viernes, 26 de julio de 2019



COLEGIO NACIONAL MIXTO “SAN LORENZO” DE MARCA
          PROMOCIÓN  “VANGUARDIA  SANLORENCINA 1970”
                     BODAS DE ORO -  1970 - 2020

DICIEMBRE DE 1970 EXCURSIÓN A LOS DISTRITOS DE HUAYLLAPAMPA, TAPACOCHA Y COTAPARACO
                 Por : José Santos Gamarra Soto
FILA SUPERIOR de Izquierda a Derecha: Juan Melgarejo Quispe Silva, Job Arsenio Ferrer Cubillas, Jaime Manuel Soto Zarzosa, Orlando Pausides Lázaro Luis y Alejandro Lino Gamarra, FILA MEDIO: Augusto Natividad Padilla Gamarra, Cosme Avelino Rodriguez Falero, Florencio Orlando Falero Ferrer, Luis Alberto Padilla Flores y José Santos Gamarra Soto, FILA INFERIOR: José León Cubillas, Esperanza Rodriguez Soto, Edgar Gómez Quispe y Hermelinda Lino Gamarra.

Corría el mes de diciembre de 1970, cuando nos tocó escribir una de las historias más brillantes de nuestro distrito como alumnos del Colegio Nacional Mixto San Lorenzo de Marca, una de la más celebradas en nuestra memoria, tal vez por la trascendencia que significaba para el  Colegio, era la primera vez que una comitiva de profesores y alumnos del Colegio visitaba a los distritos de Huayllapampa, Tapacocha y Cotaparaco, pueblos extraños pero con costumbres casi similares a  la nuestra. Ese mismo año el 31 de Mayo el terremoto en grado 7.9 había asolado el departamento de Ancash con muertes y destrucción, recordado como la peor catástrofe telúrica de todos los tiempos en nuestra historia. Nuestro Colegio quedó en escombros, el coraje de los marquinos se puso de manifiesto y se inició su reconstrucción encabezado por el director del plantel profesor Cliford Bautista Gago.

En ese fatídico año 70, el Ministerio de Educación por falta de presupuesto determinó que no existiera el quinto año de educación secundaria en el colegio de Marca, pero gracias a la iniciativa y gestión del director se pudo conseguir ya en el mes de Mayo de dicho año se dicte el quinto de secundaria. Entonces, el Director, nos instó mediante sendas cartas muy sentidas de invitación para el retorno a los alumnos que ya nos encontrábamos estudiando en otros colegios de la capital y provincias,  pudo más nuestro amor al terruño para que dieciséis alumnos retornemos de veinte que éramos la Promoción Vanguardia Sanlorencina y regresar a terminar nuestro ciclo de Educación Secundaria en nuestro glorioso colegio San Lorenzo de Marca.
Después del terremoto, el Colegio funcionó en aulas precarias techadas con ramas de eucalipto y alisos; luego, en aulas prefabricadas, finalmente construimos aulas rústicas de adobe hasta poder dar forma de un salón de clases. La catástrofe no nos arredró, por el contrario, nos creó inmensas fuentes de inspiración y coraje para que Marca siga teniendo su Colegio Secundario. Por ello, afirmamos que fue trascendental el viaje de excursión a los pueblos de Huayllapampa, Tapacocha y Cotaparaco. En el colegio cursaban estudios alumnos de diferentes pueblos vecinos que aún no contaban con colegio secundario. Vanguardia Sanlorencia tenía la delicada misión de demostrar en dichos pueblos no solo una adecuada educación, sino también un alto nivel cultural y académico que en corto tiempo seríamos buenos profesionales por la calidad educativa de nuestro colegio.

Llegamos a Huayllpampa el 07 de diciembre al mando del Director del Plantel y los profesores Santos Dextre Delgado y César Sánchez Solís, formados en la plaza de armas, uno a uno fuimos tomados como “huésped” por cada uno de los alumnos de primaria de Huayllapampa. Siguiendo las indicaciones de nuestros profesores nos reuniriámos en la noche para presentar la velada-literario-musical, escenificando la obra teatral como número central “LOS SOLDADOS INCORREGIBLES”, de transcendencia histórica para nuestro colegio porque dicha obra teatral duró por muchos años hacia adelante interpretado por alumnos que nos seguían en el colegio. Esta presentación dejó huellas imperecederas a nuestros alumnos de años posteriores. Días antes de salir en excursión el Director nos dio alguna explicación de que se trataba y los alumnos supimos interpretar inmediatamente que era sobre la historia de unos soldados reclutas que experimentan una serie de abusos al ingresar a los regimientos, soldados rasos que siempre tienen problemas al ingresar a los cuarteles.
Para aquella presentación solo habíamos ensayado en una oportunidad en las aulas del quinto año, cuyo elenco teatral estaba conformado por los siguientes alumnos:
Cabo                                José Santos Gamarra Soto
Soldado Mamani               Juan Melgarejo Quispe Silva
Soldado Condori               Florencio Orlando Falero Ferrer
Soldado Choquehuanca     Jaime Manuel Soto Zarzosa
Soldado Pequeñin              Edgar Gómez Quispe

Una vez instalados en los hogares como huésped por los alumnos de Huayllapmpa, en horas de la tarde nos reunimos en la plaza de armas del pueblo e intercambiar algunas ideas como sería nuestra estancia en aquel lugar muy cerca de Marca. Tuve la suerte de ser alojado en una casa que tenía sus comodidades, donde fui muy bien atendido, lo que comuniqué a mis amigos, enterado de ello mis amigos en horas de la tarde me visitaron, ellos eran Juan Quispe Silva y Javier Soto Méndez, por el frío que hacia promediando las cinco de la tarde alguien compró una botella de anisado para contrarrestar el frío de la noche cuyo manto empezaba a cubrir la ciudad, excediéndonos un poco en el consumo, a tal punto que el Director había sido comunicado de nuestro mal proceder y cuando llegó el Director sentenció: ¡Se regresan a Marca los tres en este momento!, allí surgieron las voces serenas y calmadas de los profesores Dextre y Sánchez abogando por nosotros.
                                        Huayllapampa
                              
Al perdonarnos de nuestro mal proceder,  nos comprometimos a responder con entereza en cada uno de nuestros papeles como actores, ya se avecinaba la hora de la velada-literario-musical, las luces del petromax se habían encendido, aún manteníamos los estragos del anisado, siendo las ocho de la noche y previo lavado de cara con agua helada, en realidad fue todo un baño con agua fría a esas horas de la noche, ingresamos al escenario para interpretar “Los Soldados Incorregibles”, era el número central, y ¡Vaya! ¡Qué tal emoción! ¡Nos salió a la perfección!, con verdaderas patadas y puñetes  que los espectadores no podían creer lo que estaban viendo, porque los efectos del anisado todavía estaba en nosotros. Al concluir la escena nuestros profesores nos felicitaron con mucho entusiasmo quedando saldado de alguna manera nuestro equivocado comportamiento. Jamás pudimos repetir dicha actuación en Tapacocha a pesar que nos dieron un cuartito de anisado antes de la velada para eliminar los nervios, tampoco en Cotaparaco de la magnitud de le velada en Huayllapampa, al día siguiente jugamos el partido de fútbol contra el seleccionado local al que vencimos por dos goles a uno en plena lluvia.
                                      Tapacocha

Al tercer día muy temprano, emprendimos viaja a Tapacocha jugando la misma tarde un encuentro de fútbol contra los Tapacochanos ganando por cinco goles a uno, en este lugar tuvimos problemas de visión en el campo, la plaza de armas donde jugamos el partido estaba totalmente cubierto de neblina, casi no se veía. Esa tarde el profesor C. Sánchez con su gorrita que cubría su calvicie, desde el medio campo daba precisos pases haciendo correr a los punteros a más de 3,800 msnm, después del partido de futbol nuestro compañero Orlando Lázaro Luis sufrió el mal de altura-soroche-dejándolo en malas condiciones, luego de su recuperación continuamos con el itinerario de nuestra excursión.

Al siguiente día, muy temprano emprendimos nuestro viaje rumbo a Cotaparaco, bajamos de la altura de Tapacocha, el camino parecía un hilo prendido en la cumbre, cruzamos el río y llegamos a ese bello distrito de gente hospitalaria, destacando la labor del Director de la escuela de Cotaparaco profesor Víctor Bustamante, quienes nos recibieron con una delegación numerosa integrado por alumnos y padres de familia, en la noche presentamos la velada-literario-musical y al adía siguiente sostuvimos un electrizante encuentro de futbol ¡vaya sorpresa! No pudimos ganarles, quedamos 0 a 0, nosotros teníamos una poderosa escuadra y nos habíamos preparado especialmente para la excursión, incluso llevamos alumnos de otros años que destacaban en futbol y haber ganado por amplio margen tanto en Huayllapampa y Tapacocha, pues en Cotaparaco tuvimos que conformarnos con el empate a cero. Particularmente, yó jugaba en la delantera, recuerdo que había un back central corpulento y alto de recia marcación y no dejaba pasar una, era el Alcalde de Cotaparaco de apellido Alvarado, eso nos manifestaron finalizado el partido. Finalmente dividimos honores y salimos muy satisfechos del partido, la caminata de pueblo en pueblo había hecho estragos en nosotros.


                                     Cotaparaco
Al retornar a Marca como al sexto día en horas de la tarde los padres de familia nos recibieron con vítores y aplausos enterados de nuestros triunfos por correo y telégrafos que existían por esos tiempos. En el camino retornamos interpretando canciones, uno en especial, se llamaba “Flores y espinas” y como no cambiábamos de repertorio, a la altura de Chinchehuas,  uno de los profesores nos llamó la atención por ser repetidas hasta el cansancio.

jueves, 25 de julio de 2019


     
 LOS TRINOS REDIVIVOS DE MI INFANCIA

                             Por: Julio César Pozo Cueva



Como suenan tan dulces en mi vejez definitiva, en que a ratos me invade la soledad, los trinos de las avecillas que llenaron de encanto mi lejana infancia, allá en mi tierra nativa, en los verdes pajonales y hermosos parajes de mi Marca inolvidable. Al mismo tiempo, como me duelen los gorjeos y las melodías que entonan los pajarillos en mi jardín.



Es el gorrión que en todo momento abre su piquito y emite su cántico breve y volandero…¡PICHIU, CHIU…CHIU!...Se va y vuelve, vuelven los otros, picotean en el pastizal de mi pequeño huerto, se van volando y cantando. A veces se posan en el guayabero, cuya planta procede de Quillaricana de Marca, o en la acacia que me trajeron de Chincha, o en el ceibo que procede de Venezuela. Pero estos gorrioncitos compañeros no hacen su nido en la estrecha arboleda. Vienen, picotean y se van volando, entonando su aguda canción. Tendré que dedicarles, parodiando a un poeta argentino:
          Gorrioncito de la ciudad
       ¿Cuándo harás tu nido en mi guayabal?



Más el gorrioncito volandero me contestaría tal vez: que quieres, viejo amigo, basta que te visite, basta que te acompañe en todo momento, en tus sueños y en tus vigilias, basta que te cante, recordándote la misma canción de tu infancia, cuando mis hermanos de antaño gorjeaban en los amaneceres y en los crepúsculos, en las horas de lluvia y de sol, en los sauzales y en los alisales, o volando sobre los trigales y maizales en flor. Estas remembranzas me llevan también a los lejanos atardeceres, en que a la hora que moría el sol por la colina de Llamellín, los chanquitos volaban cantando por encima de las rubias espigas de los trigales de Uco.

Igual me recuerdan una tarde que viajando al Estado Los Andes, por las carreteras de Venezuela, vi y escuché el canto de los gorriones…pichiu…chiu…chiu…¡oh, vivencias tan dulces como desgarradores!.

Otra de las avecillas que me visita, me canta y se va, es la palomita “tsuctsunki”, que me hace recordar la quebrada templada de Marca, Rurek, Mogote, Chuccho, Huertas. Estas palomitas son más esquivas; vienen poco, se posan en los árboles o las paredes, cantan y al menor movimiento que hacemos, vuelan; pero son igualmente evocativas de mi primera juventud, de cuando yo iba a esos lugares con mis burritos en busca de frutas, de yucas y camotes. Las palomitas “tsuctsunki” abundaban, se les veía posadas en los frutales y cantaban en todo momento. Estas lindas avecitas eran temidas por agoreras, porque anunciaban el paludismo a los que recién llegaban a esos parajes. Su canto parecía decir:
                            Tsuctsunki, serrano,
                            tsuctsunki, serrano…

“Tsuctsu” en quechua equivale a temblar, convulsión, escalofrío que son los síntomas característicos del paludismo. Los sencillos habitantes de mi tierra en esos tiempos no sabían de anófeles ni del proceso de contagio, solo sabían que los que llegaban a Chuccho y comías las frutas del lugar en el mismo sitio, tenían que enfermarse de paludismo. Eso les estaba anunciando las palomitas, muy primorosa y delicadamente. El destino de las avecillas es y era cantar. Que su entonación parecía anunciar una enfermedad, ellas no lo sabían ni les importaban “Te enfermarás serrano; “Te dará el paludismo serrano”… Y siguen cantando igual, las de allá y las de acá, y así será mientras haya en la tierra esa variedad de palomitas, que tanto recuerdo me traen cuando visitan mi jardín.

Y por último, en la casa vecina, crían unos buenos amigos, dos loritos serranos, cautivos en sus jaulas o encadenados en sus estacas. Estas avecillas no están quietas nunca, tienen una garganta inacabable. No sé en qué momento se quedarán dormidas, en todo instante están canturreando, parece que conversaran interminablemente, Guerk…guerk…guerk…a ratos parecen que se molestan, pero cuando comen su choclo tienen una voz más suave, más acariciante.


En algunos momentos se escapan de su prisión. No vuelan porque tienen las alitas cortadas, caminan y aprovechando las plantas trepadoras de su jardín, se suben a mi guayabero y, canturreando sin cesar, muestran el verde purísimo de su cuerpo, el rojo vivísimo de su cabeza y su pico curvo y fuerte, con sus garras flexibles y potentes, cruzan de una rama a otra, suben y bajan, se cuelgan y se balancean, hacen fiesta.

Parece que se dan cuenta que hay un espectador en su sillón, de bata y pantuflas, les está contemplando con delectación, con emoción, con recuerdo y con profunda nostalgia, Guerk…guerk…guerk…y dos lágrimas pueden rodar por las mejillas o por los cauces recónditos del alma. Estas escenas diarias me traen a la memoria tantas otras escenas de mi infancia, de cuando con mi madrecita buena, cuidábamos nuestros sembrados en Tacar, en Quillaricana o en Anca, Los maizales estaban en plena fructificación, verdes las hojas, amarillos los penachos y las mazorcas en todas su formación. Era la época de cuidar de los voraces chihuillos y los insaciables loros. Era una batalla diaria, nosotros los muchachos con nuestras hondas y con nuestros gritos y ellos con sus vuelos precavidos y astutos. Solo los loros eran escandalosos, volaban en bandadas, con sus cánticos múltiples y sonoros, Gar…gar…gar…mi abuelita decía que los loros gritaban en su idioma así:
            Nosotros no atacamos en silencio ni a traición
            Nosotros les avisamos, los que quieran cuidar su maizal, que lo cuiden.


Pero eran éstas avecillas hermosas y atractivas, los chihuillos eran negros, retintos, de cuerpo elegante. Los loros eran verdes y rojo brillante al sol, lástima que nos disputaran nuestros choclos que eran para la humita, para la cancha, para el mote, para la chochoca y para la jora.



Así, éstas avecillas-las de acá-son las que acompañan íntimamente, con su presencia y con sus cantos, son las que llenan de recuerdo mi espíritu, estos recuerdos son de mi infancia, de mi madrecita, de los muchachos de mi tiempo y de los paisanitos y amigos que compartían conmigo el pan del alma y del cuerpo, de los sueños de la adolescencia y de los ideales apenas vislumbrados del porvenir.

Entre tanto, el gorrioncito seguirá cantando…¡Pichiu…chiu…chiu…y y se irá volando y quedarán en mis oídos los ecos mortecinos de brumosas sinfonías y de músicas de alas, como dijera el poeta.
                                     Mayo de 1981

Trabajo inédito de Don Julio César Pozo Cueva (1905-1982), hoy insertamos en las páginas del “GRUPO CULTURAL MARCA EN LAS VERTIENTES”  su composición literaria “Los Trinos Redivivos de mi Infancia “escrita en Lima en el año 1981. Esta es parte de su obra, Marca: Tierra del Recuerdo (Inédita).
José Santos Gamarra Soto


martes, 23 de julio de 2019




 LOCAL PROPIO DEL CENTRO REPRESENTATIVO MARCA - CEREMA.
       Terreno adquirido en Noviembre de 2005

Después de la adquisición del local propio para el Centro Representativo Marca - CEREMA en noviembre del 2005 en la Urbanización San Diego de Puente Piedra, denominado "La Casa Marquina", se realizó la primera Yunza el 26 de Febrero 2006 en las instalaciones de dicho local, denominada en nuestro distrito como Huachihualito, Huachihualón.
En las vistas fotográficas se puede apreciar a algunos socios del CEREMA que ya partieron para estar a la diestra de Dios, a quienes les rendimos nuestro reconocimiento y homenaje por el legado que nos dejaron al trabajar con bastante dedicación y ahínco junto a la Junta Directiva de aquel entonces y hacer realidad el sueño de los marquinos, el tener su local propio.
Ese mismo día se procedió a la colocación de la primera piedra, acto simbólico que perenniza dicho evento para el inicio de construcción de la Casa Marquina, que hasta el día de hoy no se ha podido comenzar con dichos trabajos por motivos por todos conocido.
Esperamos muy pronto se inicie la construcción del local propio de los marquiinos que tanta falta hace en la Capital, anhelo de varias generaciones, que lamentablemente se ha ido postergando por motivos ajenos a la voluntad de cada uno de los marquinos.