WINCHUCO
Al verte volar en la pradera
el infinito es un remolino sin fondo
sin principio, ni fin,
con el batir de tus alas sin cesar.
El vuelo sin miedo
a la turbulencia de lo efímero,
es lluvia que moja
del winchuco de geranios y rosales.
Oh Colibrí del campo
brindaste a mis ojos, el recuerdo
de mi infancia con singular donaire
en el maizal de mi Cochacar.
Tu aleteo nómada e inmortal
libando el néctar del verdadero
existir,
se condensa para brotar
en el manantial de esa lágrima
cuajada.
Cuantas aventuras en campo florido
vienen a mi memoria, que infinitamente
se volverá a reciclar con mis
recuerdos
cuando te admiraba sin molestar.
Ahora, es manantial de esa lágrima
cuajada
del infinito que desbarata las
manecillas
del tiempo, y se planta con singular
donaire
cuando ondilla en mano te perseguía.
Winchuco te decíamos con Ciro,
un vuelo sin miedo y precavido,
es lluvia que cae del cielo
en el pajar de lo mundano.
José Santos Gamarra Soto
Dedicado al Colibrí o Picaflor de los
geranios y el rosal de la huerta de mi tío Leonor en “Llanu”. Winchuco de mil amores
y colores con vuelos infinitos.
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