domingo, 6 de marzo de 2022


LOS COCACHOS Y PALMETAS DE MI ESCUELA -  

LOS “CUCHI WACHATZECKS”…

 

Por: José Santos Gamarra Soto

 


En el traspatio o parte posterior de la Escuela Primaria de Varones N° 1339 de Marca por los años 50 del siglo pasado existían varios frondosos árboles de membrillo a orillas de los huertos escolares donde se sembraban flores, cebollas, rocotos, culantros, yerba buena y chincho; las flores del membrillo eran una belleza observarlos en épocas de lluvia, y en tiempos de verano los tallos se veían secos y robustos, el tallo tierno y seco de éstos membrillos era usado por los profesores como material de enseñanza en la pizarra que los alumnos llamábamos “puntero”, a su vez en algunas oportunidades se convertía en un instrumento de castigo, dada su característica. Al profesor Lucio Cubillas Tolentino, le gustaba revisar el puntero, le daba doblez una y otra vez al tallo seco, delante de algunos alumnos, como recordándoles que servía para castigarles a aquellos alumnos que llegaban tarde, los que no iban a clases o los que se portaban mal dentro de ella.

 

En las primeras horas de la mañana antes del ingreso a la escuela, a partir de las siete y media se tocaba la corneta, un alumno conocedor de estos menesteres tocaba desde la explanada del segundo puente de Marca al que le pusieron de nombre puente Chinchay, en otras oportunidades tocaba la corneta subido a una piedra, a orillas del río, cuyas notas se escuchaba en todo el pueblo, su eco llegaba hasta dos o tres kilómetros de distancia, en la cima de Chiuis era escuchada nítidamente, después de quince minutos, tocaban la campana, como último aviso del ingreso a la escuela, luego cerraban el inmenso portón con aldabas en alto relieve que tenía el portón desvencijado de color verde oscuro, aquellos alumnos que no llegaron a la hora señalada, tenían que formar una larga fila de tardones e ingresar con la mano bien extendida para recibir, ya sea un correazo o un fuetazo con el  puntero de membrillo que dolía más que la correa, ambos ocasionaban un dolor muy intenso y si la tardanza se repetía tanto en la mañana como en la tarde, recibía entre cinco a diez fuetazos según sea el caso.


Ya en clases o los recreos, niño que se portaba mal era “saludado” con un fuerte porrazo o cocacho del profesor Lucio Cubillas Tolentino, que tenía especial cuidado en castigar con los nudillos de su mano derecha, parecía una porra o un mazo, cuyo dolor tenía efecto retardado. En oportunidades usaban unas maderas como palmeta para el alumno que no guardaba la compostura dentro del plantel o eran desaplicados.

 

Por aquellos tiempos nadie quería ser analfabeto y todos los niños en edad escolar así sean mayores era matriculado por sus padres sea varón o niña y si dejaban de asistir a la escuela los moteaban llamándolos:

 

      ¡Faltón!, ¡Maltón!  ¡Cuchiwachatseck!, ¡Check!, ¡Check!...

        (Cuchiwachatseck significa “Padrillo de las chanchas”).

 

Por aquellas épocas algunos alumnos a falta de medios económicos o por la desidia de sus padres no continuaban sus estudios en la escuela, argumentaban “a mi hijo no le gusta el estudio”, motivo por el cual el profesor Félix Montenegro Ríos los  hacía llamar a los padres de los niños para ofrecerles la oportunidad, así sean mayores de edad.  Recuerdo cuando tenía nueve años de edad cursaba el segundo año de primaria, algunos de mis compañeros ya eran mayores, contaban con  veinte o veintiun años de edad como Mariscot Padilla a quien llamábamos  “Mallico”, Antonio Garro “Kokotillón”, Calixto Fabián “Calicho”, Juan Silva “Pokushqa” y Saturnino Carrión  “Shatucuru”, quienes eran jóvenes muy altos al lado mío, alguno de ellos ya usaba bigotes, la sola presencia de ellos en particular, me daba un poco de temor, puesto que tenía que ordenarles que se porten bien en el salón de clases, mientras mi profesor salía.

 

El profesor Montenegro tenía especial atención que sus alumnos estudien y concurran a la escuela todos los días, habían algunos alumnos desaplicados y faltones a quienes se les llamaba “Cuchi Wachatzecks”, eran los que no querían ir a estudiar a la escuela, alguno de ellos eran mis compañeros de salón como Simeón Méndez “Zímita”, Elmer Gamarra, Próspero Gamarra “Llody”, Porfirio Silva el popular “Wiushu” y Jaime Aquino el “Michi” ya fallecidos éstos dos últimos en la actualidad, eran alguno de ellos, les gustaba estar en el campo y si iban a la ciudad porque sus padres le enviaban a la escuela se hacían “La vaca” en la ciudad, deambulaban comiendo sus alfeñiques y panes. A quienes por encargo de mi profesor y acompañado de dos alumnos fornidos, Kokotillón y Shatucuru hacíamos una “redada” por el perímetro de la ciudad, al vernos que nos acercábamos hacia ellos, emprendían veloz carrera por las calles de la ciudad, teníamos que corretearlos, “capturarlos” y llevarlos a la escuela, para que asistan a sus clases previa reprimenda del profesor.  

Fuente: Historia de Ivo Autor: José Santos Gamarra Soto


jueves, 3 de marzo de 2022

 *****HECHOS HISTÓRICOS DE MI TIERRA*****

JOAQUIN GAMARRA, “EL ENCANTADO” DE IGLESIAQAQA…

 

Por: José Santos Gamarra Soto


En la Escuela Primaria de Varones N° 1339 de Marca por el año de 1958 los profesores y alumnos de los últimos años programaron una visita en excursión a Iglesiaqaqa, sitio arqueológico que guarda los secretos enigmáticos de los primeros habitantes de nuestro pueblo y ser parte de nuestra historia, lugar muy visitado por todo marquino hasta la actualidad. Sitio arqueológico ubicado a una distancia considerable de la ciudad que es considerado como uno de los mejores lugares donde se conserva los vestigios de nuestros antepasados y que hasta hoy perduran a pesar del paso de los años,  estos paseos siempre se hacían a los sitios arqueológicos considerados turísticos del distrito, este lugar se llama así porque la inmensa roca tiene la forma de una Iglesia, situada al pie de Wawayoc Jirka, otro de los centros arqueológicos que circundan a la ciudad de Marca, más al noreste hacia abajo está Hueylla y Cuchimaché y hacia el sureste Píhuich y Canchahuás, de fecundas tierras de cultivo.

 

Joaquín Gamarra era hijo de Gaudencio Gamarra y Lola vivían en Acatana, por los lugares de Washahuacta, él tenía dos hermanas, una, la mayor llamada Lupe y la otra hermana se llamaba Magda; desde Washahuacta iban al colegio todos los días a estudiar la primaria. El día de la excursión Joaquín, demostrando sus aptitudes de buen atleta y escalador de montañas, trepó el edificio rocoso de cuatro a cinco pisos, con montículos de rocas, árboles silvestres, tierra y mucha espina. La hazaña fue rápida y fácil para él, todos quedaron asombrados al ver como Joaquín con singular destreza había subido la inmensa roca en forma de una iglesia.

 

El problema fue cuando no pudo bajar del mismo alguno de sus compañeros decían que no quería bajar, algunos otros decían que al llegar a la cúspide de la roca había caminado hacia el fondo por un hermoso camino y  recibido por los gentiles quienes le ofrecieron descanso y comida por su esfuerzo, luego del cual se quedó dormido sentado en una roca y posteriormente “encantado”, por ello no contestaba ni se asomaba al requerimiento de sus compañeros quienes lo llamaban asustados para que baje de aquel lugar, pasaron los minutos y las horas y no se veía a Joaquín bajar de la inmensa roca llena de espinas, nadie se atrevía a subir a Iglesiaqaqa por lo dificultoso en subir a la roca, además por lo enigmático que se veía a simple vista y era temido por más de un poblador siempre se tejían cuentos y leyendas de hombres y mujeres sobrenaturales que “encantaban” a sus víctimas en caso se atrevían a profanar sus instalaciones; en vista que no salía ante el llamado de los alumnos y profesores que ya estaban desesperados, empezaron a tejerse ideas sobrenaturales como que el duende lo había tocado, que los gentiles lo habían atrapado; cansados y angustiados después de varias horas, algunos de ellos  regresaron a la ciudad a dar cuenta del hecho.


Enterados los pobladores se reunieron en la Plaza de Armas, miraban hacia el lugar de los hechos con la esperanza de escuchar alguna notica de los emisarios sobre el alumno, ya que el lugar dista entre tres a cuatro kilómetros de la ciudad. Las personas mayores decían que el alumno estaba atrapado en Iglesiaqaqa porque había sido conducido por la pushanlla, otros afirmaban que había sido “encantado” por algún genio maléfico. Hubo vigilia en la ciudad por la salud del joven, que por aquel entonces contaría con catorce o quince años de edad, también comentaban que los apus eran los que lo habían “capturado”, se decía también que éstos apus en las noches oscuras conversaban, principalmente Limac Jirka con Warmi Jirka, disputándose al joven y que ya fue encantado por uno de los apus.

 

Se conjeturaron muchas cosas así como miles de ideas en la tarde y ya casi al anochecer casi toda la población marchó a Iglesiaqaqa junto a los dos policías que había por esos tiempos en la Comandancia del Puesto de la Guardia Civil de Marca, al rescate de Joaquín, los hombres formaron una columna de rescate con sogas en mano, escalaron la roca y en el fondo de una las cuevas hallaron a Joaquín, tranquilo, sentado sobre una roca, como si no hubiera pasado nada, causando gran alegría a los pobladores. Un tiempo después Joaquín ante tanta insistencia que le había pasado en Iglesiaqaqa, comentó ante sus más cercanos que había estado en una ciudad lleno de cristales, lunas y espejos, revestidos de oro y plata, en el que había estalactitas y estalagmitas, atendido por mucha gente amable, cuyos recuerdos siempre le venía a la mente con bastante asiduidad.

 

Al retornar al pueblo después de su rescate de Iglesiaqaqa, los pobladores manifestaban que ya no sería el mismo joven y alegre atleta. Al verlo llegar a la ciudad se centraron todas las miradas inquisidoras y los comentarios menudeaban por todas partes y en los días siguientes Joaquín había perdido su alegría, pues se había vuelto introvertido y un tipo taciturno, meses después desapareció de Marca.

Fuente: Historia de Ivo, Autor: José Santos Gamarra Soto

Fotografías: Alcides Soto Gamarra