Por: Jorge
Victorino Tolentino Gamarra.
En épocas muy remotas vivía en la puna un mujer sola;
tenía muchos animales y casas. Una noche, cuando la mujer se hallaba en
profundo sueño, fue despertada por la conversación de los cerros Limac – Jirca
y Apu Jirca.
Aquel decía a este: “¡Apujirca Shey!, ¡quellaman
ullhuacacami, fiambreta micunapacc!” (Apujirca, ven hacia mí para comer mi
fiambre). Apujirca acudió a la llamada y cuando estuvieron juntos, Limacc –
Jirca, señalando la casa de la mujer, dijo: “Taquechomi fiambrintzic, acu”
(Allá está nuestro fiambre, vamos).
Al escuchar esta conversación, la señora se levantó
azorada e inmediatamente huyó al pueblo de Marca, diciendo antes:
“Huillquequecca allí tzintzu, allí muña micushccam” (tu nieta está alimentada
de un buen huacatay y buena menta), y contó a toda la gente lo que había pasado.
Al día siguiente al volver a su casa, encontró sus ollas rotas, sus cosas en
desorden y sus animales muertos. Ambos cerros, destrozaron todo cuanto hallaron
en ese lugar para saciar su hambre.
Tal vez también ahora, en noches de soledad, se escucha
la misteriosa voz de esos cerros.
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