lunes, 31 de julio de 2023

 

*****COSTUMBRES Y TRADICIONES DE MI TIERRA*****

EL NOBLE “CASHANO”

Escribe: José Santos Gamarra Soto

Esta historia ocurrida entre los años de 1950 a 1960 en el distrito de Marca, provincia de Recuay, departamento de Ancash, es ya un clásico de la literatura marquina; por aquellos años existía un personaje muy singular llamado “Cashano”, lo llamaban así al buen Casiano Camones Cubillas, era un familiar un tanto lejano, era muy cariñoso con la familia, cuando llegaba a la casa de mi abuela paterna la llamaba “Mama Juana” a mi abuelita con cierto aire familiar. Casiano era hermano de Amadora Camones y vivían en el barrio de Pircaymarca, era un buen hombre, de corazón muy noble, analfabeto, en las fiestas de Corpus Cristi en la danza de los Huancos cada año le gustaba bailar de “Alguacil” al que muchos años antes en el pueblo de Marca se le llamaba como “Autor”.

Este Autor o Alguacil baila con un pequeño poncho multicolor y un sayal, sombrero de paja adornado con plumas de pavo real, máscara de alambre con rasgos de mujer, yo veía con inmensa devoción dicha festividad porque me gustaba mucho, el que se realiza entre los meses de mayo y junio de cada año. Casiano, preparaba los garrotes y el broquel para la danza de los Huancos desde meses antes. El Alguacil junto a los Caporales son los que ponen orden durante el baile. Tenían mucho trabajo durante el año, los Caporales eran representados por don Gamaniel Gamarra por el barrio de San Cristóbal, don Nolberto Cueva por el barrio de Pircaymarca, don Eudonio Gamarra por el barrio de Jacamarca y don Camilo Cubillas por el barrio de Chaupismarca, eran los Caporales de los cuatro Ayllus de Marca los más representativos para este baile; la contratación de don Roberto Padilla Gómez a quien llamaban “Llupico” con mucha anticipación como pincullero de dicha festividad era la seguridad de una buena fiesta de Corpus Cristi.

Cashano, llegaba a la casa de mi abuelita Juana y le comentaba como se desarrollaría la fiesta de Corpus Cristi en ese año, como a mi abuela le había dado la enfermedad de glaucoma, le quitó parte la visión a los dos ojos, por ello mi abuelita Juana no veía casi nada, pero si escuchaba a la perfección, entonces cuando Cashano le comentaba los preparativos de la fiesta lo escuchaba con mucha atención y le daba recomendaciones y consejos, indicando que debería hacer tal o cual cosa.

Yo escuchaba atentamente lo que pasaba, sin intervenir por la edad que tenía. Cashano, no había tenido la suerte de ir a la escuela, pero era un hombre muy noble, a tal punto que a veces, actuaba como un niño. Le daba las quejas a la abuela Juana de las cosas que le pasaba, a veces con voz afligida, entrecortada y llorosa, luego de los consejos, se retiraba más reconfortado, tenía un poco más de treinta años.

Una tarde le comenta a mi abuelita Juana que desea tener mujer, que ya ha conversado con la susodicha, y que está de acuerdo:

                   - Mama Juana, mama Juana…warmy tam muná…pokushka namká - Abuelita Juana,

                     Quiero tener mujer, ya soy mayor – Le decía a mi abuelita Juana.

                   - Pihuantac…táreta munanki? - ¿Con quién te quieres casar? le preguntaba la Abuela.

                   - Claudinam jutin…Huayllapampa warmy…Se llama Claudina, es de Huayllapampa.

Unos meses más tarde se casaron a la usanza del lugar con la bella Claudina. Cashano andaba en un pie, muy feliz, y se establecieron en Chinchipe, anexo de Huayllapampa, desde Marca caminaba cerca de veinte kilómetros de distancia cada día, en el día trabajaba en Marca y en las tardes se iba a Chinchipe donde dormía con su mujer y sus menores hijos, vivían muy felices. Como se sabe en Marca, hasta la actualidad, algunos agricultores antes de ir a la chacra o de regreso de ella, toman su washku -licor casero- en alguna taberna de la ciudad.

Una tarde estando él con muchas ganas de ver a su mujer, se había tomado su washcu con algunos agricultores en la tienda de “Capitán Frotacho” le decían así a don Frotacio Enríquez quien tenía una taberna en el barrio de Mitana, antes de salir con destino a Chinchipe; ya medio oscuro, se fue a toda prisa, silbando su huayno pasando por Mitana, Kakahuas, Agua Bendita, Mayapi, Marawayi, Curco, Shinua, Ninarumi, Chinchehuas, Pacar, cruzó el río Trompón, luego subió hasta Chinchipe, era una caminata de casi dos horas diarias. Pero ese día se retrasó un poco más de la cuenta, salió a las siete de la noche rumbo a su casa, estaba medio borrachito, vivía muy enamorado de su mujer, tenía en mente sentir las caricias esa noche de ella, por eso el apuro de ese día, se fue silbando y cantando a su casa.

Cuando al llegar a su casa grande fue su sorpresa, encontrar a un fulano que salía a toda prisa, por el corral posterior, Cashano con la furia que llevaba ingresó a la habitación, sus hijos dormían inocentes en la cama contigua a la suya, como siempre. Al revisar la cama matrimonial encontró a su mujer en paños menores, muerto de rabia salió en busca del intruso buscando por las chacras vecinas, sin resultado positivo, el fulano, había fugado con una rapidez felina por las pircas y chacras vecinas, protegido por la oscuridad de la noche.

Cashano regresó a su casa furioso por lo ocurrido, todavía le quedaba los efectos del washku, y se sentía traicionado por su mujer, pensó castigarla por tamaña afrenta a su honor de hombre. Su mujer, permanecía desvestida, se le veía las nalgas rechonchas lozanas, estaba indeciso y se preguntó:

                             - Imanekotac ke warmita…¿makekotzun o kokurkotzun….?  - ¿Qué hago con ésta

                               ¿Mujer, le pego o me la tiro?       

                            Era tal su incertidumbre, que al rato se decidió:

                           - ¡Mejor kokurkushac…! - Mejor me la tiro.

Dicho esto, se metió a la cama; y según él, la “castigó” duramente a la mujer haciéndole el amor esa noche una y otra vez, para no ser sacavueltera. Esta historia Cashano en su ingenuidad contaba a toda persona en la ciudad y lo repetía sin el mínimo escrúpulo, haciéndose muy popular la historia.

Fuente: “Historia de Ivo” Autor: José Santos Gamarra Soto.

 

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