KILLIKSHA
En la transparencia de un cielo
límpido,
un susurro hipnótico transita mi
mente,
y candente tu nombre,
enrrumba por las arrugas de mi
frente,
se filtra en mi pensamiento
el vuelo audaz de la killicsha,
y se retrata en la retina de mis
ojos,
la zambullida para atrapar sus presas.
Te imagino y te deseo,
compañera de azares,
vuelo de las sombras de mi tarde,
el fulgor de tu cuerpo me acompaña.
El grito armónico de tu alma
me canta baladas de pichichancas,
que embriagan golpe a golpe,
los latidos de este viejo corazón.
Cuando te recuerdo las pinceladas de
tu vuelo,
de tu ser sensitivo,
dibuja y perfilas la ansiedad de tu
existencia.
Que lastima que miraras
Mi pío pío recién nacidos
necesidad del hambriento,
de comer del bocado que le alimenta.
Comparto contigo,
el espíritu emocional del
sentimiento,
y navego en el mismo espacio,
desde Marahbuay y Rosaspampa hasta
Cochacar
que enfrenta al hombre, al
conocimiento,
con el mismo genio y el mismo viento.
Esa brisa auroral que nace del
espíritu,
ese viento fugitivo que cauteriza el
alma,
se siente en lo más profundo de tu
esencia.
Me aleo a tu pensamiento, a tu
creencia,
a la fuerza de tu espíritu,
al movimiento de tu cabeza,
a tus ojos, a tu pico mortífero, y tu
mirada,
y hasta el revoloteo de tus alas.
Dejándote libre
en tu vuelo sibilino,
tu, magistral cernícalo,
discípulo del gavilán o rucus
¿Quién pudiera volar contigo?
ser el aire que te sustenta,
o esa pluma timonera,
que traza el rumbo de tu vuelo
infinito.
Quien fuera la Luna para verte,
el Sol para acariciarte,
el lago para poseerte,
el río para beberte.
En la transparencia de mi cielo
oscuro,
agazapado en el sigilo de la tarde,
un susurro, me grita
tu presencia mortífera y rapaz.
José Santos Gamarra Soto
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