viernes, 1 de marzo de 2024

 

WINCHUCO



Al verte volar en la pradera

el infinito es un remolino sin fondo

sin principio, ni fin,

con el batir de tus alas sin cesar.

 

El vuelo sin miedo

a la turbulencia de lo efímero,

es lluvia que moja

del winchuco de geranios y rosales.

 

Oh Colibrí del campo

brindaste a mis ojos, el recuerdo

de mi infancia con singular donaire

en el maizal de mi Cochacar.

 

Tu aleteo nómada e inmortal

libando el néctar del verdadero existir,

se condensa para brotar

en el manantial de esa lágrima cuajada.

 

Cuantas aventuras en campo florido

vienen a mi memoria, que infinitamente

se volverá a reciclar con mis recuerdos

cuando te admiraba sin molestar.

 

Ahora, es manantial de esa lágrima cuajada

del infinito que desbarata las manecillas

del tiempo, y se planta con singular donaire

cuando ondilla en mano te perseguía.

 

Winchuco te decíamos con Ciro,

un vuelo sin miedo y precavido,

es lluvia que cae del cielo

en el pajar de lo mundano.

José Santos Gamarra Soto

 

Dedicado al Colibrí o Picaflor de los geranios y el rosal de la huerta de mi tío Leonor en “Llanu”. Winchuco de mil amores y colores con vuelos infinitos.




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