***HECHOS HISTÓRICOS DE MI TIERRA***
LOS CARNAVALES DE MARCA
Un día como Hoy
Jueves 11 de febrero de 1960
Wachicualito Wachihualón
Por: José Santos Gamarra Soto
En el calendario marquino existen
fiestas tradicionales del pueblo durante todo el año, uno de ellos es el 11 de
febrero, la Fiesta de los Carnavales de Marca, la primera fiesta popular del
año. En el mundo católico ese día se celebra desde el año 1858 a la Virgen de
Lourdes, debido a su aparición en Lourdes, Francia. En la ciudad de Marca se
celebra en conmemoración a ello y su estratégica ubicación-se argumenta que la
inmensa roca que antecede a la Capilla de la Virgen de Lourdes de Marca menguó
el aluvión del 10 febrero de 1912 porque sino la catástrofe hubiera sido mayor.
La festividad de Los Carnavales se celebra cada año coincidente con la fecha
del 11 de febrero día de la Virgen de Lourdes.
“El Monte” de 1960
Al mediodía del jueves
11 de febrero de 1960 en el barrio San Cristóbal de Marca, a la altura del
tercer puente del pueblo, había una buena cantidad de personas que estaban
agolpadas en dicho puente. Corrí presuroso a ver qué pasaba, una copiosa lluvia
caía sobre la ciudad, una espesa neblina cubría el espacio marquino. Esa tarde desde
el puente, lugar privilegiado observé, que los hermanos Pablo y Víctor
Solano junto a Hitler Cubillas Espinoza conocido como “Wanlan”-era
el hombre más alto de Marca por esos tiempos, por ello el mote de wanlan-habían
“capturado” a una hermosa señorita campesina, la arrastraron en medio de la
lluvia por la calle llena de barro, era Teodora Carrión Gamarra a quien
cariñosamente la llamaban “Ticucha” hija de don Pancracio Carrión y doña Emilia
Gamarra, la sumergían una y otra vez en el río de abundante caudal debajo del
tercer puente de la ciudad en el barrio de San Cristóbal, debido a las lluvias
del crudo invierno, sus aguas eran barrosas, de color marrón oscuro, la chica
contaría con 20 años; el público gozaba, las personas mayores decían ¡cómo en
mis tiempos, she...!. Así se celebraba antes el ¡Wachiwalito Wachiwalon! Los
carnavales siempre han sido de los jóvenes que no sienten frío, no le temen a
la lluvia y hacen gozar al público.
El espectáculo era
singular, miraba la escena con algún temor y alegría al mismo tiempo dicho
acontecimiento, yo contaba con nueve de años de edad. Ticucha luchaba
infructuosamente contra sus captores, era una lucha desigual, pero ella con
supremo esfuerzo se daba maña para echarles lodo y mucho barro al cuerpo de los
varones, barro que se creaba de las filtraciones del puquio del barrio de San
Cristóbal. Era un espectáculo circunstancial que se había creado con motivo de
la fiesta y como antesala de la fiesta y baile de los carnavales que se realiza
aña tras año en la explanada de la Capilla de la Virgen de Lourdes.
A las tres de la tarde
del mismo día, con la concurrencia masiva de la población marquina comenzó el
baile alrededor del “monte”, llamada “yunza” en otras regiones del Perú. El
montero después de un arduo trabajo había plantado el día anterior en horas de
la tarde, al son de la caja y pincullo de don “Llupico” y abundante ron, un
frondoso árbol de capulí en la explanada de la Capilla de Lourdes y el pueblo
goce cantando y bailando entre todos. Al lugar, a esas horas de la tarde
llegaron hombres y mujeres de todas las edades para formar la ronda en torno al
árbol. Subido a la piedra que protege la Capilla de las avenidas del río miraba
con mucha atención y ansiedad los objetos que colgaban del árbol adornado con
panes y cuayes, ropa de niños y damas, lavatorios, bacinicas, globos y
serpentinas, los monteros y sus invitados bailaban alrededor del monte
agarrados de la mano, con las caras pintadas, con la serpentina alrededor del
cuello, hombres y mujeres, al son de la orquesta. Todos cantaban, sus voces
invitaban la presencia de toda la población.
Los integrantes de la
orquesta, eran lugareños, un arpa y dos violines eran los instrumentos que
ejecutaban la canción del Wuachiwalito Wachiwalon alrededor del árbol tomados
de las manos, intercalados entre hombres y mujeres, danzan y cantan:
Wachiwalito
wachiwalon
año
que viene responderá
dale
duro dale cholo
como
al zapallo maduro
El
que corta el que tumba
año
que viene responderá
wallikullé
rokikullé
shumac
rikapekur wallicullé.
El baile alrededor del
monte duraba entre cuatro a cinco horas, cantando, bailando y tomando el
aguardiente, mucho ron, cerveza no había, prácticamente se prohibía su consumo
por el frío reinante y la costumbre por
aquellos tiempos ¿Por qué duraba tanto el corte de un árbol?, el hacha sin filo
con la que se baila y corta apenas sacaba alguna astilla por cada pareja,
quienes solo tienen que golpear en número de tres golpes por persona, entonces existe
constantes cambios de pareja, lo que provoca la demora en el corte y su caída
del árbol; no había cansancio, casi al oscurecer se tomaba la decisión de tumbar el árbol. Al
caer el árbol todos los concurrentes entre hombres, mujeres y niños, corríamos
para rescatar los adornos.
Al nuevo montero los
concurrentes lo llevaban cargado sobre sus hombros, los que continuarían con la
fiesta en casa del nuevo montero donde continuaba la jarana, hasta las primeras
horas del día siguiente, recién allí terminaba la fiesta de los carnavales, que
se celebra el once de febrero de cada año, coincidente con el día de la Virgen
de Lourdes.