lunes, 23 de agosto de 2021

 

VESTIMENTA DE LA MUJER MARQUINA

Escribe: José Santos Gamarra Soto


Según nuestra historia la mujer marquina es una síntesis de la raza autóctona y de la sangre española, siendo la corriente sanguínea de nuestras antiguas tribus o ayllus de Paracmarca, Jacamarca, Pircaymarca y Chaupismarca la que prevaleció y que subsiste hasta la actualidad, dentro de aquello es marcada la profunda influencia de la sangre castellana y en ésta parte parece predominar la gracia morena y el donaire sevillano, no se puede olvidar que el pueblo de Marca, era el paso obligado en la época colonial y republicana de las huestes españolas y conquistadoras, posteriormente, de los pobladores del Callejón de Huaylas y el Callejón de los Conchucos.

En la etapa republicana las tropas de Bolívar, Santa Cruz y San Martin con el Coronel Campino como su enviado especial al Callejón de Huaylas fueron el paso obligado por Marca, aquellos conquistadores fueron los primeros en llegar con sus tropas y soldados, recibidos y atendidos todos ellos con esmero dentro de la generosidad y hospitalidad que caracteriza al poblador marquino. No olvidemos que los primeros castellanos que pasaron por el valle de Marca fueron Hernando Pizarro y Miguel de Estete en su viaje de Cajamarca a Pachacamac, como consta en las crónicas de éste primer cronista, quienes fueron dejando huellas de su sangre en los habitantes de Marca, en especial las mujeres, quienes tienen mucho de moriscos y de gitanos; caracteriza a las marquinas su talle y su gracia, así como su andar y su garbo.


La vestimenta de la mujer Marquina, reconocida en el ámbito nacional e internacional es la más típica representación en su género en la parte occidental del departamento de Ancash, vistosos y vivos colores le dan una característica especial que unido al donaire y talle delgado de sus mujeres, de cintura estrecha y caminar cimbreante, salen airosas de cuantos eventos se les presenta en su rutina diaria. Su vestimenta mantiene el colorido que llevan sobre el cuerpo las muchachas de Sevilla, algunas usan trajes largos con blondas y bobos flotantes de telas labradas y multicolores emulando a  las blondas de los vestidos de las sevillanas en el tiempo de los godos y las blondas que llevan en las muñecas son muy parecidas a las que se usaba en vestidos de gala en los grandes banquetes que se daban en los salones versallescos de los francos en la época de los Luises en el siglo XVIII.

Caracteriza a la vestimenta, el remate desde la cintura con el faldón llamada saya de color negro y un justan blanco inmaculado que le da pureza principalmente a las jóvenes solteras; ellas, usan camisones o blusas con monillas de distintos colores, con hermosos flecos en las botamangas, adornados de trensillas; la lliclla de castilla de diversos colores ribeteada con cintas labradas, estampadas o de terciopelo; el sombrero de paja “hormado” a la terciada, para llevarlo con aires rumbosos por las jóvenes doncellas quienes usan dicho sombrero a la “pedrada”, el pañuelo de seda que es infaltable en la cintura y de distintos colores como destacando más la brevedad de esa cintura de hormiga fina.


Cuelgan hermosos collares o “huaccllas” de su cuello y llevan zarcillos largos de canastilla o zarcillos cortos según sea el caso y ocasión. Hay tanta afición a estos adornos que las muchachas demoran horas en alisarse y estar listas y lindas para salir con su vestimenta nueva a la ciudad o al campo. Llevan flores en su sombrero de copa alta y cinta ancha de color negro, y encima de las orejas flores silvestres y frescas. La mujer marquina tiene un amor obsesivo por las flores, las flores del campo son como sus hermanas. Si no son claveles o rosas las que ostentan todos los días, han de ser la llima llima, el pullu pullu, el cantu, el lirio, el koyri o el amancae de los campos. La mujer marquina con pasos gráciles y ondulantes recorre los caminos de herradura, las laderas de los cerros, detrás de sus animales y llegan a la ciudad en horas de la tarde con sus animales portando estas flores y atraviesan las calles de la ciudad rumbo a su domicilio.

Modelo: Esthercita Bustamante Gamarra