PEJERREY DE FRANJA PLATEADA
del Río de Marca
Por: José Santos Gamarra Soto
Hace tres años me encontré en Marca, Recuay, Ancash, con mi amigo y promoción Benigno Padilla, en nuestra época de estudiantes lo llamábamos “Anca Nuna” por ser natural de Anca. Al encontrarme con mi amigo la nostalgia por el pasado se agolpa en mi memoria, mi niñez, mi Cochacar, mis padres y mi hermano Ciro, la escuela, la casa de mi abuela Tomasa, mis compañeros de Escuela, mi profesor Monticho, ocupan un lugar preferente en mi vida. Quisiera contar mis travesuras llenas de inocencia y muchos sueños concebidos en el silencio de las noches, ahora algunos de ellos materializados y de aquellos años, uno de mis tantos recuerdos está la pesca de pejerrey en el río de Marca, que realizaba con mi amigo Benigno Padilla, como refiero, era mi compañero de estudios, natural de Anca.
Anca Alta está situado a seis kilómetros al sur de Marca aproximadamente, desde allí caminaba a la ciudad Benigno todos los días a la escuela en compañía de sus hermanas Guillermina y Etelvina. Benigno era mi mayor por tres años, estudiábamos en el mismo salón, éramos compañeros de clase y muy amigos; un día acordamos ir de pesca y encontrarnos en el río, a la altura de Anca Alta, para pescar pejerreyes, como producto de nuestros acuerdos a partir de esa fecha teníamos que salir a pescar pejerreyes todos los domingos.
En Cochacar, para cada domingo convocaba a mis primos Máximo y Hermógenes ellos, llegaban desde Marca en visita dispuestos a emprender tal aventura por el río hasta Llamacascón, ocho a nueve kilómetros hacia el sur, premunidos cada uno con nuestras ondillas, nos adentrábamos al río en Cochacar, eran los meses de junio y julio…hasta noviembre, el caudal del río ya no era el mismo de la estación de invierno, caminábamos hacia el sur río abajo, pasando por Higos, Kosma, Muña Jircan, Tacar, Mal Paso, Wacraqaqa y llegamos a la altura de Anca, donde nos esperaba Benigno sentado en una inmensa piedra que había en medio del río, con él sumábamos cuatro los aventureros en busca de pejerreyes de río. Estos pescados de río abundaban por aquellas épocas, eran grandes y alargados, en cada costado tenían líneas plateadas, siendo los machos los más alargados. Lamentablemente no tuvimos estuarios o lagunas de agua dulce para evitar su extinción, en la actualidad ni se conoce el pejerrey de río.
En la región andina la diversidad de peces es poca, uno de ellos es el pejerrey de río, existía en la parte sur de la ciudad por tener aguas no muy frías, mientras que las truchas existían en la parte norte de Marca. El sur tiene el clima más cálido, en cambio hacia el norte a partir de Aliso, Putaca o cerca de la laguna de Mantzarán, la altitud llega de cuatro a cinco mil metros sobre el nivel del mar. Las truchas necesitan ciertas condiciones de ambiente acuático para sobrevivir de manera óptima como altas concentraciones de oxígeno y aguas torrentosas como la de Aliso y Putaca a más de tres mil metros y navegan contra la corriente como el Salmón, en cambio al sur de Cochacar no hay truchas, sino pejerreyes. Pescábamos una buena cantidad de pejerreyes, con anzuelos hechos con el tallo o la raíz del sauce.
Orillan el río abundante sauce blanco y el sauce llorón, que son de estructura corpulenta, su habitad de los sauces es la humedad, hacia el sur en el rio de Marca, había gran cantidad de estos sauces; crecen hasta diez metros de altura, de corteza gris oscuro con grandes surcos, ramas sedosas y delgadas. Estos sauces se utilizan como antiinflamatorios, sirven para curar el reumatismo, problemas estomacales, dolores de cabeza y musculares. Los tallos secos sirven para encender el fuego, sus raíces se ramifican a grandes distancias de cuyas puntas fabricábamos con mis amigos las “trampas” que eran los anzuelos para pescar pejerreyes.
La pesca era hasta muy tarde y regresábamos con gran cantidad de pejerreyes bajo el brazo, ensartados en la raíz o el tallo del sauce, cazando otra buena cantidad de “Ninacas”, que tienen algo de torcazas y palomas serranas; el bello canto de las Ninacas atraía a mis amigos, no solo era su canto melodioso sino su figura, de plumaje grisáceo; los machos lucían un collar blanco en la nuca con plumas verde bronceados, cola gris oscura con banda negra, pico negro y gris, patas rojo púrpura y uñas negras. Varias Ninacas criábamos en Cochacar con mi hermano Ciro, que habían sido cazados en sus nidos cuando eran pichones, éstos, andaban en la casa como mascotas y no se iban a pesar de tener las alas crecidas para emprender el vuelo.
Al llegar a Cochacar, nos repartíamos los pejerreyes
en partes iguales. Ese día se comía pescado en casa. Esta singular aventura, el
tiempo ha soldado amistades fraternas como el que mantengo con mi amigo y
promoción Benigno Padilla el popular “Anca Nuna”…
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