más altas que los negros, las llúcash tenían que estar muy acomedidas a nuestros menores requerimientos, cuidar que no se nos desprenda algún aditamento de la vestimenta, quienes habían sido encomendadas ser nuestras chaperonas, cada una de ellas portaba una canasta donde había desde un pequeño alfiler hasta una pollera por si le pasaba algo a alguno de los  danzantes.

                            Aquel día, estrenábamos ropa nueva de mujer, la que me tocó era una monilla de color azul brillante, se diría azulino, la lliclla de color rojo escarlata con cinta labrada de color negro, la saya de color negro con abertura en la parte delantera, unido por un cintillo del mismo color de la monilla,  que hacía ver el blanco justan con grecas anchas  y bordadas, luego las tres polleras de diferentes colores y bordados, en la cintura poseía dos pañoletas de seda fina amarrados en la parte delantera, tenía una cabellera postiza de mujer en dos trenzas que me llegaba hasta la altura de la cintura, el sombrero de jipi japa con flores artificiales de diferentes colores, el collar de diferentes tamaños y colores, de perlas chicas y grandes, guantes blancos, zapatillas y medias blancas para dar mayor agilidad en el baile, la cara lo teníamos cubierto con dos pañuelos de colores uno transparente y el otro más denso en la trama y la urdimbre para no ser reconocidos ni por el mas acucioso de los espectadores.

                            Al promediar las tres de la tarde salimos a la calle los seis danzantes, sería muy difícil que alguien nos reconozca porque la vestimenta era nueva; hay que precisar que la vestimenta de la mujer marquina es muy apreciada a nivel nacional è internacional, por su peculiaridad, el colorido y los componentes de la vestimenta que es usado por las mujeres con mucho donaire y exquisitez. La casa de Gliceria quedaba en la que antiguamente se llamaba calle Víbora, donde nos habíamos preparado y “cambiado”, salimos cada uno con nuestros negros, las chisgas abrazaban al negro por el hombro, como una madre abraza a su hijo, el negro abrazaba por la cintura, no había otra forma, los negros eran más pequeños en estatura que las chisgas. Nos dirigimos por la calle Grau hacia el norte, el grupo de danzantes de la fiesta de Corpus Christie de aquel año se encontraba bailando delante de la casa del mayordomo don Félix Támara ex alcalde de Marca, el baile se hacía al centro de la calle, muy cerca al barrio San Cristóbal, entramos a la ronda de los danzantes y:

                       -¡Puño arriba…! ¡Puño arriba…! - gritaba el caporal al centro del ruedo

                                          El reloj marcaba las 3.23 p.m., el pincullero don Roberto Padilla a quien cariñosamente llamábamos “Llupico”, entró en su momento más exultante, tomó más aire para despedir con más fuerza el tono del “Cortahuarango”, se encorvaba hacia adelante y hacia atrás, la caja retumbaba en medio de la calle,  los danzantes, haciendo la ronda con el puño en alto había mucha bulla, el público gozaba con el baile de los danzantes, quienes se daban arengas alzando el puño antes del garrote, ¡puño arriba…! ¡puño arriba…! un negro contra una chisga era lo convenido por el caporal y el alguacil, quienes imponían el orden y la disciplina, ambos al medio. El tambor sonaba con más fuerza, era con fiereza por el ritmo guerrero que le imponía, todos los negros y chisgas que en número de cuarenta ya bailábamos con el puño en alto como antesala del Cortahuarango, cuando en esos momentos sentí que me agarraban de la mano y me jalaban con fuerza, era una de nuestras “Llúcash” Genoveva, diciéndome:
-        ¡Corre José…corre! – me decía
-        ¡¡¡ Temblor !!! - dijo alguien
-        Corrimos hacia el sur, hacia el norte, tal vez hacia el este.
           ¡Fueron los 45 segundos más dramáticos, aterradores, de desesperación y terror de mi vida!...era el domingo 31 de Mayo de 1970.

                                      Aún con los ojos cubiertos por la pañoleta que cubría mi rostro, escuché que las enormes piedras que había al lado Oeste de la calle Grau de pertenencias de don Glicerio Silva padre de mis amigos Porfirio, Manuel y Amancio se vino abajo con un ruido ensordecedor al que esquivamos a duras penas corriendo hacia el otro lado, el suelo temblaba con fiereza, había pánico entre la muchedumbre, gritos y llantos por doquier, cuando la pared de la casa que en realidad era una “Racka” por estar semiderruida por el paso del tiempo, era la casa de Antonio Silva a quien llamaban “Shancurero” el que se desplomó, corrimos hacia el lado contrario para subir encima de las piedras que segundos antes se habían desplomado, fueron los segundos más aterradores de mi vida.

                             La danza de Los Huancos es una de la más antigua caracterización festiva del distrito de Marca, aquel 31 de mayo era la Octava de la fiesta de Corpus Christie que en fecha movible se realiza todos los años. La tierra no paraba de temblar, ya nos habíamos sacado las pañoletas que cubrían nuestros rostros por la inmensa polvareda existente, ya no importaba si caminabas por la calle vestido de mujer, el momento era de miedo, de terror y desolación; el ambiente comenzó a nublarse, el polvo negruzco venía de sur a norte, como la peste, comenzó a cubrir el espacio, teníamos mucha dificultad para respirar, comenzamos a caminar en la oscuridad hacia la plaza de armas por la calle Grau. En la esquina de Alfonso Ugarte con Grau encontramos a Víctor Quinto, tenía medio cuerpo aprisionado por los adobes contra la pared de don Celestino Virhuez. La pared de don Nilo Ortiz Virhuez se había desplomado con tan mala suerte que sepultó medio cuerpo de Víctor Quinto quien fallecería horas más tarde en su casa, en Jacacuchu.

                            Fueron cuarenta y cinco segundos de angustia y terror, había sucedido uno de los mayores terremotos en la historia del Perú con 7.9 grados en la escala de Richter, cuyo epicentro se había producido en las costas de Casma y Chimbote, en el océano pacífico, afectando casi todo el departamento de Ancash, parte de Lima, Huánuco, La Libertad y otros departamentos. Por fin llegamos a la plaza de armas sorteando adobes, tejas, palos y piedras, toda la población se apostó en dicho lugar, era el lugar más apropiado nos dijeron, por la cantidad de polvo de color marrón oscuro se veía solo a dos o tres metros de distancia, no se podía respirar, el caos era general, niños y mujeres lloraban pidiendo clemencia, que Dios aplaque su ira, que ya era demasiado el castigo, pensamos que era el fin del mundo, nos encontrábamos en la plaza de armas agarrados de la mano entre todos, cuando se repetían los temblores, la tierra seguía temblando causando más pánico entre la población, el movimiento telúrico con fiereza había cobrado otra víctima a la altura de Aliso, era una niña de 10 años de edad llamada Mirella Quispe Carrión venía a la ciudad a presenciar el baile de Los Huancos junto a su madre Eplla Carrión, el desprendimiento de una piedra que los marquinos llamamos “Galgada” impactó en la cabeza de la niña matándola instantáneamente en el camino hacia la ciudad.

                          Ese día toda la población durmió en la plaza de armas, se repitieron cientos de temblores en la noche causando gran pánico, en los siguientes días mediante la radio nos enteraríamos que el terremoto en grado 7.9 de Richter cuyo epicentro se registró en el océano pacífico frente a las costas de Chimbote y Casma había cobrado la vida de más de 80,000 personas y 20,000 personas desaparecidas, uno de ellos, uno de ellos mi primo Félix Cueva Soto en Huaraz, cuyos restos nunca fueron encontrados a pesar de los esfuerzos por ubicar de su madre doña Felicia Soto Padilla y la Cruz Roja Internacional.  
                                    
                        Fue sepultado por el alud, la provincia de Yungay, reportaron la existencia de unos 150 mil heridos y miles de damnificados solo en el Departamento de Ancash lugar de una de las ¡Hecatombes! de mayor trascendencia en la historia de la humanidad. En Chaucayán un grupo de marquinos y profesores del colegio se salvaron, porque minutos antes de la hora fatídica, el chofer del camión San Lorenzo don Pedro Espinoza Soto, había parado porque se sentía indispuesto por lo que paró en dicho anexo. El mismo día del terremoto a las 12 m., se había inaugurado el mundial de fútbol México-70, empatando a cero goles las selecciones de México y Rusia en el partido inaugural. En Yungay le seguiría al terremoto, un aluvión que sembró la muerte de 25,000 personas al desprenderse una parte del nevado del Huascarán, solo se salvaron quinientas personas que pudieron llegar a la parte alta donde se encuentra el cementerio y cuatrocientas personas que se encontraban en el estadio municipal entre jugadores y espectadores según informaciones, el alud borró la provincia de Yungay, donde nunca más se construirían casas sino convertirla en un camposanto y buscar su reubicación, donde actualmente se yergue la siempre bella “Yungay hermosura”.                             
                               Cincuenta años después recordamos éste hecho tan doloroso y dramático que enlutó a miles personas en el departamento cobrando dos víctimas en Marca, numerosos heridos y daños materiales que hasta el día de hoy persisten y perduran al no haber podido rehabilitar los daños causados aquella fatídica tarde donde pasamos del alegre festejo de la fiesta del Corpus Christie con la danza de Los Huancos, al llanto y desolación más terrible de nuestra historia. ¡Qué tragedia!, en las siguientes horas de la tarde se sucedían temblores cada dos o tres minutos, causando gran pánico a la población, ya nos encontrábamos en la plaza de armas, y pasar la noche como así se hizo, el alcalde de ese entonces era don Celestino Virhuez y las demás autoridades poco podían hacer, incomunicados por correo y telégrafos que había colapsado, por aquellas épocas las noticias se podían transmitir solamente a través de correos y telégrafos y escuchar la radio de alguna emisora de la capital, que no funcionaban; toda forma de comunicación había colapsado, la carretera con derrumbes por todas partes,  los caminos de herradura totalmente destruidos, por aire, ni hablar, los siguientes días solo se escuchaba el paso de un avión, a una distancia de diez mil pies de altura. Sencillamente pensé que era el fin del mundo, en la noche los pobladores sacaron sus mantas y frazadas de algunas casas que quedaban en pie, y dormir en la plaza de armas, se trataba de escuchar las radios de la capital y no había señal. Al dormir en la intemperie aquella noche escuchaba ruidos ensordecedores debajo de la tierra, parecía que se deslizaba la tierra de un lugar a otro, había ruidos que daban mucho temor, crujían inmensas rocas, tal vez se posicionaban o volvían a su lugar, pensaba que en cualquier momento la tierra se abriría y sencillamente nos engullía, el ruido era sencillamente aterrador.
                            
                             El martes dos de junio, la selección peruana después de 40 años regresaba a un mundial y debutaba ante Bulgaria por el mundial de fútbol Mèxico-70. En el Perú se había creado gran expectativa por este partido ya que se regresaba a un mundial desde el año de 1930 esta vez por mérito propio, porque a aquel primer mundial de futbol el Perú fue invitado. Días antes del primer partido de nuestra selección con los amigos teníamos gran expectativa para escuchar por radio dicho partido. En la plaza de armas alguien pudo conseguir una radio donde ya se escuchaba los mensajes que mandaban algunos provincianos hacia Lima y viceversa, se pasaban horas y horas informando, mandaban saludos desde Huaraz hacia Lima donde se encontraban sus familiares, que no les había pasado nada, sino un gran susto nada más, las radios se pasaban horas y horas informando con nombres propios. Las emisoras radiales comunicaban donde se había producido el epicentro, a la altura de Chimbote a 60 kilómetros mar adentro, informaban de los pueblos más afectados, las provincias ò distritos más destruidos o desaparecidos por efectos del terremoto. Se decía que había miles de muertos, que el departamento de Ancash había sido la más afectada, ya se había localizado el epicentro. Hay que precisar que por esos años la comunicación así como las oficinas del  Senami, los sismólogos aún no tenían los equipos sofisticados que ahora poseen, por lo tanto les era más difícil detectar los daños, menos predecir los acontecimientos telúricos.

                             Esa tarde la selección peruana nos daría una alegría inmensa a todos los sufridos peruanos que nos encontrábamos en desgracia por lo ocurrido. Después de ir perdiendo por dos goles a cero, remontaron el marcador para finalmente ganar por tres goles a dos, con goles de Alberto Gallardo, Héctor Chumpitaz y Teófilo Cubillas, y tres días después goleábamos a Marruecos por tres goles a cero, que alegría para los aficionados al deporte del fútbol. Todo el Perú se resarcía en parte del dolor y la tristeza por la desgracia ocurrida dos días antes, para celebrar el gran triunfo peruano; gran acontecimiento que nunca más se borraría de mi mente.

viernes, 29 de mayo de 2020


                            WARKA  RUTÍ
                                 (El “Kitañaqui” ancestral)

          ++++ COSTUMBRES Y TRADICIONES DE MI TIERRA++++

                                             José Santos Gamarra Soto


En la ciudad de Marca por la década del 50’ del siglo pasado había un niño de ocho a nueve años de edad  llamado Elmer Trujillo Quispe, él, vivía junto a sus padres en el barrio de Pircaymarca al que se le conocía como “Warcasho” tenía la cabellera muy larga, tan larga que le quedaba hasta la altura de la cintura. En Marca se dice “Warka” al cabello largo sin cortar, éstos a su vez tienen sus “Motitas” a todo infante la warka le va creciendo en proporción a los años de edad que tiene, cuanto más crece el niño se hace más difícil el peinado del mismo, por la existencia de las “motas”, el niño era hijo de don Epifanio Trujillo Lázaro y doña Infancia Quispe Gamarra, ellos vivían en el Jr. Leoncio Prado, a la altura de la subida donde cada año en Semana Santa los santos varones sufren con su pesada carga para llegar hasta la esquina de la calle Amargura.


Existen tradiciones y costumbres en la sesquicentenaria ciudad de Marca que perduran a través del tiempo hasta nuestros días como es el caso del “Warcarutí”, costumbre que a pesar del paso de los años y generaciones perduran como el caso de las warkas y sus motitas; éste era el caso de “warcasho”. Algunas costumbres no se dan a conocer por falta de información o porque los marquinos aún no hemos investigado a través de los infolios de la historia, hechos y acontecimientos importantes de nuestro pasado y ponerlos en valor para conocimiento de las futuras generaciones que tienen el derecho y obligación de conocer y cultivarlos a través del tiempo. Una de esas costumbres es el “Kitañaqui”, fiesta donde se realiza el warka rutí que en buena cuenta significa el primer corte de pelo del niño o niña.

En lo personal-mi padre don Brindis Gamarra Cubillas-me contó cuando vivíamos en la ciudad de Barranca a mis 16 años; me decía que en el año de 1956 a mis cinco años se realizó mi kitañaqui en el anexo de Churap de gran recordación para la familia. Mi padre  contaba que a esa edad poseía una cabellera larga por lo que mis padres decidieron organizar una fiesta con padrinos y orquesta vernacular incluido. Al anexo de Churap se llega desde Marca luego de una hora de amena caminata, lugar de mis ancestros por parte de madre por ser descendiente de mi abuela doña Tomasa Padilla Ferrer mamá de mi adorada madre Elpidia Soto Padilla, ambas ya fallecidas hace muchos años; mi abuela Tomasa era hija de Carmelo Padilla, éste a su vez hijo de don Félix Padilla nacido allá por el año de 1780, mi bisabuelo y tatarabuelo respectivamente; dejaron en herencia a mi abuela Tomasa extensas tierras en la jurisdicción de Churap, Chinchipampa y Cochapampa, llegando sus dominios hasta Pampán como consta en los documentos de escritura pública.

Según consta en documentos oficiales registrados en el archivo Regional de Ancash de Huaraz, dichos terrenos y cerros en el año de 1918 fue otorgado como herederos a favor de los hermanos Lorenzo Padilla, Calixto Sánchez, Carlos Borromeo Soto(en representación de su esposa doña Tomasa Padilla) y Fendra Padilla, vecinos de la villa de Marca como descendientes y legítimos herederos de Félix Padilla, quien a su fallecimiento dejó cuatro hijos: Yginio Padilla padre de Lorenzo Padilla, Juana Padilla madre de Calixto Sánchez Padilla, Carmelo Padilla padre de Tomasa Padilla y Cayetano Padilla padre de Fendra Padilla, redactándose la minuta ante el Juez de Paz de Marca don Miguel A. Espinoza en el año de 1913, ésta minuta fue elevada ante el Notario Don Miguel Vega de Huaraz cuyo testimonio se otorgó con fecha 17 de mayo de 1918 quedando inscrita en los Registros Públicos de Ancash.

Años antes a don Félix Padilla le fue otorgado dichos terrenos y cerros de Chinchipampa a su favor por don Jerónimo Capdaigua desde el 10 de Marzo de 1832 el que se halla inserto en adjudicación que le hizo doña Rufina Navarro y hermanos a favor del susodicho Jerónimo Capdaigua en el año de 1830, en cuyo título están demarcados los linderos y extensión que le tocó y se le adjudicó a doña Tomasa Padilla de Soto quien era mi abuela como se ha dicho y coherederos con la siguiente dimensión y linderos:

“El primer lote indica por el lado este denominada Yuracmaché, Joctacocha, Cuyocrumi, siendo sus linderos ese lado con Pucacuito bajando por el cerro de Huairaccunca a tocar a un morro llamado Chacmapunta en donde baja por una quebrada llamada Pumahuayín hasta dar el paradín llamado Pampán. Por el norte con el cerro Huaicraccunca a dar al primer lindero. El tercer lote llamado Ichic Cuito se le adjudicó a doña Tomasa Padilla de Soto y compartes desde el encuentro de la propiedad de doña Fendra Padilla hasta una quebrada llamada Jaracoto que se dirige en línea recta al punto de Hueiraccunca y por el pie con los terrenos de Jaracoto y cerco de piedras. El terreno denominado Chacracuta que son sobrantes desde el punto de Yuracmachéi hasta el último cerro llamado Pan de Azúcar queda a beneficio de todos los coherederos para que lo aprovechen proindiviso con la condición de que si alguna de las partes quisiera enajenar su acción cualquiera de los coherederos será preferido en la compra. Igualmente los pastos denominados Carracuta, Pumashca y otros nombres quedan en común para todos los coherederos para que lo aprovechen en común y proindiviso. Los linderos de este último fundo son: por la parte superior el camino de Ichoca a Marca por el norte al punto de Caracollca por la parte inferior el rio de Churap y por el Sur el San Juan de Ocallucma. Los terrenos denominados Cochapampa quedan a beneficio de sus poseedores. Los que no se han dividido o adjudicado porque cada poseedor tiene sus documentos especiales los cuales se respetan y nos comprometemos a no reclamar sobre ello”.

Así consta en el Archivo Regional de Ancash. Por tal motivo, por ser descendiente de mis abuelos, bisabuelos y tatarabuelos en mi niñez aparte de Cochacar visitaba mucho a Churap, porque mi abuela Tomasa Padilla poseía una amplia casa en la plaza de armas y al costado de su casa dejó en herencia casas a medio construir a cada una de sus tres hijas Felicia, Filadelfia y Elpidia, para que cada una de ellas pueda concluir en la construcción con sus respectivas familias, igualmente les dejó extensos terrenos y cerros por Chinchipampa hasta Pampán que hoy están ocupados por personas y familias ajenas y que nada tiene que ver con estas herencias y propiedades.

La historia de mi Quitañaki tiene pues una explicación un tanto extensa de como ocurrieron los hechos a mis cinco años de edad allá por la estación invernal del mes de marzo de 1956, esta costumbre ancestral que se practica hasta la actualidad, para mejor conocimiento del año y lugar de los hechos acontecidos es necesario narrarlos en amplitud. Este acontecimiento se llevó a cabo en casa del Sr. Cesáreo Cueva Padilla quien fungió como padrino, ésta casa está ubicada hasta la actualidad en la plaza de armas de Churap muy cerca a la casa de mi abuela Tomasa. La costumbre del warka rutí consiste en cortar el cabello por mechones, después de finalizar cada baile, las parejas se acercan para dejar cierta cantidad voluntaria de dinero, en un recipiente preparado especialmente para la ocasión; por supuesto, los padrinos son los primeros en bailar e iniciar la ronda de depósitos luego los familiares y finalmente los invitados.

Los padrinos cada vez que salían a bailar era motivo de comentarios porque
murmuraban que “Ellos ponen a la par con Londres”, recordemos que en aquella época existía en circulación el billete de diez soles oro, de color rojo-llamada libra peruana-cuya cotización tenía equilibrio con la libra esterlina de Inglaterra. Los padrinos de mi warka rutí fueron don Cesáreo Cueva Padilla primo de mi madre, y la madrina Doña Jovina Gamarra prima de mi padre, ellos habían acordado la fecha y lugar de tal acontecimiento. La fiesta del kitañaqui se realizó en casa del padrino en la plaza de armas de Churap, con invitados de los padres tanto como de los padrinos, a mis cinco años contaba con una larga pero muy larga cabellera, enmarañada con “motitas” a lo que los lugareños llaman warca, mis padres contrataron un conjunto musical vernacular integrado por Bernabé Molina quien tañía el arpa y era natural del barrio de Jacacuchu a la que también se le denomina barrio de Llushu, y dos violinistas, uno de ellos Gregorio Ramírez llamado “Chipuco” del barrio de Pircaymarca, hijo de doña Pulu, mientras que el otro violinista era Lorenzo Fabián llamado “Wecti Lorenzo” quien vivía en convento, entrada de Marca.


Se bailó hasta el amanecer debido a lo abundante y largo de mi warka. Esa noche los padrinos y los invitados habían depositado en el plato que servía como recipiente de los aportes de los invitados la suma de ciento ochenta soles oro, mientras duró el baile, yo tenía que estar despierto y la fiesta terminó a la mañana siguiente cuando quedé totalmente rapado. Es costumbre que a cada uno de los padrinos se les sirva un plato de picante de cuy entero como lo hicieron mis padres, más una botella de ron; a los familiares e invitados les pusieron medio cuy, sin descuidar el huashcu.

Esa noche, en ceremonia especial los padrinos me obsequiaron una ternera de color blanco, era más bien jaspeada, de dos años de edad que mis padres le pusieron como nombre “Perla”, que incrementó el ganado vacuno que teníamos por esos años en “Punku”, donde mi abuela Tomasa poseía “Hatos” desde tiempos muy remotos heredados de su padre, que a su vez ellos heredaron de su abuelo y estos últimos de su bisabuelo, se dice que el bisabuelo de mi abuelita Tomasa Padilla Ferrer llamado don Lorenzo Padilla era natural de Chiquian quien fue el primer Padilla que llegó a Churap, era dueño de casi todo Churap por esos tiempos, estos hatos consistían en una cueva grande y algunas cuevas más pequeñas enclavadas en los cerros a la altura de punku, con sus respectivos corrales e inmensas tierras eriazas con mucho pasto natural para las vacas, borregos y cabras que estaban bajo responsabilidad de mi hermano Ciro durante las épocas de invierno.


La costumbre ancestral de la fiesta del quitañaqui donde se realiza el warka rutí de los infantes sea niña o niño, pervive hasta la actualidad gracias a la identificación y arraigo que le han dado los pobladores de Marca, el cual concita el interés y cariño de la población citadina, incrementando nuestra cultura que perdura a través del tiempo.

miércoles, 27 de mayo de 2020




HUMORISMO MARQUINO…PEDRO FERRER GÓMEZ
   +++++ CASOS ANECDÓTICOS DE MI TIERRA +++++

                            José Santos Gamarra Soto


Don Humberto Ferrer Gamarra y doña Abilia Gómez Rodríguez fueron esposos y vecinos de Marca, aparte de tener su casa en la plaza de armas de la ciudad poseían otra en su fundo en el lugar denominado Pacón allá por los años 40’ del siglo pasado, ellos procrearon cuatro hijos, uno de ellos el mayor llamado Pedro Ferrer Gómez, gran personaje, bonachón, muy amiguero y buena gente, quien ya partió hace varios años al encuentro con el Señor. En Pacón, la familia tenía chacras las que cultivaban con gran esmero, además tenían una buena cantidad de ganado vacuno de los que se proveían leche fresca para su consumo y elaboración quesos.

Estando en el año de 1944, cuando Pedro contaba con 8 años de edad, sucedió un hecho anecdótico muy peculiar en la ciudad. Como se ha dicho sus padres tenían vacas lecheras en Pacón desde aquel lugar llevaban leche a la ciudad todos los días para su consumo. Una mañana, sobró una buena cantidad de leche, se habían excedido en el acopio para el desayuno, entonces su padre decidió mandar leche para su compadre el profesor Juan Vega quien era casado con doña Marcelina Zambrano Gómez y vivían en la plaza de armas:
-        Hijo, lleva leche fresca para tu padrino – le dijo el padre.
-        Ya Papá – contestó el niño.
El niño obediente salió raudo de la casa de sus padres con la “Lechera” bajo el brazo y cruzó la polvorienta plaza de armas, llegó a la esquina de la Sra. Adelaida Gómez casa donde vivía el Prof. Juan Vega y su familia por ser su yerno. Al llegar tocó la puerta para anunciarse, y:
-        ¡Hola ahijado! Que te trae por aquí – le dijo el profesor con entusiasmo.
-        Padrino, mi papá le manda leche fresca para su desayuno – le manifestó el infante.
-        ¡Pasa…! – Le dijo el padrino
Le hizo pasar a la casa y lo invitó a sentarse en la mesa donde la familia se encontraba desayunando a esa hora de la mañana, el profesor cortésmente le pregunta:
-        Estamos tomando desayuno… ¿Has tomado desayuno ahijado? – le pregunta al niño.
-        “Si he tomado pero “Lluta lluta” …nomás – le contesta el ahijado
(Trad: más o menos…nomás)
  


domingo, 10 de mayo de 2020


              RUTAS TEMPLARIAS
                  +++++ CASTILLO DE LOARRE +++++
                ***VIAJE POR EL ALTO ARAGONES***.


A 103 Km., hacia el norte de Zaragoza se encuentra ubicado el monumento Templario "EL CASTILLO DE LOARRE", una de las fortalezas mejor conservadas de la época medieval en toda Europa, construida en el año 1020 a 1035 del siglo XI. Es una obra muy hermosa que tiene fortificaciones peninsulares y un bello exponente del arte románico construido muy cerca de los Pirineos del Alto Aragón; así es éste importante Castillo-Abadía de Loarre.
A la vista se presenta como un fuerte militar, convirtiéndolo en un apetecible escenario para la cinematografía ¿Cuantas veces no hemos apreciado sus instalaciones en diferentes películas?. Principalmente las que se han filmado con características medievales. Éste importante vestigio e importante monumento de la humanidad se encuentra ubicado en la entrada a los Pirineos, en la parte sur divisamos la llanura de la "Hoya de Huesca" con Zaragoza al fondo y hacia el norte limita con los Pirineos Españoles y Franceses.

Al interior del monasterio, luego de ingresar por un enorme portón se aprecia una sala de armas cuando fue residencia de los nobles, existen ventanas con espectaculares vistas, calabozos, patio de armas o almacén de armas, pabellones militares, luego la torre de la reina desde donde vigilaban y protegían la puerta de entrada de la primitiva fortaleza, culminando con la torre del homenaje, la torre más alta del castillo a unos 25 a 30 metros de altura y la de mas difícil acceso. Se advierte a su vez en el castillo cinco plantas y como única vía de comunicación entre la torre y el castillo un puente levadizo pudiendo quedar aislada el mismo, en tiempos de asedio.
EL CASTILLO DE LOARRE es un castillo que caracterizó el noble propósito Templario en los siglos XI y XII de nuestra era, que accionó en protección a los cristianos y cuyos vestigios se encuentran diseminados por varios países de Europa como esta fortaleza del reino de Aragón.
NON NOBIS, DOMINE NON NOBIS...+++++++++
Fr. José Santos Gamarra Soto