martes, 29 de septiembre de 2020

 

NUEVOS CASERÍOS o CENTROS POBLADOS DE MARCA

 INVITACIÓN DE HONOR

El compromiso moral que tenemos los marquinos con nuestro distrito es el apoyo incondicional, desinteresado, dinámico, integracionista y sincero hacia Marca, y  velar por su progreso y desarrollo. El “GRUPO CULTURAL MARCA” viene trabajando desde hace 18 años en forma ininterrumpida con un trabajo silencioso desde que nos juntamos un grupo de marquinos y aparecimos el domingo 06 de octubre del año 2002 en el programa Radial “Marca en las Vertientes” de Radio Agricultura, a partir de esa fecha nuestro apoyo hacia nuestro distrito ha sido en los distintos campos y facetas que tiene que ver con del Desarrollo Sostenible del Distrito, en el aspecto histórico, económico, social y turístico. Dejamos constancia que el esfuerzo que realizamos lo hacemos sin ningún interés político, partidario, menos económico, gracias al esfuerzo de cada de sus integrantes somos ciudadanos que hemos logrado nuestros objetivos y caros anhelos en nuestra vida privada y particular, por ello afirmamos una vez más que NO BUSCAMOS FAVORECERNOS absolutamente en nada con nuestras acciones, sino dar de nuestra parte lo poco o mucho que hemos aprendido a través de tantos años de esfuerzo, sacrificio, estudios y trabajo en nuestra vida.

Pedimos las disculpas del caso por esta aclaración muy necesaria por cierto, para que nuestra labor siempre sea limpia y transparente como son nuestros actos, plagado con principios de valores y de ética moral, social y profesional que enarbolamos como ciudadanos consolidados en nuestras vidas. Dicho esto pasamos a comunicarles que los días 10 y 11 de octubre del año 2020 será de mucha recordación para nuestro distrito, no solo por la Caminata que los integrantes de MARCA AVENTURA realizaremos en nuestro primer viaje de reconocimiento de la Ruta Antigua del Camino del Inca llamado el Qhapag Ñan, sino también por la concurrencia de marquinos que acompañarán dicha travesía como los integrantes de la Comunidad Campesina San Lorenzo de Marca, Antropólogos de la UNMSM,   Ministerio de Cultura y toda la población general en su conjunto.

Dichos días asistiremos a la creación de dos nuevos Caseríos o Centros Poblados de Marca en el lugar denominado PUTACA y otro en la cumbre, más arriba de UCHPACANCHA desde donde se observa las dos cordilleras, la cordillera blanca y la cordillera negra y por donde pasará la futura carretera “SIMÓN BOLÍVAR”. Dichos acontecimientos contarán con la presencia de todas las autoridades del distrito encabezado por el Sr. Alcalde de Marca, para cuyo efecto hacemos LA INVITACIÓN correspondiente a todos los marquinos en general, sin excepción de nadie, y estar presentes en dichos actos históricos para nuestro distrito de Marca.

José Santos Gamarra Soto

GRUPO CULTURAL MARCA

   Director - Presidente


viernes, 25 de septiembre de 2020

 

EL OSO ENAMORADOR…

El Primer Oso que llegó a Marca fue por Churap.

Escribe: José Santos Gamarra Soto

Pasada la estación de invierno del año de 1954, en el lugar denominado “Chupa” jurisdicción del anexo de Churap, distrito de Marca; don Erasmo Padilla Sánchez y esposa doña Clara Ríos junto a sus ocho hijos entre ellos Susano, Adán, Eva, Elsa, Bonifacio, Nila, Rosalinda y Maura, decidieron quedarse a vivir un tiempo más en aquel lugar por el abundante pastizal que se había generado ese año debido a las lluvias. Por aquellos años no se tenía ni noticias del calentamiento global o efecto invernadero como en la actualidad, los pastos naturales duraban por Chinchipampa hasta los meses de mayo o junio, lo que motivaba quedarse a algunos ganaderos unos meses más por aquellos lugares porque el pasto natural había hasta de sobra. La familia Padilla-Ríos vivía en Chupa donde tenían su Hato, hacia el sur de Chinchipampa.

Una tarde del mes de mayo la familia de don Erasmo ve con incredulidad la figura de un Oso de color negro que en esos momentos se encontraba comiendo pitajayas; estaba “Shishando Wuaqas”-Sacándole las espinas a la Pitajaya-asombrados al ver a éste animal corpulento y de gran tamaño, no conocido por los pobladores de esa zona, nunca se había visto un Oso por esos parajes; dejaron despavoridos todas sus pertenencias de la vivienda como quesos, requesones y charquis,  y junto a sus hijos huyeron con dirección a Churap, y dar cuenta de lo ocurrido a las autoridades, quienes dos días después marcharon con escopetas y armas en mano para dar muerte al animal. Por aquellos años vivían en Churap algunos reservistas que habían servido al ejército peruano y portaban escopetas y otras armas entre ellos se encontraba don Florentín Padilla Aguirre, Víctor Padilla Aguirre, Erasmo Padilla Sánchez, Cesáreo Cueva Padilla, Antolín Padilla Aguirre, y Laurencio Padilla Silva, más el acompañamiento de don Brindis Gamarra Cubillas, Teodoro Espinoza Cubillas, Plácido Gamarra Méndez, Lauro Padilla Gamarra y Pompeyo Padilla Aguirre, marcharon con dirección a Chupa en busca del animal y darle muerte.

La historia que se había tejido en torno a este animal era de lo más variado y pintoresco, algunas historias eran inverosímiles; se decía que el Oso cargaba solo a mujeres solteras y las enamoraba, se lo llevaba a lugares de difícil acceso entre los abismos y lugares inaccesibles, las dejaba allí para luego regresar en las tardes con comida para su rehén; en otras oportunidades llevaba frutas para la secuestrada. Algunos manifestaban que a futuro serían los nuevos habitantes de Churap, y que dicho Oso estaba en plan de reconocimiento del lugar donde deberían vivir los futuros habitantes, se hacían muchas conjeturas, al parecer era un Oso de Anteojos, llamado “Oso Andino”, éstos Osos pueden llegar a medir hasta 1.90 m de alto y pesar más de 150 Kg., son de hábitat diurnos, solitarios, omnívoros, terrestres, de alimentación vegetariana, como los cactus, por ello le gustarían las pitajayas. Estos Osos existen en toda la región andina de Sud América y en la Cordillera de los Andes, posiblemente habría bajado de su hábitat, teniendo en cuenta que Chinchipampa está a menos de 2,500 msnm., temporalmente cuando escasea el alimento migran a otros territorios o simplemente se perdió tal vez desde las alturas de Huayllacayán, Yamor ó Mallao.

Por la superstición de los campesinos se cree que su grasa son medicinales, sus pieles un valioso producto de comercialización como pellejos o alfombras de piso para el tendido de las camas. Al marchar los pobladores desde Churap en busca del Oso, lo encontraron hacia el norte de Chupa, en el lugar denominado “Tzackra”, a la altura de “Chihua Cuta”, comiendo “Upa” conocido en otras regiones del Perú como “Chupaya”, que consiste en una especie de Cactus con abundante líquido.

Rodearon al oso sigilosamente, lo cercaron entre todos, los que portaban armas iban adelante, estando muy cerca se apostaron frente al Oso para descargar las mortíferas balas que impactaron en el cuerpo del pobre animal, varias balas habían alcanzado el cuerpo del Oso, muerto el animal lo llevaron al pueblo en “Kirma”, especie de camilla que sirve para trasladar enfermos o muertos, donde los familiares esperaban angustiados el desenlace del encuentro con el oso. Chicharrones de Oso fue el potaje que se comió ese día, dejando gran parte de la carne para los “Charquis” correspondientes que semanas más tarde comerían los pobladores con agrado. El pellejo fue guardado como trofeo de guerra por alguno de los pobladores y las grasas para ser utilizados como ungüento para algún mal muscular o contra las picaduras.

Fuente: “Historia de Ivo”,  Autor: José Santos Gamarra Soto


miércoles, 23 de septiembre de 2020

 

LA  CANGA  Y  EL RUN RUN

Recordando tiempos idos…

 Escribe: José Santos Gamarra Soto

Continuando con la evocación de los juegos que hacíamos en la Escuela de Varones N° 1339 del distrito de Marca, antiguamente habían algunos muchachos que gozaban de gran destreza en alguno de ellos, uno de esos juegos era la “Canga” juego muy  popular del Perú por aquellos tiempos, que consistía en hacer saltar una pequeña madera en la  “Cocina” o “Casa” que era una especie de semicírculo pintado con tiza en el piso; consistía en una pequeña madera hecha de forma de un silbato y una tabla o palo de treinta centímetros, a veces era un palo ovoide con el que hacía saltar al aire y batear lo más lejos posible a la pequeña madera, el jugador contrario devolvía el palito a la cocina tratando de acercarse lo más posible para no ceder puntos, el que se contabilizaba midiendo con el palo de treinta centímetros desde el centro de la cocina hasta donde haya llegado el palito devuelto, este juego era el golf de los pobres, los alumnos con mayor destreza le daban varios golpecitos al aire tantas veces como se pudiera; luego, en el último toque lanzar la canga lo más lejos posible. Llegaban muy lejos con los golpecitos, a veces quince o veinte golpecitos caminando y caminando y en el último toque se lanzaba al precipicio, imposible de recuperar la canga, entonces ganaba a su contendor, el juego consistía en dar tantos golpes como se pueda y lanzar en el último toque a la mayor distancia posible, para no ser devueltos a la cocina.

Existían otros jugadores que lanzaban desde la cocina lo más lejos posible y el contendor tenía que atrapar al aire la canga, entonces perdía el lanzador y había cambio de lanzador. En ciertas ocasiones, este juego, se iniciaba con algunas piruetas o demostración de destreza del lanzador, levantaban la pierna derecha o la izquierda, en cuclillas o pasando el brazo por la espalda, por la nuca, estas acciones se contabilizaban en puntajes para el ganador, el que poseía mayor destreza en el juego ganaba el encuentro.

Otro juego de la Escuela por aquellos años era el “Run Run”, estos juegos no requerían mayor inversión para su compra, eran hechas por los mismos adolescentes, artesanalmente, en otros países de Latinoamérica éste juego es llamado como el zumbador o rumbador, en España como el zumbado. En el Perú el run run consistía en laminar una chapita de alguna gaseosa o cualquier otra chapa de botella, se afilaba todo el contorno en piedra azul, hasta sacarle filo como la de una navaja, se les hacía dos agujeros en el centro de la chapita para pasar el hilo, amarradas las puntas entre sí y con las dos manos se hacía “bailar” adquiriendo un sonido característico de  ruuuummm  ruuuuummm, de allí el nombre de run run. Con este juego también se armaban grandes combates, haciendo bailar el run run chocando en el aire contra el run run del contendor, el run run con mejor filo cortaba la pita del contendor y hacía saltar por los aires del run run contrario, para este peligroso juego había que tener maña, y tener cuidado que no vaya al rostro del contendor o del mismo atacante, que podría producir algún accidente que no faltaba, estos dos juegos que se practicaban en épocas escolares fue perdiendo arraigo con el paso de los años, los cuales los recuerdo con especial afecto porque con estos juegos gané muchos amigos.


martes, 1 de septiembre de 2020

 

EL ICHIC OLLQO DE COCHACAR…

Escribe: José Santos Gamarra Soto

 

En la cultura andina existen cuentos y leyendas que atraen a chicos y grandes por lo fabuloso, esotérico y novelesco de sus contenidos como el “Ichic Ollqo”, que a mis seis años escuché de mi hermano Ciro, quien me contaba este cuento andino cuando caminábamos por los intrincados caminos de Cochacar, Higos, Pati, Kosma, Jacahuas y alrededores pertenecientes al distrito de Marca, región Ancash. Existen cuentos y leyendas que como manifestación cultural tienen su fundamento en el medio oral, este cuento es de un personaje fantástico en la vitrina andina que nos han contado cuando niños nuestros padres o nuestros hermanos mayores como el presente, el “Ichic Ollqo de Cochacar”, hombrecillo calato que tiene los brazos largos, las piernas cortas y los pies planos y grandes, con un estómago enorme y redondo, estos hombrecillos poseen una fuerza descomunal, que fácilmente pueden partir las rocas, que encandila a sus víctimas en lugares solitarios y los hechiza principalmente a jóvenes pastorcitas llevándoselos a lugares sin retorno.

Este cuento tiene como habitad los escabrosos lugares de los lagos o cochas y los ríos, aunque me causaba mucho temor era uno de mis favoritos por las características intrincadas del cuento allá por los años 50’ del siglo pasado. Ciro, como hermano mayor iniciaba delante de mí la caminata por las chacras de Cochacar y lugares vecinos, o en todo caso elegía el camino y el trayecto por donde deberíamos caminar, lugares que recorríamos entre cantos y silbidos; en el camino me contaba algunos cuentos y leyendas que escuchó a sus mayores, que muchas veces me aterrorizó dada mi edad. A mí temprana edad poco a poco comencé a conocer todos los caminos de Cochacar y alrededores, ya contaba con seis años de edad, podía caminar solo, sin compañía, un día me fui a la chacra de doña “Shaui” en Higos, era el nombre de cariño de doña Isabel Cubillas quien ya era una señora de avanzada edad, vivía en Marca acompañada de su empleada llamada Marcelina; la señora Isabel Cubillas tuvo como hijo a don Artemio Sáenz Cubillas quien a su vez fue padre de don Vidal Sáenz Flores y María Esther Sáenz Flores, la chacra de doña Shaui era vecina con las pertenencias de don Germán Cueva, Alberto Garro y Leonardo Cueva, mientras que hacia el norte de ella quedaba las chacras de don Antonio Espinoza y Dalmiro Padilla.

Doña Shaui, era dueña de una inmensa chacra al sur de Cochacar, vecina con Pati y Kosma, mientras que al frente queda Jacahuás y Antapi. En su chacra existía un inmenso Higal que llegaba hasta el río, que en algunas oportunidades me adentraba en el interior de ella y cogía los frutos maduros, que en más de una oportunidad me serviría de almuerzo cuando mis padres se encontraban en la ciudad. Por aquellos tiempos había gran cantidad de higos en aquel lugar que los Alumbrantes de Semana Santa preparaban los dulces de higo llevados desde aquel lugar. La chacra era muy grande cuyos linderos llegaban hasta la orilla del río, donde una inmensa roca presidía a un “Bonle”, que así llamábamos con mi hermano Ciro a un pozo grande y hondo.

Durante los meses de invierno cuando el caudal de las aguas aumentaba, cruzar de una rivera a otra sin la existencia de caminos seguros ni puentes, era cosa de valientes, por la bravura del río, y además era un lugar solitario y de misterio así como tenebroso. El caudal del río en época invernal aumentaba a causa de las lluvias en las partes altas y por su cauce viajaban árboles, animales y piedras, cuyo sonido en el silencio del campo me atemorizaba mucho pensando que en cualquier momento inundaría mi Cochacar querido. Los agricultores que tenían necesidad de cruzar el río desde Cochacar a Jacahuàs ò viceversa, necesariamente tenían que cruzar por dicho lugar a la que Ciro y yo llamábamos el Bonle del Ichic Ollqo, era una inmenso pozo que tenía características muy tenebrosas, el lugar más hondo del bonle era de color negro y azulado, la cascada por donde caía el agua le daba un aspecto más fantasmal y era de obligado paso por ella, dado que el camino para continuar dicha ruta se tenía que seguir por aquel camino que orilla la chacra de doña Shaui, que nos servía para llegar a sus parajes sorteando pircas y muros que separan a otras propiedades. Cada vecino cuidaba muy bien sus chacras, eran como tableros de ajedrez, los propietarios y vecinos junto a mis padres acordaron ser los únicos en recorrer por esas propiedades.

Ciro, me contó que en dicho bonle vivía Ichic Ollqo, hombrecillo calato de abundante cabellera rubia que le llega hasta los talones y que poseía una caja, que toca y toca en épocas de lluvia, en abundancia de lluvias y en determinado momento canta melodiosamente o llora como un niño perdido para hechizar a sus víctimas, llamando a los niños o a las jóvenes pastorcitas para llevárselas a las profundidades del bonle donde existían lugares exóticos como las estalactitas y las estalagmitas que eran formaciones de rocas en las cuevas existentes junto al bonle y no regresar nunca más, éste era su casa del Ichic Ollqo, adornados de oro y plata, muy relucientes, las veces que al pasar el río yo veía el bonle me parecía más grande y tenebroso, en las tardes, el miedo se apoderaba de mí, tenía que recoger a mis animales, pero felizmente éstos, solos iniciaban el camino de regreso y cosa curiosa, los asnos en las noches se escapaban a Jacahuás a comer alfalfa y luego retornaban porque al día siguiente eran alquilados para servicios de carga.

Por aquellos tiempos, también escuché que en los meses de verano cuando arde el sol en todo el valle, Ichic Ollqo, luce su belleza sentado en el inmenso peñasco que antecede al bonle, secando su rubia cabellera; muchas veces, toma las imágenes parecidas a los familiares ya fallecidos o algún ser querido y astutamente se acerca a los niños para llevárselos consigo hasta desaparecerlos. Tal era el cuento que me atemorizaba porque diariamente tenía que cruzar el bonle para regresar con el ganado vacuno para los que mis padres habían arrendado los alfalfares.

Para cruzar a mis seis años tenía que vencer mis temores y cumplir mi tarea cruzando el río para llegar a Jacahuás, cuyo nombre proviene de las voces quechua: jaca que significa cuy  y wasi, casa. Cerca de Jacahuás se encuentra Antapi cuya toponimia en runa simi, significa lugar de espinas. El Ichic Ollqo, el bonle, el caudal del río en épocas de invierno y el silencio de las noches cuando me quedaba solo en Cochacar, fortalecieron mi carácter y la soledad de las noches me ofrecieron sueños, esperanzas y caminos de éxitos, que hoy los gozo a plenitud.

Fuente: “Historia de Ivo” Autor: José Santos Gamarra Soto