jueves, 16 de noviembre de 2023

 

CUANDO UNO PAGABA POR LEER

Ahora hay que regalar libros, y no los leen… 

Por: José Santos Gamarra Soto

Sin duda, en la vida de un ser humano existen grandes acontecimientos, algunos son de las buenas y también los hay de las otras. Corría el año de 1966 cuando me matricularon al segundo año de media en el colegio Guillermo E. Billinghurst de Barranca, gran acontecimiento para mí, puesto que el primer año de media lo había hecho en el histórico y emblemático colegio La Libertad de Huaraz. Al llegar a Barranca, adquirí notables cambios en mi perspectiva de adolescente, el ritmo de la moda y los cabellos largos, así como los hippies se imponían en el mundo por aquellos años. 

Aquellos que tuvimos como infancia y adolescencia las décadas del 60´ y 70´ fuimos actores de eventos y sucesos que nuestros progenitores no podrían ni soñar, fuimos testigos muy especiales por ser los primeros de un cambio muy profundo en la tecnología que dieron lugar a la actual vida moderna. Somos la última generación que aprendimos a jugar en la calle y en los recreos de nuestra escuela primaria y colegio secundario, jugábamos a las bolitas o canicas, a las escondidas, al trompo, la canga, el run run, el bolero, el avión o “mundo” y tantos otros juegos que hoy solo quedan en el recuerdo. Somos de esa generación que mandaba cartas a las enamoradas hechas a puño y letra, que bailaba las baladas muy pegaditas, de aquellos que iban y regresaban a pie a la escuela primaria y al colegio, que coleccionaba bolitas de canicas, que hizo juguetes de papel con sus propias manos.

Somos además la última generación que escuchó las novelas y los programas en la radio de nuestros padres y abuelos, somos aquellos que alquilamos a 0.10 o 0.20 centavos de sol de oro para leer revistas en los mercados. Lo hacía a la edad de catorce y quince años de edad al costado del mercado modelo de Barranca que estaba en construcción; a veces había ofertas para leer dos revistas por 0.30 centavos de sol de oro, que en realidad eran novelas de Corín Tellado y otros autores del momento, libros no se alquilaban, era difícil hacerse de un libro y leer por lo caro que costaban. Había unos toldos al costado del mercado modelo de Barranca, el que se estaba construyendo, en aquellos toldos alquilaban las revistas para leerlos parado o sentado en una banca. Alguna de esas revistas eran historietas y algunas otras de aventuras, era fácil para mí estelarizar los personajes de “Condorito”, de “Juan Sin Miedo” y el “Llanero Solitario” con su caballo “Plata” que eran de mi preferencia.

Fuimos los últimos en escuchar música en los discos de acetato, aquellos pequeños discos de 45 rpm y los grandes LP de 33 rpm, comenzamos por primera vez a grabar nuestra propia música en casets de cintas enrollables y pudimos ver también desde los años 75´ y 76´ por primera vez (las veces que queríamos) películas en Betamax que aparecieron en un formato creado por Sony, la idea del fabricante japonés era crear un estándar, pero le salió un competidor, el JVC que prefirió crear su propio formato llamado el VHS compitiendo ambas empresas en el mercado.

Somos los orgullosos pioneros del walkman, y los CD's. Vivimos la época dorada de la televisión en blanco y negro con el Panamericano de canal 5 como noticiero, y América Noticias de canal 4 allá por el año de 1968, posterior a ello las primeras caricaturas a color en t.v.. Lloramos con Mundo de Juguete, Heidi y nos moríamos si no llegábamos a ver La Familia Partridge, fuimos testigos de las aventuras de Marco, Meteoro, Astroboy, El Gran Chaparral, Perdidos en el Espacio, el Crucero del Amor, y el humor sano y de mucha simplicidad de Chespirito y el Chavo del ocho, Ensalada de Locos, Cantinflas, Resortes, Carabina de Ambrosio, etc. y etc.

Eran aquellos tiempos: Cuando uno pagaba por leer…


 


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