lunes, 30 de mayo de 2022

 

  La Hecatombe...Terremoto del 31 de mayo 1970

           TESTIMONIO DE UN HECHO DOLOROSO

 

Por: José Santos Gamarra Soto



A solicitud del Director del Colegio de Marca, provincia de Recuay, departamento de Ancash retorné el domingo 24 de mayo 1970 a estudiar el quinto año de educación secundaria en el Colegio San Lorenzo de Marca, el director en sentidas cartas nos instaba a regresar a todos los alumnos del quinto de media para el retorno a nuestro terruño a culminar nuestra secundaria por falta de alumnos; el jueves 28 de la misma semana se celebraba la fiesta de Corpus Christi donde se desarrolla el baile costumbrista de “Los Huancos” de Marca, siendo el domingo 31 de mayo la Octava de dicha fiesta, con existencia de mayordomos, caporales y alguaciles. Un año antes bailé como “Chisga” (hombre vestido de mujer), con la vestimenta de mi tía Alicia, gustando mucho a los espectadores. En esta oportunidad mis amigas y compañeras del colegio Eutropia, Lilia, Betty y Nora me prepararían la vestimenta, alentado por mis amigas acepté bailar el jueves día de Corpus Christi y el domingo 31 en la Octava de dicha festividad costumbrista, ellas estaban muy entusiasmadas al saber de mi regreso a estudiar el último año y terminar mis estudios en Marca.

 

Inmediatamente después de mi llegada a Marca, mis amigas se pusieron de acuerdo para bailar como Chisga el jueves y domingo de dicha semana, Eutropia me recordaba que un año antes lo había hecho muy bien, por ello me manifestó:

 

-          Tienes que bailar de chisga...por la ropa no te preocupes porque nosotras te conseguiremos - me decía

-          Faltan escasos tres días para ello... ¡Imposible! - le dije

-          No te preocupes hemos quedado con las chicas que te vamos a mandar hacer la ropa a tu medida - me siguió diciendo

-          ¿Mandar hacer ropa de mujer para mí? – le pregunté medio angustiado.

-          Si, - me dijo - y no te preocupes por los gastos, después que bailen lo mandamos achicar para usarlos nosotras - me manifestó.

-          Bueno...que sea así entonces - le contesté.

 

Se habían puesto de acuerdo entre las amigas nombradas más Gliceria, Genoveva y Herminia quienes también eran alumnas del Colegio San Lorenzo, mandar hacer nuestra vestimenta en la costurera del pueblo, una para el día jueves y otra completamente distinta para el día domingo, toda la vestimenta era nueva para no ser reconocido por la población marquina en el momento del baile que era el fin supremo de toda la parafernalia. Hay que precisar, que el baile de Los Huancos tiene como característica que el danzante-Negro o Chisga-no deben ser reconocidos. En ambos casos los danzantes bailan con la cara cubierta bien sea por máscaras ò pañoletas, sean Negros o Chisgas.


El día jueves bailamos hasta altas horas de la noche, en casa del mayordomo y principales calles de la ciudad, en número de treinta danzantes al son del pincullo y la caja. Qué maravilla, no había cansancio para los jóvenes, el “Cortahuarango” era repetido una y otra vez, los garrotazos se sucedían uno tras otro y así concluyó la tarde de jueves de Corpus Christi, en casa del mayordomo en horas de la noche. Se esperaba el domingo de Octava una mayor concurrencia porque era domingo, faltaba muy pocos días para ello, escasos tres días nos dijimos y nos citamos los amigos para aquel día, retirándonos cansados del baile agotador.

 

En la ciudad de Marca, cada año como en todo pueblo del ande existe su fiesta patronal, en Marca es el 10 de agosto, además existen otras festividades en el calendario marquino y una de ellas es el baile de Los Huancos de Marca, donde existen algunas chaperonas comúnmente llamadas “Llúchash” quienes acompañan a los danzantes en las festividades, son las que se preocupan que no les falte nada a los danzantes. Nuestras Llúcash para aquella festividad se habían preparado como nunca para la Octava del Corpus Christi del domingo 31 de mayo de 1970, éramos seis los danzantes que haríamos tres parejas aquel día, tendríamos que salir de la casa de Gliceria ubicado en la calle Víbora, ataviado con nuestras indumentarias para la ocasión, esta vez vestido de Chisgas y Negros y bailar junto a los demás danzantes que en gran número ya bailaban en la octava de ese día, las Chisgas seríamos “Tobín”, “Melgarejo” y “Dolton”, mientras que nuestras parejas vestido de Negros eran “Wilson”, “Eña” y “Chía”, las Chisgas éramos mucho más altos que los Negros, las Llúcash tenían que estar muy acomedidas a nuestros menores requerimientos, cuidar que no se nos desprenda algún aditamento de la vestimenta, habían sido encomendadas para ser nuestras chaperonas, cada una de ellas portaba una canasta donde había desde un pequeño alfiler hasta una pollera por si le pasaba algo a algún danzante.

 

Aquel día, estrenábamos ropa nueva de mujer, la que me tocó era una monilla de color azul brillante, se diría azulino, la lliclla de color rojo escarlata con cinta labrada de color negro, la saya de color negro con abertura en la parte delantera, unido por un cintillo del mismo color de la monilla, que hacía ver el blanco justan con grecas anchas y bordadas, luego las tres polleras de diferentes colores y bordados, en la cintura poseía dos pañoletas de seda fina amarrados en la parte delantera, tenía una cabellera postiza de mujer en dos trenzas que me llegaba hasta la altura de la cintura, el sombrero de paja con flores artificiales de diferentes colores, el collar de diferentes tamaños y colores, de perlas chicas y grandes, guantes blancos, zapatillas y medias blancas para dar mayor agilidad en el baile, la cara lo teníamos cubierto con dos pañuelos de colores uno transparente y el otro más denso en la trama y la urdimbre para no ser reconocidos ni por el mas acucioso de los espectadores.


Al promediar las tres de la tarde salimos a la calle los seis danzantes, sería muy difícil que alguien nos reconozca porque la vestimenta era nueva; hay que precisar que la vestimenta de la mujer marquina es muy apreciada a nivel nacional è internacional, por su peculiaridad, el colorido y los componentes de la vestimenta que es usado por las mujeres con mucho donaire y exquisitez. La casa de Gliceria quedaba en la que antiguamente se llamaba calle Víbora, donde nos habíamos preparado y “cambiado”, salimos cada uno con nuestros Negros, precisamos para nuestros lectores que no conocen este baile, que es una danza aparte de ser guerrera es jocosa y satírica teniendo como participantes a los Negros y Chisgas(hombres vestidos de mujer). Las Chisgas abrazábamos al Negro por el hombro, como una madre abraza a su hijo, el Negro abrazaba por la cintura, no había otra forma, los Negros eran más pequeños en estatura que las Chisgas. Nos dirigimos por la calle Grau hacia el norte, el grupo de danzantes de la fiesta de Corpus Christi de aquel año se encontraba bailando delante de la casa del mayordomo don Félix Támara ex alcalde de Marca, el baile se hacía al centro de la calle, muy cerca al barrio San Cristóbal, entramos a la ronda de los danzantes y:

 

-          ¡Puño arriba...! ¡Puño arriba...! - gritaba el caporal al centro del ruedo

 

El reloj marcaba las 3.23 p.m., el Pincullero, don Roberto Padilla Gómez a quien cariñosamente llamábamos “Llupico”, entró en su momento más exultante, tomó más aire para despedir con más fuerza el pincullo y el tono del “Cortahuarango”, se encorvaba hacia adelante y hacia atrás, la caja retumbaba en medio de la calle, los danzantes, haciendo la ronda con el puño en alto, había mucha bulla, el público gozaba con el baile de los danzantes, los danzantes nos dábamos arengas alzando el puño antes del garrote, ¡Puño arriba...! ¡Puño arriba...! un Negro contra una Chisga era lo convenido por el Caporal y el Alguacil, quienes imponían el orden y la disciplina, ambos al medio. El tambor sonaba con más fuerza, era con fiereza por el ritmo guerrero que le imponía, todos los Negros y Chisgas que en número de cuarenta ya bailábamos con el puño en alto como antesala del Cortahuarango, cuando en esos momentos sentí que me jalaban con fuerza, era una de nuestras “Llúcash”, Genoveva, diciéndome:

 

-          ¡Corre José...corre! – me decía

-          ¡Temblor¡ - dijo alguien.

 

Corrimos hacia el sur, hacia el norte, tal vez hacia el este. ¡Fueron los 45 segundos más dramáticos, de desesperación y de terror en mi vida!...era el domingo 31 de Mayo de 1970.

 

Aún con los ojos cubiertos por la pañoleta que cubría mi rostro, escuché que las enormes piedras que había al lado Oeste de la calle Grau de pertenencias de don Glicerio Silva padre de mis amigos Porfirio, Manuel y Amancio se vino abajo con un ruido ensordecedor al que esquivamos a duras penas corriendo hacia el otro lado, el suelo temblaba con fiereza, había pánico entre la muchedumbre, gritos y llantos por doquier, cuando la pared de la casa que en realidad era una “Racka” por estar semiderruida por el paso del tiempo, la casa de don Antonio Silva a quien llamaban “Shancurero” el que se desplomó, corrimos hacia el lado contrario para subir encima de las piedras que segundos antes se habían desplomado, fueron los segundos más aterradores de mi vida.

 

La danza de Los Huancos es una de la más antigua caracterización festiva del distrito de Marca, aquel 31 de mayo era la Octava de la fiesta de Corpus Christi que en fecha movible se realiza todos los años. La tierra no paraba de temblar, ya nos habíamos sacado las pañoletas que cubrían nuestros rostros por la inmensa polvareda existente, ya no importaba si caminabas por la calle vestido de mujer, el momento era de miedo, de terror y desolación; el ambiente comenzó a nublarse, el polvo negruzco venía de sur a norte por la calle, como la peste, comenzó a cubrir el espacio, teníamos mucha dificultad para respirar, comenzamos a caminar en la oscuridad hacia la plaza de armas por la calle Grau. En la esquina de Alfonso Ugarte con Grau encontramos a don Víctor Quinto, tenía medio cuerpo aprisionado por los adobes contra la pared de don Celestino Virhuez. La pared de don Nilo Ortiz Virhuez se había desplomado con tan mala suerte que sepultó medio cuerpo de Víctor Quinto quien fallecería horas más tarde en su casa, en Jacacuchu.

 

Fueron cuarenta y cinco segundos de angustia y terror, había sucedido uno de los mayores terremotos en la historia del Perú con 7.9 grados en la escala de Richter, cuyo epicentro se había producido en las costas de Casma y Chimbote, en el océano pacífico, afectando casi todo el departamento de Ancash, parte de Lima, Huánuco, La Libertad y otros departamentos. Por fin llegamos a la plaza de armas sorteando adobes, tejas, palos y piedras, toda la población se apostó en dicho lugar, o la mayoría, era el lugar más apropiado nos dijeron, por la cantidad de polvo de color marrón oscuro se veía solo a dos o tres metros de distancia, no se podía respirar, el caos era general, niños y mujeres lloraban pidiendo clemencia, que Dios aplaque su ira, que ya era demasiado el castigo, pensamos que era el fin del mundo, nos encontrábamos en la plaza de armas agarrados de la mano entre todos, cuando se repetían los temblores, la tierra seguía temblando causando más pánico entre la población, el movimiento telúrico con fiereza había cobrado otra víctima a la altura de Aliso, era una niña de 10 años de edad llamada Mirella Quispe Carrión venía a la ciudad a presenciar el baile de Los Huancos junto a su madre Eplla Carrión, el desprendimiento de una piedra que los marquinos llamamos “Galgada” impactó en la cabeza de la niña matándola instantáneamente en el camino hacia la ciudad.

 

Ese día toda la población durmió en la Plaza de Armas, Plazuela y Patios, se repitieron cientos de temblores en la noche causando gran pánico, en los siguientes días mediante la radio nos enteraríamos que el terremoto en grado 7.9 de Richter epicentro registrado en el Océano Pacífico frente a las costas de Chimbote y Casma había cobrado la vida de más de 80,000 personas y 20,000 personas desaparecidas, era la ¡Hecatombre!, uno de ellos, mi primo Félix Cueva Soto en Huaraz, cuyos restos nunca fueron encontrados a pesar de los esfuerzos por ubicar de su madre doña Felicia Soto Padilla, su esposa doña Ricardina Sarria y la Cruz Roja Internacional.

 

Fue sepultada la provincia de Yungay por el alud que ocasionó el desprendimiento de una parte del Huascarán, reportaron la existencia de unos 150 mil heridos y miles de damnificados solo en el departamento de Ancash lugar de una de las hecatombes de mayor trascendencia en la historia de la humanidad. En Chaucayán un grupo de marquinos y profesores del colegio se salvaron, porque minutos antes de la hora fatídica, el chofer del camión San Lorenzo don Pedro Espinoza Soto, había parado porque se sentía indispuesto por lo que paró en dicho anexo.

 

El mismo día del terremoto a las 12 del medio día se había inaugurado el mundial de fútbol México-70, empatando a cero goles las selecciones de México y Rusia en el partido inaugural. En Yungay siguió al terremoto un aluvión que sembró la muerte de 25,000 personas, solo se salvaron quinientas personas que pudieron llegar a la parte alta donde se encuentra el cementerio y cuatrocientas personas que se encontraban en el estadio municipal entre jugadores y espectadores según informaciones, el alud borró la provincia de Yungay, donde nunca más se construirían casas sino convertirla en un camposanto y buscar su reubicación, donde actualmente se yergue la siempre bella “Yungay hermosura”.

 

Cincuenta y dos años después recordamos este hecho doloroso y dramático que enlutó a miles personas en el departamento cobrando dos víctimas en Marca la mayoría de la población se encontraba en el baile de los Huancos por ello las pocas bajas humanas, pero sí numerosos heridos y daños materiales que hasta el día de hoy persisten y perduran al no haber podido rehabilitar los daños causados aquella fatídica tarde donde pasamos del alegre festejo de la fiesta del Corpus Christi al llanto y desolación más terrible de nuestra historia. ¡Qué tragedia! Fue una ¡Hecatombe!

 

En las siguientes horas de la tarde se sucedían temblores cada dos o tres minutos, causando gran pánico a la población, ya nos encontrábamos en la plaza de armas, y pasar la noche como así se hizo, el alcalde que en ese entonces era don Celestino Virhuez, él y las demás autoridades poco podían hacer, incomunicados, por aquellas épocas las noticias se podían transmitir solamente a través de correos y telégrafos y escuchar la radio de alguna emisora de la capital, que no funcionaban; toda forma de comunicación había colapsado, la carretera con derrumbes por todas partes, los caminos de herradura totalmente destruidos, por aire, ni hablar, los siguientes días solo se escuchaba el paso de un avión a diez mil pies de altura.

 

Sencillamente pensé que era el fin del mundo, en la noche los pobladores sacaron sus mantas y frazadas de algunas casas que quedaban en pie, y dormir en la plaza de armas, plazuelas y patio de sus casas, se trataba de escuchar las radios de la capital y no había señal. Al dormir en la intemperie aquella noche escuchaba ruidos ensordecedores debajo de la tierra, parecía que se deslizaba la tierra de un lugar a otro, había ruidos que daban mucho temor, crujían inmensas rocas, tal vez se posicionaban o volvían a su lugar, pensaba que en cualquier momento la tierra se abriría y sencillamente nos engullía, el ruido era sencillamente aterrador.

 

El martes dos de junio, la selección peruana debutaba frente a Bulgaria por el mundial de fútbol Mèxico-70. En el Perú se había creado gran expectativa por este partido ya que se regresaba a un mundial después de 40 años, desde el año de 1930 esta vez por mérito propio, porque a aquel primer mundial de futbol el Perú fue invitado. Días antes del primer partido de nuestra selección con los amigos teníamos gran expectativa para escuchar por radio el partido. En la plaza de armas alguien pudo conseguir una radio donde ya se escuchaba los mensajes que mandaban algunos provincianos hacia Lima y viceversa, se pasaban horas y horas informando, mandaban saludos desde Huaraz hacia Lima donde se encontraban sus familiares, que no les había pasado nada, sino un gran susto nada más, las radios se pasaban horas y horas informando con nombres propios.

 

Las emisoras radiales comunicaban donde se había producido el epicentro, a la altura de Chimbote a 60 kilómetros mar adentro, informaban de los pueblos más afectados, las provincias ò distritos más destruidos o desaparecidos por efectos del terremoto. Se decía que había miles de muertos, que el departamento de Ancash había sido la más afectada, ya se había localizado el epicentro. Hay que precisar que por aquellos años la comunicación así como las oficinas del Senamhi, los sismólogos aún no tenían los equipos sofisticados que ahora poseen, por lo tanto les era más difícil detectar los daños, menos predecir los acontecimientos telúricos.

 

Dos días después, la tarde del martes 02 de junio la selección peruana nos daría una alegría inmensa en el mundial de futbol de México-70 en su debut frente a Bulgaria a todos los sufridos peruanos que nos encontrábamos en desgracia por lo ocurrido. Después de ir perdiendo por dos goles a cero, remontaron el marcador para finalmente ganar por tres goles a dos, con goles de Alberto Gallardo, Héctor Chumpitaz y Teófilo Cubillas, que alegría para los aficionados al deporte del fútbol. Todo el Perú se resarcía en parte del dolor y la tristeza por la desgracia ocurrida dos días antes, para celebrar el gran triunfo peruano; gran acontecimiento que nunca más se borraría de mi mente.

lunes, 18 de abril de 2022

 

LOS MALLOS DE RIGLOS

Escribe: José Santos Gamarra Soto

En nuestra búsqueda de Castillos Templarios después de nuestra visita al Castillo de Loarre antiguo fortín del Templarismo contra el asedio de los musulmanes, nos dirigimos a la zona de los Prepirineos por la Hoyada de Huesca al norte de España, grande fue nuestra sorpresa al encontrarnos en el Monumento Natural de los MALLOS DE RIGLOS, que consiste en unas formaciones geológicas integrado por peñas de paredes verticales llamadas Mallos.

Estos Mallos alcanzan los 300 metros de altura máxima y se caracterizan por sus grandes paredes verticales o incluso desplomadas, muy apreciadas para la práctica de la escalada en rocas y otros deportes de aventura. Homero Aquino familiar nuestro, fue nuestro anfitrión por estos bellos lugares del norte de Aragón, donde se puede apreciar que algunos lugares permanecen inalterables al paso del tiempo, desde el medioevo y otros con mayor antigüedad como los Mallos de Riglos.



domingo, 6 de marzo de 2022


LOS COCACHOS Y PALMETAS DE MI ESCUELA -  

LOS “CUCHI WACHATZECKS”…

 

Por: José Santos Gamarra Soto

 


En el traspatio o parte posterior de la Escuela Primaria de Varones N° 1339 de Marca por los años 50 del siglo pasado existían varios frondosos árboles de membrillo a orillas de los huertos escolares donde se sembraban flores, cebollas, rocotos, culantros, yerba buena y chincho; las flores del membrillo eran una belleza observarlos en épocas de lluvia, y en tiempos de verano los tallos se veían secos y robustos, el tallo tierno y seco de éstos membrillos era usado por los profesores como material de enseñanza en la pizarra que los alumnos llamábamos “puntero”, a su vez en algunas oportunidades se convertía en un instrumento de castigo, dada su característica. Al profesor Lucio Cubillas Tolentino, le gustaba revisar el puntero, le daba doblez una y otra vez al tallo seco, delante de algunos alumnos, como recordándoles que servía para castigarles a aquellos alumnos que llegaban tarde, los que no iban a clases o los que se portaban mal dentro de ella.

 

En las primeras horas de la mañana antes del ingreso a la escuela, a partir de las siete y media se tocaba la corneta, un alumno conocedor de estos menesteres tocaba desde la explanada del segundo puente de Marca al que le pusieron de nombre puente Chinchay, en otras oportunidades tocaba la corneta subido a una piedra, a orillas del río, cuyas notas se escuchaba en todo el pueblo, su eco llegaba hasta dos o tres kilómetros de distancia, en la cima de Chiuis era escuchada nítidamente, después de quince minutos, tocaban la campana, como último aviso del ingreso a la escuela, luego cerraban el inmenso portón con aldabas en alto relieve que tenía el portón desvencijado de color verde oscuro, aquellos alumnos que no llegaron a la hora señalada, tenían que formar una larga fila de tardones e ingresar con la mano bien extendida para recibir, ya sea un correazo o un fuetazo con el  puntero de membrillo que dolía más que la correa, ambos ocasionaban un dolor muy intenso y si la tardanza se repetía tanto en la mañana como en la tarde, recibía entre cinco a diez fuetazos según sea el caso.


Ya en clases o los recreos, niño que se portaba mal era “saludado” con un fuerte porrazo o cocacho del profesor Lucio Cubillas Tolentino, que tenía especial cuidado en castigar con los nudillos de su mano derecha, parecía una porra o un mazo, cuyo dolor tenía efecto retardado. En oportunidades usaban unas maderas como palmeta para el alumno que no guardaba la compostura dentro del plantel o eran desaplicados.

 

Por aquellos tiempos nadie quería ser analfabeto y todos los niños en edad escolar así sean mayores era matriculado por sus padres sea varón o niña y si dejaban de asistir a la escuela los moteaban llamándolos:

 

      ¡Faltón!, ¡Maltón!  ¡Cuchiwachatseck!, ¡Check!, ¡Check!...

        (Cuchiwachatseck significa “Padrillo de las chanchas”).

 

Por aquellas épocas algunos alumnos a falta de medios económicos o por la desidia de sus padres no continuaban sus estudios en la escuela, argumentaban “a mi hijo no le gusta el estudio”, motivo por el cual el profesor Félix Montenegro Ríos los  hacía llamar a los padres de los niños para ofrecerles la oportunidad, así sean mayores de edad.  Recuerdo cuando tenía nueve años de edad cursaba el segundo año de primaria, algunos de mis compañeros ya eran mayores, contaban con  veinte o veintiun años de edad como Mariscot Padilla a quien llamábamos  “Mallico”, Antonio Garro “Kokotillón”, Calixto Fabián “Calicho”, Juan Silva “Pokushqa” y Saturnino Carrión  “Shatucuru”, quienes eran jóvenes muy altos al lado mío, alguno de ellos ya usaba bigotes, la sola presencia de ellos en particular, me daba un poco de temor, puesto que tenía que ordenarles que se porten bien en el salón de clases, mientras mi profesor salía.

 

El profesor Montenegro tenía especial atención que sus alumnos estudien y concurran a la escuela todos los días, habían algunos alumnos desaplicados y faltones a quienes se les llamaba “Cuchi Wachatzecks”, eran los que no querían ir a estudiar a la escuela, alguno de ellos eran mis compañeros de salón como Simeón Méndez “Zímita”, Elmer Gamarra, Próspero Gamarra “Llody”, Porfirio Silva el popular “Wiushu” y Jaime Aquino el “Michi” ya fallecidos éstos dos últimos en la actualidad, eran alguno de ellos, les gustaba estar en el campo y si iban a la ciudad porque sus padres le enviaban a la escuela se hacían “La vaca” en la ciudad, deambulaban comiendo sus alfeñiques y panes. A quienes por encargo de mi profesor y acompañado de dos alumnos fornidos, Kokotillón y Shatucuru hacíamos una “redada” por el perímetro de la ciudad, al vernos que nos acercábamos hacia ellos, emprendían veloz carrera por las calles de la ciudad, teníamos que corretearlos, “capturarlos” y llevarlos a la escuela, para que asistan a sus clases previa reprimenda del profesor.  

Fuente: Historia de Ivo Autor: José Santos Gamarra Soto


jueves, 3 de marzo de 2022

 *****HECHOS HISTÓRICOS DE MI TIERRA*****

JOAQUIN GAMARRA, “EL ENCANTADO” DE IGLESIAQAQA…

 

Por: José Santos Gamarra Soto


En la Escuela Primaria de Varones N° 1339 de Marca por el año de 1958 los profesores y alumnos de los últimos años programaron una visita en excursión a Iglesiaqaqa, sitio arqueológico que guarda los secretos enigmáticos de los primeros habitantes de nuestro pueblo y ser parte de nuestra historia, lugar muy visitado por todo marquino hasta la actualidad. Sitio arqueológico ubicado a una distancia considerable de la ciudad que es considerado como uno de los mejores lugares donde se conserva los vestigios de nuestros antepasados y que hasta hoy perduran a pesar del paso de los años,  estos paseos siempre se hacían a los sitios arqueológicos considerados turísticos del distrito, este lugar se llama así porque la inmensa roca tiene la forma de una Iglesia, situada al pie de Wawayoc Jirka, otro de los centros arqueológicos que circundan a la ciudad de Marca, más al noreste hacia abajo está Hueylla y Cuchimaché y hacia el sureste Píhuich y Canchahuás, de fecundas tierras de cultivo.

 

Joaquín Gamarra era hijo de Gaudencio Gamarra y Lola vivían en Acatana, por los lugares de Washahuacta, él tenía dos hermanas, una, la mayor llamada Lupe y la otra hermana se llamaba Magda; desde Washahuacta iban al colegio todos los días a estudiar la primaria. El día de la excursión Joaquín, demostrando sus aptitudes de buen atleta y escalador de montañas, trepó el edificio rocoso de cuatro a cinco pisos, con montículos de rocas, árboles silvestres, tierra y mucha espina. La hazaña fue rápida y fácil para él, todos quedaron asombrados al ver como Joaquín con singular destreza había subido la inmensa roca en forma de una iglesia.

 

El problema fue cuando no pudo bajar del mismo alguno de sus compañeros decían que no quería bajar, algunos otros decían que al llegar a la cúspide de la roca había caminado hacia el fondo por un hermoso camino y  recibido por los gentiles quienes le ofrecieron descanso y comida por su esfuerzo, luego del cual se quedó dormido sentado en una roca y posteriormente “encantado”, por ello no contestaba ni se asomaba al requerimiento de sus compañeros quienes lo llamaban asustados para que baje de aquel lugar, pasaron los minutos y las horas y no se veía a Joaquín bajar de la inmensa roca llena de espinas, nadie se atrevía a subir a Iglesiaqaqa por lo dificultoso en subir a la roca, además por lo enigmático que se veía a simple vista y era temido por más de un poblador siempre se tejían cuentos y leyendas de hombres y mujeres sobrenaturales que “encantaban” a sus víctimas en caso se atrevían a profanar sus instalaciones; en vista que no salía ante el llamado de los alumnos y profesores que ya estaban desesperados, empezaron a tejerse ideas sobrenaturales como que el duende lo había tocado, que los gentiles lo habían atrapado; cansados y angustiados después de varias horas, algunos de ellos  regresaron a la ciudad a dar cuenta del hecho.


Enterados los pobladores se reunieron en la Plaza de Armas, miraban hacia el lugar de los hechos con la esperanza de escuchar alguna notica de los emisarios sobre el alumno, ya que el lugar dista entre tres a cuatro kilómetros de la ciudad. Las personas mayores decían que el alumno estaba atrapado en Iglesiaqaqa porque había sido conducido por la pushanlla, otros afirmaban que había sido “encantado” por algún genio maléfico. Hubo vigilia en la ciudad por la salud del joven, que por aquel entonces contaría con catorce o quince años de edad, también comentaban que los apus eran los que lo habían “capturado”, se decía también que éstos apus en las noches oscuras conversaban, principalmente Limac Jirka con Warmi Jirka, disputándose al joven y que ya fue encantado por uno de los apus.

 

Se conjeturaron muchas cosas así como miles de ideas en la tarde y ya casi al anochecer casi toda la población marchó a Iglesiaqaqa junto a los dos policías que había por esos tiempos en la Comandancia del Puesto de la Guardia Civil de Marca, al rescate de Joaquín, los hombres formaron una columna de rescate con sogas en mano, escalaron la roca y en el fondo de una las cuevas hallaron a Joaquín, tranquilo, sentado sobre una roca, como si no hubiera pasado nada, causando gran alegría a los pobladores. Un tiempo después Joaquín ante tanta insistencia que le había pasado en Iglesiaqaqa, comentó ante sus más cercanos que había estado en una ciudad lleno de cristales, lunas y espejos, revestidos de oro y plata, en el que había estalactitas y estalagmitas, atendido por mucha gente amable, cuyos recuerdos siempre le venía a la mente con bastante asiduidad.

 

Al retornar al pueblo después de su rescate de Iglesiaqaqa, los pobladores manifestaban que ya no sería el mismo joven y alegre atleta. Al verlo llegar a la ciudad se centraron todas las miradas inquisidoras y los comentarios menudeaban por todas partes y en los días siguientes Joaquín había perdido su alegría, pues se había vuelto introvertido y un tipo taciturno, meses después desapareció de Marca.

Fuente: Historia de Ivo, Autor: José Santos Gamarra Soto

Fotografías: Alcides Soto Gamarra



viernes, 25 de febrero de 2022

 


EL “MANOLETE  MARQUINO”

 

Por: José Santos Gamarra Soto

 


Marco Tulio Virhuez Gutiérrez fue un marquino muy identificado con su pueblo, hombre de probada identidad con su terruño, siempre ponderaba lo mejor para Marca, llegó a ser presidente del Consejo de Administración de la Cooperativa de Ahorro y Crédito San Lorenzo de Marca que funcionaba en la Urbanización Sol de Oro del actual distrito de los Olivos. La Cooperativa de Ahorro y Crédito San Lorenzo de Marca se creó en el año de 1969 en el distrito de San Martin de Porres, por iniciativa de los hijos marquinos amantes de su pueblo, con el Sr.  Pedro Mugruza Méndez a la cabeza quien trabajaba en el Banco Popular por aquellos tiempos. Las Cooperativas de Ahorro y Crédito son asociaciones que velan y procuran el desarrollo y bienestar económico de sus socios mediante los préstamos que otorga, que es el fin supremo de las Cooperativas, los socios en su mayoría eran marquinos.

En Marca, en la década del cincuenta del siglo pasado los partidos de fútbol y las corridas de toros se desarrollaban en la Plaza de Armas, en el que intervenían toreros aficionados como Jorge “Yuca” Gamarra, Marco Tulio “Manolete” Virhuez Gutiérrez por citar solo a dos personajes de aquellos tiempos. Toreros con traje de luces, con banderillas, capas y monteras como en la actualidad no habían, los toreros aficionados que se lanzaban al ruedo solo premunidos con alguna manta, camisa o pañuelo con los que sacaban alguna verónica que era el deleite del público, eso valía más por la valentía, el arrojo y decisión del torero. El público gozaba con las grandes tardes taurinas que se realizaban en la plaza de armas con los toros bravos que bajaban desde las punas de Marca, porque los toros eran realmente bravos muy parecidos a los toros de lidia y las vaquillonas a la que se le llamaba “Cerreras” le sacaban alguna capea y el público se daba por satisfecho de aquella tarde taurina. En la plaza de armas igualmente se realizaban partidos de fútbol con grandes encuentros donde intervenía el Club Sport San Lorenzo de Marca y el Club Flecha.

Recuerdo dichos eventos porque ya cursaba mis primeros años de aprendizaje en el Centro Escolar de Varones N° 1339, el director de la escuela de ese entonces era el profesor Alberto Camino, de grata recordación para la sociedad marquina, se trasladó a Huaraz en el año de 1960; reemplazándolo en la dirección de la escuela el profesor Félix Montenegro Ríos quien ocupó dicho cargo previo concurso en la capital de la provincia de Recuay.


Una tarde de corrida de toros en la plaza de armas con ocasión de la fiesta  patronal de ese año, presencié una interesante y jocosa corrida con Marco Tulio Vírhuez Gutierrez “El Manolete Marquino” y algunos otros aficionados al toreo, años antes en 1947 el torero español “Manolete” de gran recordación en el mundo de la tauromaquia había sufrido una cornada en Linares-España, de un toro llamado “Islero” que lo mandó al cielo, y los aficionados a la fiesta brava del toreo lo recordaban con nitidez y mucha simpatía por ser reciente dicho acontecimiento; por ello lo llamaban a Marco Tulio el “Manolete Marquino” quien capa en mano-de donde se habría conseguido la capa, no lo sabemos-quería torear en la plaza y Marco Tulio tenía cierto parecido con el gran torero español, tenía una figura desgarbada, era flaco y alto, enjuto de carne y huesos, usaba botas y pantalones muy apretados, ya había estado en la capital estudiando la secundaria, regresaba de joven al pueblo cada año por la fiesta patronal, para lanzarse al ruedo como torero, en cada presentación el Manolete marquino hacía de las suyas para  deleite del respetable.

Una tarde taurina le tocó un toro negro como “Poncho Negro” de recia figura, gran peso y de corte bravía, Marco Tulio por el miedo corría delante del toro a grandes zancadas en la polvorienta plaza, cruzaba la plaza de armas de norte a sur buscando guarida entre los espectadores, corría y corría a trancas y barrancas con su patilarga y bien cuidada vestimenta y cuando estaba frente a la baranda se lanzaba ante la muchedumbre, no se sabía si caía de espaldas o de bruces ante la multitud, causando gran hilaridad y júbilo; el público gozaba con las hazañas del “Manolete Marquino”.

Fuente: Historia de Ivo, Autor José Santos Gamarra Soto


jueves, 24 de febrero de 2022

 


NUESTROS MUCHACHOS, VAN A LA CANCHA…

Por: José Santos Gamarra Soto


Corría el año de 1962 cuando llegaron a Marca en visita de excursión los alumnos de la Escuela Primaria de Varones de  Malvas, perteneciente a la provincia de Aija por esos tiempos, lo que motivó que en la Escuela Primaria de Varones N° 1339 de Marca nos preparáramos para su recepción y proveerles una feliz estadía en nuestra ciudad, para ello los alumnos más pequeños de la escuela, fuimos preparados para la barra en los encuentros deportivos, una semana antes del encuentro de fútbol en el campo deportivo de “El Convento”, con cantos y hurras, teníamos que hacer sentir la presencia de ser locales al equipo visitante, el profesor Félix Montenegro Ríos para esa ocasión había  compuesto una canción muy acorde ante las circunstancias que se avecinaba, cuyas letras decía:

                           Nuestros muchachos, van a la cancha

                                     dispuestos a ganar,

                           Son los mejores, de nuestra escuela

                                     que de ellos es triunfar.  

 

                            Alegres compañeros,

                                     jugad sin vacilar

                             Si todos somos unidos

                             La victoria nuestra será.

 

                             Muchachos, quien ganará,

                             Muchachos, quien perderá,

                             Ganará Marca o perderá Marca

                                    Perdiendo, ganará.

 

                              Ay, ay, ay, ay

                              Quién ganará.

                              Ay, ay, ay, ay

                              Quién perderá.

 

Era tal la algarabía por la llegada de los excursionistas, que una hora antes que ingresen los jugadores al campo deportivo de El Convento, junto a mis amigos, juntamos once palitos amarrados como signo fatal para que no puedan correr los jugadores del equipo visitante, esos once palitos eran enterrados en el arco contrario. También se cazaba once grillos cuyas piernas desprendidas fueron enterrados debajo del vertical del arco contrario o entrábamos corriendo por el arco contrario en señal de anotar un gol. Estas manifestaciones inocentes los habíamos escuchado a nuestros padres y algunas personas mayores para que el equipo contrario no pueda desarrollar sus facultades deportivas para alzarse con el triunfo, ¡había que hacer sentir la localía! decíamos, ése era el propósito de nuestra participación antes del encuentro de fútbol.

Finalizada la justa deportiva todos nos dirigimos a la Plaza de Armas, donde el profesor Montenegro silbato en mano y guantes blancos frente a los alumnos, desarrollaba atletismo para los visitantes; short azul, polo blanco, medias y zapatillas blancas era el atuendo de los atletas; como olvidar aquellas piras humanas que se formaban de tres o cuatro cuerpos a veces hasta más; los alumnos más fornidos eran la base del monumento humano, luego los más ligeros, subían a la cúspide de la pirámide, donde un niño levantaba en la mano derecha la bandera peruana, este niño generalmente era Joaquín Gamarra, uno de los mejores atletas que tenía la escuela por esos tiempos, caminaba en forma vertical con las dos manos al piso, boca abajo, se contorneaba en los ejercicios y hacia piruetas en el aire en forma vertical y horizontal, demostrando sus dotes de buen atleta.

Recuerdo ésta canción como si fuera ayer, porque ensayamos mucho antes de la llegada de los excursionistas de Malvas, además porque mi hermano Ciro quien culminaba ese año sus estudios primarios participó en el encuentro de fútbol llevado a cabo en el campo deportivo de El Convento, cuyo resultado arrojó un score final de un triunfo de 2 goles a 1 a favor de la Escuela Primaria de Varones N° 1339 de Marca.

Fuente: Historia de Ivo, Autor: José Santos Gamarra Soto  

 


viernes, 18 de febrero de 2022

 

CAMINATA DIARIA A LA ESCUELA DESDE ICHOCA, CHAUCAYÁN Y PACAR(WASHAHUACTA) – SEGUNDA PARTE

Por: José Santos Gamarra Soto

 



Continúa…....CAMINATA DIARIA A LA ESCUELA…En la década del 50 y 60 del siglo pasado las escuelas de Marca tanto de varones como de mujeres tenían gran cantidad de alumnos, concurrían desde distintos puntos y anexos a estudiar su educación primaria, desde Ichoca, caminaban un gran número de estudiantes entre hombres y mujeres, los días lunes partiendo a las cinco de la mañana rumbo a Marca regresaban a Ichoca los sábados; los ocho kilómetros de distancia que separa Marca de Ichoca, lo recorrían Pedro Silva a quien llamaban “El Ruso” junto a ellos iban los hermanos Eloy, Sergio, Rómulo, Juan e Irene Silva Diego, otro grupo de estudiantes lo integraban Edgardo y Tadea Diego Padilla, Alejandro Diego, Raúl Diego, Raymundo Villanueva, y los hermanos Ezequiel, Valerio y Alejandro Florián Montoya, así mismo caminaban Crisóstomo y Loyola Cueva, entre los más destacados. Desde Chaucayán llegaban a Marca los días lunes muy temprano hasta el sábado Adiberto Santiago, Asenciano Santiago, Moisés Soto, Julio Jesús Riquelme, René Augusto Ruiz, Javier Ramírez Gómez, Demetria Padilla y Edith Padilla Virhuez, Manuel Fabián, Eduviges Fabián, Anselmo Fabián, los otros hermanos eran Juan Fabián y Felipa Fabián Quispe, Marino Padilla Soto, Los hermanos Cosme Padilla caminaban desde Mogote quienes años más tarde formaron una orquesta vernacular.

 

Desde el anexo de Packar y la parte oeste de Marca lugares que comúnmente se le denomina “Wuashahuacta”, llegaban alumnos entre hombres y mujeres desde Ullunto, Huamancayán, Llapta desde donde nuestros compañeros de salón Aguinaldo Fabián y Mélem nos traían Lúcumas, Rancar y Sokotoro. Igual caminaban los alumnos desde Corre Corre, Kochu, Cachín, Mal Paso, Ucrutup, Karatzucu, Shinua, Curcu, Marahuayi, Llahuac, Mayapi, Lucma, Ninarumi, Chinchehuas, Kemish Jircan, Ninahuas, Jancush y Pukcahuayi de esos lugares caminaban alrededor de treinta a cuarenta alumnos entre hombres y mujeres. En total desde los cuatro puntos cardinales más los anexos de Ichoca, Churap y Chaucayán caminaban los días lunes o diariamente entre ciento ochenta a doscientos alumnos entre hombres y mujeres, siendo el cincuenta por ciento de la población total estudiantil de la Escuela Primaria de Varones Nº 1339 y Escuela Primaria de Mujeres Nº 1350; animaban ansias de superación y sana efervescencia para el estudio.

 

Había una leal competencia entre las dos escuelas en cantos y poesías. La Escuela Primaria de Mujeres, estaba situada en la Plaza de Armas, bajo la orientación de la directora Sra. Ana Trinidad de Porcel, profesora a quien la recuerdo con especial cariño, porque ponderaba alimentándome el espíritu y la mente, afirmando que yo era un niño muy inteligente y que llegaría muy lejos porque me había ganado la confianza del profesor Félix Montenegro Ríos, quien me enseñó las primeras letras desde transición a quinto de primaria. Fui el mensajero de los dos directores que habían establecido los sábados culturales por los primeros años del 60, el papel protocolar era mi responsabilidad al invitar a la Directora, las profesoras y alumnas de la Escuela Primaria de Mujeres N° 1350.

 

Esos sábados culturales, me formó intelectualmente por el alto nivel educativo de sus programas, con asistencia inclusive de autoridades y padres de familia, que a la fecha se ha perdido el nivel cultural. La Directora de la escuela era una señora muy fina y elegante, me gustaba visitarla, por especial encargo de mi profesor y director, cual embajador plenipotenciario y extraordinario, con educación y seguro de mí mismo, en posición de firmes, me presentaba frente a la Directora para manifestarle, con voz firme y varonil:

 

          - ¡Señorita Directora, los alumnos de la Escuela Primaria de Varones Nº 1339, se encuentran formados, esperando a las niñas de la Escuela Primaria de Mujeres Nº 1350 listos para comenzar con la actuación central! Ella, muy atenta me respondía:

          - “¡Comunica al señor Director, que en cinco minutos estamos partiendo!”.

 

Luego del saludo protocolar y la invitación correspondiente regresaba raudo a mi escuela, para comunicarle a mi Director, que las niñas estaban en camino para la actuación. Las ceremonias eran todos los sábados en el auditorio de la escuela de varones que quedaba en el jirón Alfonso Ugarte, junto al río, local que no contaba la escuela de mujeres, ellas formaban en la plaza de armas y no había mucho espacio para ésta clase de eventos sabatinos. En cambio en la escuela de varones había mucho espacio y se había construido un inmenso salón de actos que era donde siempre se desarrollaba los eventos culturales. Estas actividades habían generado tal competencia con cantos y poesías expresamente preparados para cada sábado que los asistentes se retiraban muy gustosos. Ambas escuelas celebraban la fechas cívicas del calendario escolar, en especial, el Día de la Madre, en cuya ceremonia fungía como maestro de ceremonia, así como en las demás actividades y declamaba poesías como número central de la actuación.

 

Mamá Ellpicha asistía ataviada con su mejor vestimenta para la ocasión: saya negra, monilla rosada, lliclla roja, con sus trenzas largas y sombrero adornado de flores silvestres, se sentaba en primera fila, como mi invitada de honor, un recuerdo que me viene a la memoria, cuando estudiaba el cuarto año de primaria abrí la ceremonia exclamando:

 

            - ¡Señoras y señores, muy buenos días, vamos a celebrar el Día de la Madre, y, como primer número entonaremos las sagradas notas de nuestro Himno Nacional!

            - Y daba la orden: A mi voz: ¡1, 2, 3!

 

El Himno Nacional era entonado a viva voz, al finalizar el canto con timbre de orgullo decía: ¡Viva el Perú! grito que se escuchaba en toda la apacible ciudad de Marca, hasta los lugares de Tirijirca y Chihuis  ¡Qué tiempos aquellos!. A esa hora, en la ciudad había calma y solemnidad. Luego, se entonaba el Himno de la Escuela, compuesto por el profesor Lucio Cubillas Tolentino, un maestro que muchas veces había hecho caminar de rodillas en el patio de la escuela a los alumnos desaplicados o a los que llegaban tarde, cuyos cocachos y palmetas recuerdan muchos alumnos; era músico y director de las banda de música de la Escuela, caminaba por las aulas, por las calles, por las chacras, por los caminos, siempre cantando y tarareando alguna nueva canción que le venía a la mente; el himno de la escuela se cantaba obligatoriamente todas las mañanas después del Himno Nacional, cuyas letras guardo en el cofre de mis recuerdos:

                        Nuestra Escuela 339

                 forja en sus aulas, lo mejor de la Nación;

                 dándole temple a sus corazones

                 de su selecta y noble juventud.

 

                 Tú me enseñas, amar a mi Patria

                 tierra de los Incas, el magnífico sol

                 viva esa lumbre, con que iluminas

                 la mente de la muchachada de hoy.



 

Me gustaba recitar poesías en cuantas actuaciones que se realizaban, cada año ocupaba el primer puesto en aprovechamiento, mi adorada madre siempre me acompañaba muy complacida por lo que hacía su hijo y era la que recibía de mis manos el diploma que me entregaban por ocupar el primer puesto, sintiéndose orgullosa por las declamaciones que le brindaba, recuerdo cuando estaba en transición a la edad de seis años, recité mi primera poesía y antes de que subiera al estrado, mi profesor Félix Montenegro, en actitud paternal me arregló el pantalón que lo traía muy raído y sin correa, recordándome que en el salón de actos estaba mi mamá y que recitara con voz muy fuerte y clara, de cuya poesía recuerdo solamente el primer verso:

                - Mi Mamá chiquita.........mi Papá grande.....

 

Pero lo que más me impactó fue la canción:

 

                Madre querida, al ofrendarte,

                          este tributo

                Con el fervor de mi alocada

                          Inspiración

                 Quiero que sepas, madre mía,

                          con certeza,

                  La honda pena que taladra

                           el corazón.

 

                  Cuántos recuerdos ya lejanos,

                           madre mía

                  De aquel pasado que jamás

                           ha de volver.

                  Cuán inquieta, vigilabas

                          noche y día,

                 Con tu cariño, maternal

                          a mi niñez.

Con los años me fui convirtiendo en un elemento de apoyo de mi profesor, quien me fue encomendando más responsabilidades y ganando el respeto de mis compañeros de estudios. “Dictaba” muchas veces las clases, cuando salía mi profesor, específicamente desde el segundo hasta el quinto de primaria, año en  que me otorgaron la Beca, ocupando el primer puesto en el Orden de Méritos, hecho que me sirvió para ir a estudiar al Colegio La Libertad de Huaraz. Desde mis nueve hasta los doce años que terminé la primaria fui consolidando mi personalidad, para ello mucho tuvo que ver mi profesor “Monticho”, gran artífice de muchas generaciones, al que le guardo especial cariño y gratitud por haberme formado desde mi niñez.

Ruego me disculpen por omitir más nombres de Caminantes a las Escuelas.

Fuente: Historia de Ivo, Autor: José Santos Gamarra Soto